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De izda. a dcha., Francisco Buitrago, promotor de la iniciativa; Max Obene, alumno; Raquel Sánchez, encargada; y Bourama Diurna, alumno.
Los ‘mil caminos’ de los quesos solidarios de Gomecello

Los ‘mil caminos’ de los quesos solidarios de Gomecello

La cooperativa ganadera impulsada por la Asociación Puentesan ofrece una salida laboral a inmigrantes y personas en riesgo de exclusión social

Y.R. / ICAL

Martes, 2 de diciembre 2014, 13:47

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En pleno campo charro, un pastor guía a las ovejas en busca de los mejores pastos. Se trataría de una estampa habitual en una tierra ganadera como la salmantina, si no fuera porque el pastor es un joven africano, Bourama Divurna, que junto a otros inmigrantes, trabaja en la ganadería de la Cooperativa Puentesan, impulsada por los párrocos salmantinos Antonio Romo y Juan Francisco Buitrago con el fin de ofrecer una oportunidad laboral y de vida a personas que lo necesitan.

En el año 1996 se fundó esta cooperativa con fines solidarios y en un terreno situado en Gomecello se construyeron los cimientos de una ganadería de ovejas cuyo queso, denominado con acierto Mil Caminos, es hoy ya un producto muy apreciado por su sabor auténtico, conseguido gracias a una elaboración completamente artesanal y natural.

Bourama se levanta a las siete de la mañana y lo primero que hace es ordeñar a las ovejas, algo que no se le da mal, sobre todo teniendo en cuenta que sus trabajos anteriores nada tenían que ver con el ganado, porque hasta ahora, había trabajado como mecánico.

Llegó de Malí a España hace varios años y primero estuvo en Melilla. Cuando por circunstancias de la vida terminó en Salamanca, la Asociación Puente Vida, vinculada al barrio salmantino de Puente Ladrillo, le dio la oportunidad de ganarse la vida en el campo, al igual que había hecho con otros jóvenes que antes que él, necesitaron una mano amiga.

En los años 80, estos párrocos fueron pioneros en la atención integral a inmigrantes que comenzaban a llegar a la ciudad sin ningún lugar donde dormir, sin medios ni recursos para poder salir adelante. A través de la casa de acogida que fundaron, también ofrecían ayuda a personas con problemas de adicciones o exreclusos en busca de una segunda oportunidad, que se presentaba en ocasiones difícil.

Ése fue el germen de un proyecto que poco a poco fue convirtiéndose en una iniciativa laboral y de éxito, según explica uno de sus impulsores, Juan Francisco Buitrago. Durante un tiempo, llegaron a crear una escuela de pastores oficial, apoyada por el Servicio Público de Empleo de Castilla y León (Ecyl) y cuyo título servía para acreditar que los participantes habían llevado a cabo una formación reglada.

Ahora, continúan su labor de formación y dan trabajo a diario a varios jóvenes que no solo aprenden el oficio de pastor, sino que colaboran en las tareas del campo y forman parte del proceso de elaboración del queso Mil Caminos.

El producto está teniendo gran acogida en el mercado y eso que matiza que se vende por el «boca a boca», algo que en su opinión, le da «más valor» y significa que sus quesos son buenos.

Esta explotación recibe una subvención anual de 18.000 euros, proveniente de la PAC, pero sufragan sus gastos mediante la autofinanciación, es decir, a través de la venta de los quesos, los corderos y la leche.

Los trabajadores de esta explotación son en su mayoría inmigrantes que llegan en muchos casos sin papeles y que a través de la Casa de Acogida de la Asociación Puente Vida, comienzan a estructurar su vida.

Además de alojamiento y servicios básicos, se les ofrece esta oportunidad laboral y Buitrago valora que algunos de los que han pasado por aquí, están ya trabajando en otras explotaciones de la provincia.

Pastor de toda la vida

La persona que se encarga de explicarles los gajes de este oficio es Antonio Morante, un hombre que lleva toda la vida dedicado al pastoreo, por lo que sus lecciones son casi clases magistrales. Aunque a primera vista todas parecen iguales, es verdad que un pastor reconoce a todas y cada una de sus ovejas, y junto a su perro Rocky, se encargan de cuidar a las 470 que forman parte de su rebaño.

A los 10 años se puso junto a su padre delante de estos animales y desde entonces ha dedicado la mayor parte de su vida a este oficio. Ahora, puede trasmitir sus conocimientos a las personas que participan en este proyecto.

Aunque reconoce que la profesión de pastor es muy «sacrificada», porque no puedes ni «ponerte malo» ya que las ovejas comen todos los días, al final todo el mundo puede aprender a ser un buen pastor, porque en su opinión, «tiene las letras muy gordas».

Sin embargo, reconoce que hay demanda de este tipo de trabajadores debido a que es un trabajo «muy duro» y en ocasiones las explotaciones no encuentran a personas cualificadas que quieran desempeñar esta labor, por lo que supone una «oportunidad laboral» para los jóvenes que participan en la iniciativa en Gomecello.

En cuanto al plan de trabajo, detalla que empiezan las labores del campo a las 7.30 horas y durante todo el día hay trabajo por hacer. Como ejemplo, cuenta que sin ir más lejos, este verano parieron 100 ovejas.

Hay que ordeñarlas, dar de mamar a algún corderito que no coge la teta, sacarlas a pastar y llevarles a donde mejor comida hay, separar a aquellas que están a punto de parir y saber un poco de veterinaria, porque igual hay que ayudar a que nazca un cordero o ver si una oveja tiene mastitis y ya no vale para dar leche.

Morante confiesa que le gusta enseñar y que los alumnos aprendan y tengan ilusión por este oficio, que cada vez está «más olvidado».

Por otro lado, y respecto a la producción, hay que señalar que el queso semicurado Mil Caminos se elabora de forma natural y «completamente artesanal», según detalla la encargada de su elaboración, Raquel Serrano, quien lleva tres años en esta granja. Mientras en otras explotaciones la producción de queso está mecanizada, aquí lo hacen todo de forma manual.

Un proceso artesanal

Nada más que se ordeña a las ovejas, esa leche se trata y comienza el proceso de moldeo de los granos de la cuajada que previamente han elaborado. En cuanto al sabor, lo califica de muy «puro» y esto se debe a que solo lleva leche de oveja y nada de mezcla, ni «una gota de agua siquiera».

Todos participan en las labores que se llevan a cabo en la granja, desde el pastoreo, al ordeño y finalmente el moldeo de los quesos y en total, producen más de 500 kilos de queso al mes.

En esta cadena trabaja también otro joven africano, Max Obene, quien confiesa que en su tierra natal, Ghana, ya había tenido contacto con las labores del campo, aunque no en concreto con ovejas.

Obene lleva cinco años en España y destaca que le gusta esta profesión. Además, reconoce que la situación «está complicada» para trabajar y ésta puede ser una buena salida, porque es una profesión con muchas ofertas laborales.

Los mil caminos recorridos por todas estas personas, al final confluyen en uno solo, en esta cooperativa de Gomecello que les ayudará una vez más, a emprender de nuevo un viaje.

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