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NIna, en el centro de la imagen como Donna, en una de las escenas más populares del musical ‘Mamma Mia!’.
«'Mamma Mia!' es terapéutico para el espectador pero también para los actores»

«'Mamma Mia!' es terapéutico para el espectador pero también para los actores»

Desembarca este miércoles en el Caem con ‘Mamma Mia!’, uno de los musicales más demandados pese a acumular 8 años en cartel

Luis Miguel de Pablos

Martes, 13 de septiembre 2016, 12:24

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Con dieciséis temporadas en cartel y más de 65 millones en la mochila, Mamma Mia! se ha convertido en algo más que un musical. Es una marca más como McDonald o la Coca cola, en la que el gran público encuentra diversión y entretenimiento, independientemente de si es la primera o la sexta función que saborea.

Es un musical al que siempre acabas volviendo, enganchado a los temas de Abba si ya has cumplido los cuarenta o colgado de ¡Mamma Mia! si aún eres veinteañero. Porque este espectáculo, en esta su segunda temporada en cartel -la primera estuvo entre 2004 y 2011-, ha ido sumando adeptos y generaciones con el paso del tiempo sin perder el interés del espectador.

Ya en el primer año de su segunda etapa en cartel, ese reloj parece también detenido en el caso de su protagonista principal, interpretada de nuevo por Nina. Después de ocho años metida en la piel de Donna, Anna María Agustí i Flores (Barcelona, 1966), disfruta cada función como si se tratara de la primera, aquella que completó hace trece años cuando contaba 37.

Nina termina su ración de gimnasio antes de atender la llamada de este diario. Este próximo miércoles recala en el Caem, donde el musical más popular del momento suma y sigue hasta el domingo 18.

¿Qué explicación encuentra al fenómeno Mamma Mia! si es que la hay?

Es alucinante lo que está pasando con Mama Mia! porque después de siete años y de haberse representado en prácticamente todas las ciudades por las que estamos pasando en esta nueva gira, en algunas de ellas por tercera vez, que siga llenando y que la gente se siga entusiasmando y volviendo loca con este musical, es algo que me voy a llevar a la tumba. Estoy en el octavo año y no me importaría hacer el récord y llegar a los diez.

Vistió por primera vez a Donna con 37 años y en breve cumplirá los 50, ¿qué evolución ha sufrido el musical en todo este tiempo?

La evolución más curiosa tiene que ver con el público, porque aparte de que hay mucha gente que repite y sigue repitiendo a pesar de haber visto la función tres y cuatro veces, sí que hemos comprobado que asiste mucho más público infantil y juvenil, seguramente gracias a la película, que antes. Y luego los más pequeños se refieren al musical como las canciones de Mamma Mia!, no de Abba. Es impresionante como esta música sigue atrapando generación tras generación.

¿Hay algún otro musical que le haya atrapado personalmente?

Sí, varios, pero recuerdo uno que se hizo en Barcelona precioso, Flor de noche, con texto de Vázquez Montalbán y música de Albert Guinovart, que me pilló haciendo Cabaret. Lo vi quince veces y me hubiera encantado representarlo.

Recientemente estuvo con la Donna británica, Dianne Pilkington, ¿qué impresiones intercambiaron?

Estuve con ella en junio y fue bonito encontrarme con otra Donna. Compartimos reacciones del público y aquellos aspectos con los que nos quedamos de esta experiencia, y es curioso ver cómo coincidimos en disfrutar viendo a la gente de 70-75-80 años levantándose de sus asientos para bailar y dar palmas. Fíjate que ella, sin entender lo que yo había respondido a este tema, contestó lo mismo.

Cuando arrancó Mamma Mia! en 2004 no había en España tanta pasión por los musicales como ahora, ¿cómo ha vivido ese salto?

