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Las hermanas Pilar y Mercedes Corredera muestran algunas de sus miles de fotografías.
«Con las fotos hemos descubierto lugares que antes no valorábamos»
VILLORIA

«Con las fotos hemos descubierto lugares que antes no valorábamos»

Estas hermanas gemelas son muy conocidas en su pueblo principalmente por su gran pasión al arte de retratar cada instante, cada lugar y a cada persona de la villa

Jorge Holguera Illera

Viernes, 27 de enero 2017, 12:41

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Si Villoria puede presumir de historia gráfica es gracias a las hermanas Mercedes y Pilar Corredera. Ambas son autoras de una de las obras más dinámicas de las que puede presumir esta localidad, ya de por sí marcada por el carácter emprendedor de sus gentes. Son las autoras de un reportaje de más de 40 años de vida de Villoria. Y se las puede considerar las cronistas gráficas o reporteras de Villoria, autoras de miles de fotos. Ellas han inmortalizado con sus máquinas cada momento, cada rincón y a cada persona de Villoria desde que eran jóvenes.

Merce y Pili, como las conocen en su pueblo, nacieron en esta localidad salmantina el 23 de septiembre de 1953, pertenecen a una familia de profundas raíces villorejas, son hermanas gemelas, tan iguales, que en alguna ocasión hasta ellas mismas se han confundido en sus fotos. Ambas ya destacaban de niñas en la escuela, donde la maestra las dejaba salir al patio antes que al resto de alumnos porque hacían sus tareas con rapidez y perfección. Su empeño en hacer las cosas y hacerlas bien las ha llevado a disfrutar de su vida y aficiones al cien por cien. Muestra de ello son los bordados y labores de costura que ambas realizan y sobre todo su afición a la fotografía.

Pilar Corredera y Mercedes Corredera no viven profesionalmente ni económicamente de la fotografía, porque ambas tienen dos maridos «muy buenos», dicen, pues ellos son los que ofrecen el sustento del hogar. También tienen hijos y nietos a los que han inculcado su amor a la fotografía. Como antepasados con este mismo hobby, recuerdan a su tía Auxili, aunque para Mercedes su afición dice que les viene de nacimiento.

Ambas, desde niñas tenían predilección por el mundo de la creación audiovisual. Usaron aquellas cámaras de carrete que ya casi no se ven, e incluso Mercedes recuerda una máquina de revelar que donó el farmacéutico al dominico Roberto Ábalos, con la que ella se pasaba horas a oscuras esperando a ver como la imagen en blanco y negro iba apareciendo en el papel fotográfico. Mercedes disfrutaba de ese momento que califica de «maravilloso». Incluso recuerda un día en que se metió en aquel cuarto con la luz apagada y mientras ella estaba concentrada en la tarea de revelar fotos durante varias horas, al salir se encontró con que se había ido la luz en el pueblo a causa de una gran tormenta, mientras ella no se había percatado de lo sucedido.

Es una de las muchas anécdotas que cuentan las dos mujeres que han fotografiado cada tradición de Villoria, cada rincón de esta villa y de Salamanca, e incluso a cada persona de su localidad de nacimiento, pues como dice Merce, «no queda un alma en el pueblo al que no hayamos hecho una foto».

Tampoco han faltado los contratiempos, sirva de ejemplo un hecho con un señor que siempre que las veía quería quitarles la cámara de fotos.

Hace años también hacían diapositivas, «grabábamos un carrete diario», dice Pili. Aquellas diapositivas las proyectaban en la calle, con una máquina manual, que incluso un día llevaron al hospital. En verano mostraban las imágenes que habían captado en los barrios y con ello hacían partícipe de su trabajo a todos: hombres y mujeres, niñas y niños.

Una cámara filmadora de grandes dimensiones, que las dejó un primo emigrante y otra que después adquirieron de segunda mano, les sirvieron para hacer vídeos elaborados con montajes manuales a base de diapositivas y música. «Tengo 200 vídeos», calcula Mercedes Corredera.

Después, estas originales producciones audiovisuales fueron sustituidas por la fotografía digital. Al poco de salir las cámaras digitales, Mercedes y Pilar se hicieron con una máquina cada una.

Han ganado concursos de fotografía y han organizado exposiciones. Destacan una muestra que ofrecieron una Semana Santa y que encantó a los vecinos del pueblo.

