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Fernando García de Cortázar ha sido uno de los principales defensores de la unidad del Archivo de Salamanca.
«El Archivo es un objetivo clave en la estrategia del separatismo catalán»

«El Archivo es un objetivo clave en la estrategia del separatismo catalán»

«La Generalitat ha actuado a sus anchas mientras a las autoridades les daba igual lo que estaba ocurriendo con los papeles», afirma

FRANCISCO GÓMEZ

Lunes, 6 de octubre 2014, 12:01

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Fernando García de Cortázar es una referencia en la renovación de los estudios historiográficos en España. Catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Deusto, afirma que tras su afán por acercar la Historia al gran público está una apuesta contra la manipulación. Sus estudios lo pusieron en la diana de ETA pero no bajó la voz. Director de la Fundación Vocento, ha recibido numerosos galardones (Premio Nacional de Historia, premio de Novela Histórica Alfonso X) y también ha rechazado siempre que ha tenido ocasión la ruptura de los fondos del Centro de la Memoria. Hoy (Teatro Liceo, 20:30 horas) será nombrado socio de honor por la asociación Salvar el Archivo.

- Si hablamos de historia, la del Archivo de la Guerra Civil es una que viene de lejos. Usted ha estado siempre en contra de la entrega de papeles a Cataluña. ¿Se han acabado por cumplir sus peores pronósticos con este proceso?

- En esta ocasión podemos decir claramente aquello que de aquellos polvos vienen estos lodos. Especialmente desde que en el año 2004 los separatistas catalanes reiniciaban una agotadora campaña de afirmación nacionalista que tenía en el Archivo de la Guerra Civil uno de sus objetivos claros.

- ¿Cuál es su visión de lo ocurrido estos años?

- Durante la última década el nacionalismo catalán ha echado el resto. Ha habido un abuso de poder de la Generalitat, que no solo ha expoliado el Archivo a su antojo, sino que también ha expoliado a la propia Cataluña de su diversidad sin que nadie se le haya puesto enfrente. El Gobierno catalán ha ejecutado el aniquilamiento de una trama compleja de identidades plurales en Cataluña, liquidado la discrepancia ideológica y borrando cualquier diversidad cultural. En esa estrategia el Archivo era un asunto clave, por eso pisaron el acelerador.

- Desde la Generalitat se habla de un proceso que busca restituir a ciudadanos expoliados por el franquismo.

- Es una manipulación del nacionalismo, que configura globalmente una estafa cultural sin precedentes. Lo que se hace es forzar una visión de vencedores y vencidos que diferencia entre Cataluña y España como si fueran dos cosas distintas. En Cataluña hubo vencedores y vencidos como los hubo en Salamanca. Los vencidos del franquismo no se diferencian por regiones.

- Entonces, ¿tenía sentido plantear la entrega de documentos solo a instituciones y ciudadanos catalanes?

- Aquí hemos llegado a una de las máximas expresiones del espíritu secesionista, materializado ahora con el deseo del referéndum de escisión. La idea es siempre la misma: se alienta desde la Generalitat -que por cierto es gobierno en cuanto a que es una parte del Estado que configura la Constitución Española-, una visión de que Cataluña es un país ocupado por España y que desea librarse de la sumisión para llevar adelante su destino.

- Para determinadas voces, mantener los papeles en el Colegio de San Ambrosio es confiscar la historia de Cataluña.

- Es una muestra evidente de cómo los espejismos nacionalistas no se construyen nunca sin destrozar la Historia, la suya y la nuestra, la de todos. Entre otros mecanismos con esa torpe dialéctica de los vencedores y los vencidos que es una grosera manipulación hablando de la Guerra Civil que sufrieron todos los españoles.

- Sin embargo, se articuló una ley de Restitución Documental en el año 2005 que diferenciaba claramente los derechos de las personas expoliadas en Cataluña de los del resto de España. ¿Cree que faltó capacidad de análisis para entender las repercusiones que podría tener esta ley?

