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José Luis Martín, durante la presentación del libro. MANUEL LAYA
Historia de las salmantinas sin nombre

Historia de las salmantinas sin nombre

El catedrático José Luis Martín dedica un capítulo de su libro ‘Antroponimia salmantina’ a las mujeres ignoradas

REDACCIÓN / WORD

SALAMANCA

Lunes, 23 de octubre 2017, 12:40

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El machismo actual es un problema heredado, que ha ido pasando de generación en generación. Y, durante este tiempo, muchas mujeres lo han sufrido. Esas barreras para ellas, insalvables en no pocos casos, han quedado plasmadas en legajos y documentos desde siglos atrás. Y, sobre esa situación, en tiempos tan remotos como los de los Reyes Católicos, ha escrito el académico de la Universidad de Salamanca José Luis Martín. Este investigador dedica todo un capítulo a ‘Las mujeres sin nombre’ de la provincia en su última obra, titulada ‘Antroponimia salmantina. Primeras aproximaciones históricas’ y publicada por la editorial de la Diputación de Salamanca.

El autor salmantino explica en el texto que rara es la ocasión que una mujer aparece como propietaria de una vivienda en cualquier documento oficial de la época, pues, por aquel entonces, era tarea de hombres.

«Al intentar analizar el nombre de las mujeres nos encontramos con dos dificultades importantes; la primera consiste en que había pocos hogares identificados por una mujer, ya que solía aparecer como cabeza de familia el varón, y la segunda, que resulta todavía más llamativa, es que cuando consta al frente una mujer esta suele carecer de nombre de pila, como los utilizados en aquella época para los hombres», explica en declaraciones a Europa Press.

Esa ausencia tan solo se veía suspendida «en casos de viudedad, orfandad y en otros excepcionales, reconoce. E, incluso, cuando eso ocurría, se les atribuía una relevancia social «muy escasa» ya que, en esos momentos, los notarios de la época preferían utilizar fórmulas que evitaban «citarlas por su nombre», recoge el autor. Y sobre esos «recursos», para no dotar a las mujeres de privilegio alguno, se referían a ellas como ‘la de Peralonso’, ‘la de Melchior’, ‘la de Macías’ o, incluso, ‘la del syllero’, como referencia a sus maridos, aún cuando se daba el caso de que ni él hombre merecía nombre alguno en el texto. En esta misma línea, las administraciones de la época prefirieron utilizar nombres de hijos antes que referirse directamente a ellas como propietarias de casas. Por ejemplo, llegaron a escribir ‘la madre de Alonso de Ledesma’ o ‘la madre de Pablo’. Y, cuando un apelativo servía para referirse a las mujeres, no había problema en utilizar términos como ‘Coverdesa, pobre’.

El autor también ha podido entresacar información sobre los nombres de mujeres que imperaban en la época de los Reyes Católicos. Si bien no estaban en mucha documentación, sí que las mujeres lucían más variedad de apelativos que los hombres.

Sobre esa diversidad en los nombres, estaban aquellos ya «viejos» en la época como Arsent, Hacca, Íñiga, Sancha o Velasquita; otros eran los «dominantes» como Isabel o María; y luego aparecían otros que se iban «consolidando» como Inés, Elvira, Catalina o Francisca.

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