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La periodista Marta Fernández posa en el hall del Liceo con un ejemplar de su novela.
«Las miserias de los hombres del siglo XXI son las mismas que las del XVIII»

«Las miserias de los hombres del siglo XXI son las mismas que las del XVIII»

La periodista Marta Fernández mezcla realidad y ficción en su primera novela, ‘Te regalaré el mundo’

Luis Miguel de Pablos

Viernes, 31 de octubre 2014, 11:47

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Habló de periodismo, lo hizo de literatura, también de Salamanca -escenario habitual en su etapa infantil por culpa de sus tíos-, retrocedió en el tiempo tres siglos para hablar de aquellos hombres y sus reyes, regresó hasta nuestros días para desvelarnos que aquellas «miserias» son las mismas que las nuestras,... Y todo lo hizo con la naturalidad y desparpajo que muestra delante de las cámaras, enganchada eso sí a la primera de sus novelas que ve la luz -no lo reconoció pero, sin duda, hay alguna otra en el cajón-. Marta Fernández (Madrid, 1973) se suma al fenómeno editorial de periodistas televisivos y debuta con Te regalaré el mundo (Espasa), una novela en la que mezcla ficción y realidad a partir del personaje Héctor de Rossum, un hombre de ciencia, relojero e inventor al que la reina de Portugal, María Ana de Austria, hace llamar para educar a su hijo José, el heredero del trono. Rossum construye para él ingeniosos aparatos, como el punteador, una suerte de primitiva pianola que enseña a tocar música.

La explicación al perfil de Rossum lo encontramos en la fascinación que siente Marta Fernández por «todo lo que tiene que ver con los autómatas, los relojes, las tuercas, los robots,... la inteligencia artificial, en general». Una pasión que, tal vez por deformación profesional, la autora entremezcla en su novela con preguntas, muchas preguntas. Preguntas universales como la búsqueda de la identidad del ser humano. «Todos nos las hacemos porque, por ejemplo, no elegimos donde nacemos ni quiénes son nuestros padres, de quién nos enamoramos o por qué me gusta la ópera. Desconocemos el por qué de muchas cosas», dejó en el aire ayer Marta Fernández durante el primer encuentro con lectores en el que estuvo acompañada por Pilar Fernández Labrador y Alberto Pérez, presentadores al alimón de ese juego de espejos y contrastes que es Te regalaré el mundo.

La presentadora que, medio en broma medio en serio, colaba versos en sus entradillas de los Informativos define su novela como lo hizo George Lucas con su Guerra de las Galaxias, «una montaña rusa» en la que te lanzas desde el principio sin control y que te lleva a dos épocas no tan distintas separadas por tres siglos. «En el fondo los hombres no son tan distintos aunque les separen tres siglos, comparten la mismas miserias los hombres del siglo XVIII y los del XXI», subrayó ayer en la Sala de la Palabra, poco antes de tachar de «enfermizo» el proceso de documentación que le llevó hasta la primera página de la novela. «Resulta tan interesante tirar del hilo, algo que nos gusta especialmente a los periodistas, que llegué a interesarme por el tipo de murciélago que existía en la comarca de Portugal en la que se desarrollaba la novela», explicó, poniendo como ejemplo que un día antes esa misma curiosidad le llevó hasta un equipo de fútbol al investigar la operación Púnica.

Marta Fernández, que confesó tener ya varias ideas rondando por su cabeza para dar forma a una segunda novela -quién sabe si con Salamanca como escenario-, citó a Descartes para introducir otra de las preguntas vitales que le invadieron en ese proceso de producción. ¿Sirve la inteligencia para encontrar la felicidad? ¿Y te lleva a la bondad? «Cuando muere su hija, Descartes se volvió uraño y se atrincheró para intentar construir una autómata que sustituyera a Francine. A él le sirvió para llegar a esa solución», apuntó la autora quien, como no podía ser de otra forma, también habló de periodismo y del modo en el que se hace periodismo hoy día. Cuestionada por la falta de análisis y la ausencia de una búsqueda de soluciones entre los medios de comunicación, Marta Fernández no tuvo más remedio que asentir y reconocer tal aseveración. «No se busca llegar a un punto de encuentro. Cada uno suelta su rollo, y los periodistas caemos en esa trampa cuando tenemos en nuestra mano la solución no haciendo monólogos. Y para eso hace falta profesionalidad, valor y talento. Y para hacer ese puzzle hacen falta muchas piezas», señaló, ahondando en la dificultad de llegar a este punto «en un país donde gusta más la espuma que la esencia».

Marta, que deseó «larga vida al papel», no descartó incluir rincones de Salamanca en su próxima novela.

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