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Imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno en la iglesia de San Julián y Santa Basilisa de Salamanca.
San Julián, donde ‘el Nazareno’ se esconde de las tropas francesas

San Julián, donde ‘el Nazareno’ se esconde de las tropas francesas

félix rivas / ep

Domingo, 13 de noviembre 2016, 19:39

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Corría el año 1811 y no eran buenos tiempos para el arte en la península. Muchas de las obras que guardaban las iglesias o los palacios iban acumulándose en los carros de las tropas francesas, con el propósito de cruzar la frontera y ponerse en manos del imperio galo.

No pocas corrieron esa suerte, algunas fueron recuperadas por los batallones españoles, otras fueron pasto de las llamas o la pólvora, no faltaron las que acabaron como regalo al duque de Wellington por los servicios prestados en la guerra de la independencia y algunas se salvaron en sus localidades de origen, no sin riesgos. Dentro de este último grupo se encuentra la escultura de Jesús Nazareno de Salamanca.

Esta obra de José de Larra, tallada en 1716 según la información de la congregación que lleva su nombre y que procesiona cada año por las calles de Salamanca, tuvo que hacer frente a la situación escapando del templo en el que inicialmente descansada.

Para escapar de las tropas napoleónicas y «buscar un lugar seguro», la imagen pasó de estar en la iglesias de los Dominicos a esconderse en el templo de San Julián y Santa Basilisa, donde ya se quedó para siempre, recuerda el hermano mayor de la agrupación nazarena de Salamanca, José María Santiago.

Este espacio religioso está a apenas 300 metros de la Plaza Mayor de Salamanca, en pleno corazón de la ciudad, pero, a pesar de su buena ubicación, es uno de los templos menos conocidos y frecuentados por el turismo que visita el centro histórico.

Su valor patrimonial es muy alto por su planta románica y sus añadidos góticos o barrocos, pero no menos brillante es lo que guarda en su interior. Por ejemplo, la capilla «más perfecta» de la ciudad cerrada al público y que ahora se abre a los interesados dentro del programa Las llaves de la ciudad.

Así lo señala el experto en arte Francisco José Jaspe, que tiene en la iglesia de San Julián y Santa Basilisa uno de sus principales objetos de estudio, una investigación que le ha llevado a conocer de memoria, por ejemplo, las vicisitudes históricas de la Virgen de los Remedios, que preside el altar junto a los dos santos que dan nombre a la edificación religiosa.

La Capitana

La imagen mariana pesa más de 200 kilogramos y, a pesar de su importante carga, salía en procesión por ser la virgen «más venerada de la ciudad durante los siglos XVI,XVII y XVIII», además de ser patrona del Ayuntamiento y del batallón de militares que había en la zona. De ahí su sobrenombre de La capitana, explica Francisco José Jaspe.

Esa devoción por la talla religiosa se fue «perdiendo» con el paso de los años, especialmente a partir de que el obispo Tomás Cámara y Castro, conocido como Padre Cámara, decidiese en el siglo XIX cerrar algunas de las parroquias de la ciudad por el exceso existente en ese momento, una de ellas esta, recuerda el estudioso.

Precisamente a la espalda de la virgen, se levantó un camarín -entre los años 1680 y 1682-, que por su belleza, su colorido y su historia bien merece una visita a este lugar de culto que se encuentra en la calle Obispo Jarrín.

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