Para llegar a estos resultados visuales tan apreciados por la gente del pueblo hace falta mucho trabajo, mucha dedicación y muchas cualidades con las que cuentan las hermanas Corredera. Una de las virtudes de ambas es la valentía, como la que mostró Pili en un Vía Crucis de los hombres, al que acudió para fotografiar un momento que hasta entonces sólo habían presenciado varones. «Quedé impactada con el Vía Crucis de los hombres», resalta.

De Semana Santa también hicieron un reportaje desde el domingo de Ramos hasta el de Pascua.

La esencia de cada momento

Las imágenes que obtienen Merce y Pilar gustan, porque están muy bien hechas, captan la esencia de cada momento.

Pilar enseña una maleta llena de fotos en papel y un ordenador con miles de imágenes digitales. Las hermanas Corredera disfrutan retratando, pero también con el resultado obtenido, ya que las ordenan, las catalogan, y con ellas saborean y reviven cada instante ya pasado.

De momento no han dado el salto al teléfono móvil ni a las redes sociales, aunque sí usan el ordenador para almacenar y catalogar sus archivos. Tampoco usan Photoshop, ni programas de tratamiento fotográfico.

Allá a donde van llevan la cámara de fotos, por ello si hay una excursión y no acuden, los vecinos las echan de menos.

Su pasión de retratar momentos, lugares y personas también ha entrañado riesgos y se han llevado desafortunadas reacciones, como la que tuvo que superar Pili para poder estar presente en la entrega de la Medalla de Oro de la provincia a su amigo el padre Romo en La Salina. Pero se quedan con el resultado, al final estuvo allí y captó unas de las mejores imágenes que se conservan del acto. En algún monumento han disfrutado tanto de fotografiar cada detalle que casi las dejan encerradas dentro del edificio en cuestión.

El ser gemelas ha generado muchas anécdotas, una de las más graciosas es la que cuenta Merce, cuando reveló unas fotos de su hermana pensado que era ella la que salía en la foto, porque antes incluso vestían igual, y fue su hija la que dijo: «esta no eres tu, es Pili». La gente del pueblo las confunde y cuando ven a una se piensan que es la otra. No obstante, cada una tiene su estilo y sus preferencias. Merce opta por fotografiar a la gente, casas antiguas y detalles. La debilidad de Pili son los primeros planos de flores y los paisajes, puestas de sol, amaneceres sorprendentes.

Ambas reconocen que esta mirada a través de sus cámaras fotográficas les ha enseñado a descubrir lugares en los que antes ni se habían parado. «He aprendido a apreciar más las cosas que veo, cosas en las que antes ni me fijaba y ahora he descubierto lo bonitas que son», anota Pilar. Mercedes reconoce que ha aprendido «a apreciar las cosas que parece que no tienen valor pero que a través de las fotos, dices: ¡qué bonitas!». Esta misma enseñanza es la que han transmitido a todo su pueblo. Ellas son las responsables de que hoy se valoren mucho más las tradiciones y cada rincón de esta villa. Con sus instantáneas sacan brillo y dotan de esplendor a cada detalle de Villoria.

Además su afición tiene una importante impronta social. Alguna de sus fotos ha sido vital para resolver litigios. Cuando ha fallecido algún vecino, sus familiares han recurrido a ellas para guardar un recuerdo de ese ser querido que ya no vive. También reciben llamadas de los padres que no consiguen sacar una foto bonita de comunión a sus hijos. Mercedes cada año obsequia a la asociación de mayores con una hora de imágenes proyectadas en forma de vídeo. Sus fotos salen en periódicos y televisiones y son una forma de dar a conocer Villoria.

En la actualidad Mercedes tiene una Canon y Pili una Panasonic Lumix. Ambas se recorren cada día su pueblo con la bicicleta y la cámara. La fiesta de los Quintos, Santa Águeda, la fiesta del Voto, San Isidro, San José y la Virgen de la Vega son algunos de los acontecimientos que no se pierden. Además son reclamadas por los jóvenes para que les hagan una foto, para dejar constancia de su alegría vital.

En Villoria se sabe del buen hacer de sus dos fotógrafas. Tanto a Merce como a Pili se las aprecia y las gentes les guardan un cariño y aprecio especial, como reconocimiento a una labor que hará que la historia actual de este pueblo quede inmortalizada a través de imágenes.

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