- Aquella ley fue un paso más de esa estafa cultural del nacionalismo que ni mucho menos se iba a detener solo en la destrucción del Archivo de la Guerra Civil. Era un aliento más a una Generalitat que con el dinero de todos se ha dedicado a afirmar una Cataluña homogénea y monolítica en vez de fomentar una Cataluña plural. Un paso más en un proceso en el que los nacionalistas catalanes han perdido los puntos cardinales de la sensatez.

- No obstante, la reclamación catalana de los papeles ha recibido en estos años apoyos muy significativos de personas relevantes del mundo político y cultural dentro y fuera de España.

- El problema ha sido que en esa exhibición grosera de la capacidad de manipulación de la opinión pública la Generalitat ha tenido el monopolio del mensaje. No hubo una respuesta clara desde las instituciones nacionales ante las mentiras. Es un aspecto más del proceso vivido estos años, en el que mientras los nacionalistas han podido trasladar sus efluvios sentimentales con toda naturalidad, a los españoles no se nos ha dejado decir que somos y nos sentimos una nación.

- Particularmente activa en esta reclamación es la Comisión de la Dignidad, que cita principios internacionales para amparar su reclamación de los papeles de Salamanca.

- La Comisión de la Dignidad es una manipulación de raíz, comenzando por el propio nombre. ¿Dónde está la dignidad en este caso? Solo hay manipulación sobre manipulación. En el mundo hay miles de museos, archivos y centros culturales de origen discutible pero que hoy tienen valor porque representan un momento histórico concreto. Es absurdo introducir un elemento regional catalán que distorsiona la configuración de un archivo nacional.

- Precisamente, la Ley de Restitución ha permitido a la Generalitat reclamar la parte catalana de documentos integrados en archivos de carácter estatal, como los del Partido Comunista o la CNT.

- Forma parte del drama de hacer creer que todo pasaba por la afirmación de un estado catalán durante la Guerra Civil. Esos archivos que se han roto procedían de UGT, la CNT, o el PCE, que eran organizaciones con una orientación unitaria española, que no tenían archivos que separaran Cataluña y otros lugares de España. Creo que de hecho es una ofensa para esas organizaciones que ahora sus papeles los tenga y supuestamente los reparta un gobierno burgués catalanista.

- La ley de Restitución se aprobó en un contexto político determinado, en el que el PSOE necesitaba apoyo del nacionalismo catalán en el Congreso, pero después no se ha cambiado.

- Ha faltado determinación porque cala la manipulación nacionalista en el imaginario colectivo. A veces la Historia no la escriben los vencedores, como se dice a menudo, sino que tienen más fuerza otras voces. Aquí hay un caso de una imagen construida artificialmente de un país explotado.

- ¿Está al tanto de las denuncias de la Asociación Salvar el Archivo que afirman que además la Generalitat ha vulnerado la propia ley para reclamar y obtener miles de documentos que en realidad no debería haber recibido?

- Conozco ese problema, que pone de manifiesto que aquí ha habido un entreguismo al nacionalismo catalán, que ha actuado a sus anchas construyendo un archivo artificial y haciendo lo que ha querido. No ha interesado a nadie saber qué pasaba en el Archivo de la Guerra Civil, mientras que los nacionalistas han entendido que tenían en su mano una herramienta para formar esa conciencia nacional y ese espíritu patriótico. Todo, por cierto, muy en la línea de la ingenuidad celestial de nuestra Transición, que siempre pensó en la buena voluntad de todas las partes y no reparó en que estaba poniendo en manos de quienes no querían a España numerosos recursos para crear es imagen de Cataluña como nación ocupada que requiere medidas heroicas para encontrar su libertad.

- ¿Cómo se encaja el conflicto del Archivo en medio de la actual situación política en torno a la consulta?

- Como un ejemplo de ingenuidad y silencio de los responsables políticos nacionales. Silencio que también se ha vivido con todo el proceso del referéndum y el llamado derecho a decidir. Un mecanismo perverso y tramposo en el que se pide que se elija entre la bolsa o la vida; entre una Cataluña imaginaria libre de todo problema o una Cataluña oprimida y esquilmada por España. Un dilema que solo puede tener como respuesta: ninguna de las dos.

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