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Eva Cañas / word
Sábado, 13 de mayo 2017, 12:17
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Pilar Rodríguez recuerda sentir dolores y fatiga desde que era niña. Estos dos síntomas de la fibromialgia han formado para de su vida pero fue años después cuando pudo poner un nombre a todo aquello que sentía.
De hecho, hace 18 años que tiene el diagnóstico, aunque su situación empeoró mucho antes, tras el nacimiento de su hija. «A mi me llegaron a decir que tenía una leucemia, pero desde Hematología lo descartaron y me derivaron a Reumatología», relata la actual vicepresidenta de la Asociación de Fibromialgia de Salamanca (Afibrosal). Lo habitual es que afecte a mujeres, aunque también se dan casos en hombres y en niños.
«La fibromialgia es una sensación al levantarte como si fueras un muelle y te tienes que ir estirando poco a poco, estás anquilosada, eso si has podido descansar algo por la noche», apunta esta afectada. Para ella empezar el día es difícil, aunque el cuerpo se va adaptando al ritmo y llega el momento en que se sienten mejor. Sin embargo, al llegar la tarde-noche vuelve a sentir la fatiga y el cansancio más allá de lo normal. «Hay que intentar llevarlo lo mejor posible, y cuando tienes brotes tienes que quedarte en casa, porque en ese caso, te duele todo, hasta para coger aire para respirar», describe. De hecho, el simple hecho de intentar coger un vaso de agua, también les resulta casi imposible.
El apoyo que reciben de Afibrosal las cerca de 400 personas afectadas que tiene registradas esta asociación es impagable. «Cuando llegas a ella es la salvación, para mí lo fue cuando llegué, porque conoces a personas que entienden lo que estás pasando y lo que estás sufriendo, aquí estamos todos a una», confirma orgullosa. De hecho, desde esta organización se programan terapias que ayudan a mejorar su calidad de vida, siempre adaptadas a la enfermedad pero que van desde yoga, natación terapéutica o taichí, entre otras, aunque uno de sus pilares fundamentales es el tratamiento cognitivo-conductual. Es la idea de que se estén activas y se relacionen con otras personas:«Intentamos que la pastilla más efectiva sea la que se queda encima de la mesa», argumenta, porque al final los fármacos pueden tener su toxicidad.
Aunque Pilar reconoce que el dolor en ocasiones hay que tomar analgésicos, y en su caso, acudir a la Unidad del Dolor. «De esta forma tienes un ratito que te alivia el dolor, porque como tal no existe un tratamiento específico».
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