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SANDRA BAZ / WORD
Jueves, 18 de septiembre 2014, 13:55
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Los enfermos con leucemia o con alguna enfermedad de la sangre son pacientes que pasan muchos meses, en algunos casos años, hospitalizados. La Asociación Contra la Leucemia y Enfermedades de la Sangre (Ascol) intenta facilitar la vida de estos pacientes y de sus familiares en el largo trance de convalecencia.
Ascol proporciona alojamiento a los familiares que vienen de otras ciudades ya que la Unidad de Hematología de Salamanca es un servicio de referencia para este tipo de enfermedades en toda Castilla y León y en algunas capitales españolas. «En número, la mayor parte de los pacientes viene de Ponferrada (León) pero, en distancia hemos llegado a tener hasta personas de Tarifa», comenta la presidenta de Ascon, Ascensión Hernández.
Hace 20 años, la fundadora Carmen Mirón, se dio cuenta de que los pacientes que sufren un cáncer hematológico tienen unas necesidades que ni la administración ni la Seguridad Social cubren como por ejemplo, el del alojamiento. Por ello, puso en marcha esta asociación que ahora está viendo peligrar parte de los programas que lleva a cabo por falta de financiación. «Han desaparecido todas las subvenciones públicas», señala la presidenta.
Los programas que llevan a cabo como el servicio de información y asesoramiento de la enfermedad, al paciente y a su entorno familiar;el de alojamiento; ayudas materiales; acompañamiento, etc., dependen del hecho de encontrar recursos suficientes para continuar.
Los enfermos con cáncer en la sangre constituyen un gran porcentaje de la población, un 12 por cientos, y estos pacientes se han acostumbrado a la labor invisible de Ascol como es proveer de una televisión gratuita o de un cómodo sillón-cama para el acompañante, a todos los pacientes ingresados en la unidad de oncohematología. También se han acostumbrado al Café con Ascol en el que todas las mañanas y todas las tardes en la sala de estar de la planta ofrecen con el fin de dar ánimo, escuchar o charlar;se han habituado a los talleres de relajación, juegos y manualidades. También se han adaptado al programa de emparejamiento en el que una persona que ya ha superado la enfermedad acompaña a otra a la que se la acaban de diagnosticar para ayudarle a superar esos primeros momentos tan duros. Se han arraigado al hecho de que pueden encontrar a un voluntario que se quede, en cualquier momento, con el enfermo cuando el acompañante tenga que salir del recinto hospitalario o a las visitas que realizan para dar ánimo a los enfermos de la planta, del Hospital de Día o de la consulta de hematología.
Estos programas se recortarán, según ha comentado la presidenta, si no funciona el programa de sensibilización y captación de socios y de donantes. «Estamos organizando numerosas actividades para financiarnos», afirma Ascensión Hernández, y añade, «pero necesitamos más socios para ser autosuficientes».
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