Bueno, no tenía la respuesta que tiene ahora, pero estaba mucho mejor que en los años 70 cuando se hizo el primer musical. Hay compañías privadas que llevan muchos años haciendo musicales, y seguramente no les guste oír que el musical es una moda. Hay compañías como Stage que están trayendo los grandes títulos a España, y en estos veinte últimos años sí se ha conseguido fidelizar al público. En estos días se han dado los datos de la cartelera teatral de Barcelona, y a lo largo del año pasado Mamma Mia! encabeza ese ránking con más de 103.000 espectadores en los tres meses que estuvo en el Tivoli. Es algo realmente difícil, y no se consigue solo con un título comercial como Mamma Mia! sino a base de invertir, apostar y arriesgar a lo largo de muchas décadas. Eso no responde a ninguna moda.

¡Y eso que llegó a rechazar el papel por dos veces!

Lo rechacé porque estaba terminando la tercera edición de Operación Triunfo y mis planes no pasaban por subirme al escenario. Afortunadamente a la tercera lo acepté. ¡Madre mia lo que me hubiera perdido!

¿Tiene algún número favorito de este musical?

A mi una de las escenas que más me gusta es la de las tres amigas en la habitación con Dancing Queen sonando. Es la escena con la que la platea se cae de risa, y un momento superdivertido y de locura y magia para nosotras tres.

Puede llegar a ser terapéutico.

Desde luego, pero para los que van a verlo y también para los que estamos en el escenario. Este oficio ya es terapéutico de por sí, porque los actores muchos días subimos al escenario con dolores o con problemas, y cuando terminas la función te preguntas dónde está el malestar. Espectador y actor salen con otra cara después de la función. Se te pasan todos los males.

¿Tiene tiempo para afrontar otros proyectos?

Sigo dirigiendo el centro de educación y rehabilitación del cuerpo y de la voz que abrí hace tres años. Eso sí que lo compagino, pero hay poco tiempo más para pensar en otros proyectos. Lo único que sí puedo hacer es mantener esa vertiente que estrené hace tres años cuando edité mi primer libro. Ahora estoy con el segundo y eso sí que es compatible con tantas funciones como hacemos durante la semana.

Usted que tanto se preocupa por su voz, ¿tiene la sensación de que los artistas de hoy día se preocupan poco?

Desconozco si antes se cuidada más, sí tengo la percepción de que en nuestro país, y ya no hablo solo de cantantes, no hay demasiada conciencia e este instrumento que es la voz. No se percibe un problema de voz como un problema de salud, y sin embargo lo es. Pero los cantantes que tienen claro cómo van a desarrollar su carrera, esos profesionales están en las escuelas, no en los platós de televisión. Eso no quiere decir que alguien salga de un plató y consiga una cierta popularidad, pero quien realmente tiene un compromiso con el oficio y entiende lo que es este oficio no se salta esos pasos. Los que tienen que hacer cada día un concierto de tres horas, ésos te aseguro que no se saltan la formación.

Operación Triunfo es un buen ejemplo...

He pedido la pista a algunos, pero estoy seguro de que cada uno habrá encontrado un camino por el que continuar. No todos tienen por qué circular por la misma vía. No todos podían llegar a triunfar como, por ejemplo, ha hecho David Bisbal, algo que estaba bastante cantado.

¿Sigue viendo algún aspecto positivo en este tipo de programas para el artista?

Esos programas han existido siempre. Cuando era pequeña, yo veía uno que se llamaba Gente joven o La quinta marcha, y esos programas no son buenos o malos, son lo que son y sirven para lo que sirven. Desde luego Operación Triunfo fue una experiencia muy positiva para mi, y en la vida se me ocurriría hablar mal. En realidad como todo se critica, habría que preguntarse qué es lo que no se critica.

¿Vivimos con demasiadas lupas encima?

Sí, pero es que el mundo ha cambiado, ha llegado la revolución digital y resulta que Pablo Alborán a través de las redes sociales ha llegado donde ha llegado. ¿Va a venir un artista consagrado y le va a criticar? El mundo ha cambiado y tú tienes que cambiar con él.

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