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Una paciente trabaja con una terapia con animales.
Dos estudios pioneros miden el impacto de terapias en enfermos de Alzheimer

Dos estudios pioneros miden el impacto de terapias en enfermos de Alzheimer

El Centro del Alzheimer analiza en Salamanca el uso de robots como solución alternativa y la importancia de las tareas cotidianas para frenar el deterioro en los pacientes

francisco gómez

Domingo, 24 de mayo 2015, 12:01

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Desde su puesta en marcha, el Centro de Referencia Estatal de Atención a enfermos de Alzheimer y otras Demencias situado en Salamanca se ha marcado como uno de sus grandes objetivos servir como banco de pruebas de algunas de las terapias más avanzadas en el mundo contra la enfermedad. El Alzheimer es ya la gran epidemia del siglo XXI y pese a ello sigue siendo un gran desconocido. Por eso, la lucha en estos momentos se plantea en los laboratorios, buscando unas bases biológicas del trastorno que abran la puerta a un posible tratamiento, pero también en los centros de día y residencias, con las llamadas terapias no farmacológicas. Se trata de estrategias de tratamiento donde se busca mejorar la calidad de vida de los pacientes a través del uso de música, interacción con otras personas o con animales, o empleo de las nuevas tecnologías.

Es aquí donde el CRE Alzheimer de Salamanca está desarrollando un trabajo más intenso y rompedor. De hecho, en estos momentos, sus instalaciones acogen dos proyectos investigadores pioneros a escala nacional que tratan de evaluar la posible respuesta a terapias con robots y animales, así como el estudio de los efectos positivos de las llamadas terapias ocupacionales para frenar la aparición de los peores síntomas del Alzheimer.

El primer proyecto busca realizar por primera vez en España una comparación entre el uso de terapias robóticas y animales. Por separado, se han probado los distintos efectos positivos de la interacción de los pacientes con animales fundamentalmente perros y caballos- o con robots. Ahora, según explica la directora del centro, Maribel González Ingelmo, se trata de «comparar cuándo se producen los efectos positivos con las dos terapias con el fin de saber cuál puede ser más recomendable ante un tipo de paciente concreto».

El trabajo se lleva a cabo gracias a PARO. Un robot de inteligencia artificial donado por la Fundación Reina Sofía al centro salmantino. PARO tiene la apariencia de una pequeña foca y su programación le permite interactuar con los pacientes como si se tratara de un animal real a través de sensores táctiles, visuales, auditivos y posturales.

González Ingelmo explica que «llevamos muchos años trabajando con la terapia con animales, especialmente en la terapia asistida con perros y hemos visto que en general tiene unos efectos muy positivos a la hora de mejorar la motivación y la participación y evitar la aparición de conductas disruptivas en los pacientes». Sin embargo, el problema es que en ocasiones algunas personas no han tenido previamente contacto con animales y se puede hacer complicado introducirlos por primera vez en las terapias, donde puede incluso acabar generando un rechazo».

Por este motivo, dentro de su programación de investigaciones propias, el CRE Alzheimer ha seleccionado un grupo de 12 personas con el que se está tratando de comparar los efectos de la interacción con un perro o con el robot PARO.

«Hay un grupo que trabaja con el robot apagado, como si fuera un muñeco, un segundo grupo en el que el robot está funcionando e interaccionando por sí mismo y un tercero en el que se trabaja con una mascota real, una perrita de pequeño tamaño que tenemos en el centro», explica la directora.

El estudio se encuentra en fase muy inicial, pero por el momento los primeros resultados señalan que «el robot consigue verdaderamente efectos muy positivos en los pacientes y muy similares a los que se consiguen con la terapia asistida con perros», afirma.

Solo el grupo en el que el robot se encuentra apagado consigue unos resultados «ligeramente más bajos», señala la directora, que destaca que «ahora es necesario medir de manera rigurosa y científica todos los criterios en los que se basa la investigación para evaluar la repercusión en el estado emocional de los pacientes», ya sea la sensación de placer, el enfado, la ansiedad, el miedo, la alerta o la tristeza, entre otros.

Además, estos datos se cruzan con otra serie de detalles sobre los pacientes, como el contexto, el momento de la enfermedad, la situación familiar, de manera que «podamos decir desde el Centro de Referencia a otras residencias y centros de día cuáles serían las buenas prácticas en este campo y si sería efectivamente útil una terapia con robots en esos contextos en los que el empleo de animales es inadecuado».

Además de este programa propio, el Centro del Alzheimer de Salamanca también está embarcado en otro proyecto de investigación «de gran calado» que trata de analizar los efectos de la ocupación mediante actividades de vida cotidiana en la evolución de la enfermedad.

González Ingelmo explica que «se trata de una corriente nacida en Estados Unidos y sobre la que se está trabajando mucho en Reino Unido y que sostiene que potenciar las capacidades de los pacientes para llevar a cabo actividades diarias, cotidianas, cuando presentan un deterioro cognitivo leve, sirve para retrasar la institucionalización de la enfermedad».

El centro ha destinado específicamente a este programa una unidad residencial, integrada por trece personas. Aquí se analiza cómo efectivamente «cuando una persona deja de hacer cosas que para él eran absolutamente cotidianas, se vuelve muy vulnerable, porque esa situación tiene repercusión para él en lo psíquico, en lo social y también en lo físico», por eso, «se trata de medir cómo podemos fomentar esas capacidades de acuerdo con los valores y los intereses de la persona, de manera que se retrase esa pérdida total de autonomía y los peores efectos de la enfermedad».

Maribel González Ingelmo destaca que «es una proyecto muy importante del que van a salir datos nuevos y que va a tener un enorme impacto en España, porque en este momento nosotros somos el único centro en nuestro país que está trabajando en algo parecido».

Una vez que haya resultados concluyentes la primera fase de este programa ya se desarrolló el año pasado-, el centro tratará de expandir sus potenciales gracias a un trato de «estrecha cercanía y colaboración con la Confederación de Asociaciones de Familiares de Enfermos del Alzheimer, que es uno de los grandes pilares de nuestro trabajo», concluye la directora.

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