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Un grupo de feligreses a la puerta del templo (años 60). Cedida por la Parroquia
La cruz pectoral de Ricardo Blázquez

La cruz pectoral de Ricardo Blázquez

La parroquia del barrio Vidal regaló al actual arzobispo de Valladolid la insignia episcopal que lleva desde 1988

EVA CAÑAS / WORD

Salamanca

Domingo, 15 de abril 2018, 13:02

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Los 50 años de historia de la parroquia de Cristo Rey está ligada a infinidad de nombres, de pastores que han marcado la vida de distintas generaciones de un barrio humilde y cercano. De forma especial se recuerda al primero de ellos, Don ValerianoGonzález, por simbolizar el inicio de todo.

Otro de esos nombres, que para siempre ha quedado vinculado a esta parroquia ha sido el arzobispo de Valladolid y presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez, que ayer quiso estar presente en la eucaristía de acción de gracias.

A su conclusión, recordó que esta comunidad parroquial le regaló la cruz pectoral que siempre lleva, «que me regalaron aquí cuando fui nombrado obispo en el año 1988». Su vínculo a esta iglesia del barrio Vidal tuvo lugar entre los años 1974 a 1988 (14 años), cuando vivía en el Teologado de Ávila, «que entonces estaba en la plaza de la Fuente y venía aquí los fines de semana».

En un día tan emotivo también confirmó que se había acordado de muchas personas, en especial, del primer párroco, Don Valeriano. De aquellos años, Ricardo Blázquez relató que la gente del barrio siempre fue muy acogedora, «y al final se terminaba haciendo una relación no solo de cristianos sino también de amigos, que en la Iglesia es bueno que la fe se expansione en la amistad, encontrarnos tan bien unos junto a los otros, llevando los gozos y también las cargas de la vida».

Otro testimonio de vida en esta parroquia desde que abriera sus puertas aquel 14 de abril de 1968 es el de Josefa Gómez Paz, que por aquel entonces tenía 14 años ya hora presume de haber cumplido 85 el pasado 28 de diciembre. Ella creció como cristiana en el seno de esta comunidad, donde también se encargaba de la limpieza, junto a su madre. «Me quedé viuda con 28 años y cuando abrieron la parroquia tenía 14 años, vivía en la avenida de Portugal, cuando pasaba el tren por allí».

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