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Miguel Ángel Alonso y Prudencia Arroyo, dos víctimas de la actual situación de falta de trabajo que sufren muchas personas en toda Salamanca.
Un Primero de Mayo falto de trabajo digno

Un Primero de Mayo falto de trabajo digno

Jorge Holguera Illera

Domingo, 1 de mayo 2016, 13:19

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«Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia, sin que en ningún caso pueda hacerse discriminación por razón de sexo», según reza en artículo 35, la sección 2ª de los derechos y deberes de los ciudadanos, de la Constitución española de 1978.

En Salamanca, según un manifiesto recientemente elaborado por Cáritas Diocesana de Salamanca, titulado Porque el empleo no es un privilegio, es un derecho, se puede leer que el número de personas desempleadas asciende a 30.539 y que hay más de 7.700 familias con todos sus miembros en paro.

Estas dos contrariedades, la del deber y derecho que predica la mencionada norma suprema del ordenamiento jurídico español y la oposición de los datos que dejan ver el gran número de ciudadanos que se ven privados de este privilegio, hacen leer como muy necesaria o la reforma de la carta magna o mejor dicho, la otra cuestión, que, al menos en esta provincia no se ha visto solventada ni con las más drásticas medidas tomadas para paliar esta problemática, que se decía propia de la crisis según algunos expertos ya concluida. Lo cierto es que en muchos hogares, en atención a estas cifras de Cáritas continúan en aprietos.

Los sindicatos UGT y CCOO vuelven hoy a unir sus fuerzas por ser el Primero de Mayo, lo hacen en un clima de desilusión y de incredulidad por parte de los ciudadanos. El ambiente se ve bañado por el «hoy es posible ser trabajador y ser pobre», que se puede leer en el manifiesto previamente mencionado. Precisamente esta frase es compartida por los sindicatos que coinciden en reconocer de que el empleo que surge cada vez es «más precario, a tiempo parcial, con un elevado índice de temporalidad y con desigualdad salarial», según Cáritas.

Los datos son fieles testigos de estas afirmaciones, por ejemplo la duración media de los 98.439 contratos que se formalizaron desde mayo de 2015 hasta el último marzo oscila entre una y dos semanas.

Aunque a primeros de año parecía que la Encuesta de Población Activa dejaba unos optimistas datos de desempleo, que en Salamanca reflejaban sólo un 15,78%. Alentador e incluso calificado de milagro por algunas fuentes que lo comparaban con los datos de hace siete años, que en plena crisis contemplaban un 16,63% de paro. Pero como normalmente suele suceder, tal como reza el refranero «todas las aguas -suelen- volver a su cauce», y los datos de la última EPA hablan de un 17,1% de tasa de paro en Salamanca. Un porcentaje que alude a 25.600 personas desempleadas en toda la provincia. Esta triste cifra dice que el paro se incrementó en los últimos tres meses en 700 personas, pues a finales de 2015 la EPA otorgaba a Salamanca 24.900 desempleados. No obstante, estos datos tienen interpretaciones dramáticas, sobre todo teniendo en cuenta que a finales de 2015 había 132.700 personas trabajando y tan sólo tres meses después se registraron 124.000 hombres y mujeres. Esto quiere decir que en Salamanca se registran 8.700 trabajadores menos. Entre las cuales hay personas que se jubilan, puestos que no se cubren, pero también muchas «mujeres que han dejado su trabajo para dedicarse a las labores del hogar», según manifiesta con preocupación para este diario José Luis Hernández Rivas, secretario general de UGT en Salamanca. A este representante sindical también le preocupa mucho la situación de los jóvenes, de los que «ya no se puede decir que sean ninis, pero que no trabajan ni estudian, no trabajan porque no se les da la oportunidad y no estudian porque ya tienen dos carreras», asevera. Rivas calcula que más de 600 jóvenes han abandonado este primer trimestre Salamanca, «se han ido de aquí» para poder seguir viviendo con dignidad.

Todo esto demuestra que, «por mucha reforma laboral, mucha depreciación de salarios», medidas que se han llevado a cabo en los últimos tiempos según José Luis Hernández Rivas, un alto porcentaje de las contrataciones son temporales, con condiciones precarias, y en muchos casos se hace un contrato con menos horas de las que después se trabajan. Sirva de ejemplo el caso de Prudencia Arroyo, que firmó un contrato como ayudante de cocina por ocho horas pero que tenía que trabajar entre 14 y 15 horas. Esta mujer, a sus 55 años, no se rinde y se sigue formando, en este caso como celadora, gracias a una iniciativa de CCOO, sindicato al que recurrió como uno de los recursos que pueda ayudarla a salir adelante.

Precisamente las personas mayores de 45 años que se han quedado sin empleo es una de las cuestiones que más preocupa al recurso de empleo de Cáritas. Hacen un análisis de una pobreza futura, porque se reducirán sus pensiones, no podrán ayudar a sus hijos. Lo tienen difícil, tal como dice Prudencia Arroyo, «si Miguel Alonso, con 24 años no encuentra trabajo, como lo voy a encontrar yo con 55».

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