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Una ambulancia de transporte sanitario, circulando por una de las avenidas de la capital salmantina.
Los usuarios del transporte sanitario soportan esperas de hasta hora y media

Los usuarios del transporte sanitario soportan esperas de hasta hora y media

Eva Cañas

Sábado, 27 de mayo 2017, 12:26

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David Cubero, Manuel Ortiz y Jesús Ciudad acuden a diálisis al hospital Virgen de la Vega tres días por semana. Sus sesiones comienzan a las ocho de la mañana y finalizan sobre la una del mediodía. Antes casi de amanecer, una ambulancia los recoge en sus domicilios, uno de ellos en la capital, y los otros dos, en municipios no más distantes de 20 kilómetros.

Hasta aquí todo bien, salvo algún retraso puntual, pero lo que más les afecta es la espera en el regreso a sus casas, que como confirman, pueden varias desde 30 minutos hasta hora y media para abandonar la sala de espera.

«Llevo una hora aquí y todavía no me han llamado para irme», comentaba Jesús Ciudad mirando el reloj, y en su caso vive a 10 minutos en coche del hospital, en la zona de Ciudad Jardín.

Para ellos, en la sala acristalada donde esperan, las manecillas del reloj se hacen eternas, «y a veces tardo hasta 30 o 45 minutos en llegar a mi casa», según tengan establecida la ruta. Ellos apuntan a una falta de coordinación y organización en la empresa que gestiona las ambulancias, tanto para el horario de recogida en el hospital como en las diferentes rutas, porque siempre se dilatan en ambas cuestiones.

«Una vez que te subes a la ambulancia ya sabes que falta menos para llegar a casa», describen tanto David como Manuel, que este caso viven en Palencia de Negrillos y Calzada de Valdunciel. David lleva cuatro años en diálisis y Manuel tan solo dos meses. El primero con más experiencia en el transporte sanitario, pero el más novel si se sorprende por las largas esperas que tienen que soportar:«Hablamos entre nosotros y se hace más entretenido», subraya.

En lo que también coinciden estos tres pacientes es que después de más de cinco horas de diálisis lo que necesitan es llegar a casa cuanto antes, «porque muchas veces lo que te apetece es tumbarte a dormir incluso sin comer», reconoce Manuel, el más joven de los tres.

Pero desde que se monta en la ambulancia hasta que llega a su municipio suelen pasar unos 60 minutos, y lo mismo le sucede a David Cubero para llegar a Palencia de Negrillos, a unos 17 kilómetros de la capital, «que en coche suponen unos 20 minutos», recuerda. Pero para los que no cuentan con un familiar o allegado que les recoja en su vehículo particular, la ambulancia es su opción. «Muchas veces son las tres de la tarde cuando llegamos a casa», admiten.

De los 30 pacientes que reciben el tratamiento de hemodiálisis en la novena planta del hospital Virgen de la Vega en cada sesión, unos 15, es decir, la mitad, utilizan el transporte sanitario, y los demás, vuelven a su casa por su cuenta, en parte, por la pérdida de tiempo que les supone esperar a este servicio de transporte que les ofrecen durante su tratamiento en el centro asistencial.

Estos usuarios de la Unidad de Diálisis también aseguran que en ocasiones tienen que bajar en silla de ruedas porque se encuentran mareados después de la sesión, o sienten calambres en sus piernas, que es otro de los síntomas que provoca este tratamiento.

Ellos consideran que si se saben que sobre las 13:00 horas terminan la sesión de diálisis, «ya esté todo listo para llevarnos a casa», o al menos, su deseo es que no se dilate hasta una hora y media que han tenido que soportar en ocasiones.

Los técnicos de las ambulancias les van llamando o bien por las calles o por sus municipios, según cada ruta. David, Jesús y Manuel miran sus relojes con frecuencia, su deseo es irse lo antes posible.

Nueva zona de espera

Desde hace un mes, los usuarios del transporte sanitario cuentan con una zona habilitada para ellos, los más habituales, enfermos renales que reciben hemodiálisis, pacientes oncológicos o del servicio de Rehabilitación. La zona está acristalada (dividida en dos) y antes ocupaba una entidad bancaria en el edificio MaternoInfantil, donde aguardan cada día decenas de personas.

El espacio es amplio, y permite la colocación de sillas de ruedas, además de la existencia de asientos fijos de madera. Los propios pacientes confirman que han ganado en comodidad, «antes esperábamos dónde podíamos, incluso en los pasillos, de pie».

Por puntualizar algo, sus usuarios echan de menos contar la presencia de algún celador, por si alguno se encuentra mal durante la espera, «porque de hemodiálisis salimos a veces mal». En ese sentido, se sienten algo solos. Otro de los inconvenientes que encuentran en la nueva ubicación es la distancia que hay entre el ascensor del Virgen de la Vega y la zona donde aguardan a las ambulancias: «Tenemos que cruzar todo el pasillo que separa los edificios del Virgen de la Vega y el Materno-Infantil. Muchos compañeros se encuentran mal y tienen que bajar en silla de ruedas, se marean, les dan calambres, son secuelas que a días, no siempre, sienten los enfermos que reciben diálisis».

La zona cuenta con aire acondicionado aunque de momento no lo tienen activado y van soportando el calor que se acumula, que en algunos casos no les ayuda para sus bajadas de tensión tras la diálisis. «Tampoco estaría mal que nos dejasen alguna revista o periódicos para entretenernos durante la espera del transporte», coinciden Jesús, David yManuel. Las idas y venidas de pacientes, tanto a pie como en silla de ruedas, son constantes, como de los técnicos de las ambulancias que van llamando a cada uno. Comprenden que todo lleva un tiempo, pero están convencidos de que se puede agilizar para salir antes del hospital. No es nuevo, llevan tiempo así, e igual que se adaptan a una enfermedad, a veces crónica, también se resignan a las esperas.

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