La vida de Ángel Carromero, miembro de Nuevas Generaciones del PP, dio un vuelco el 22 de julio de 2012. Ese día, estando en Cuba, sufrió un accidente de tráfico que acabó con la vida de dos líderes de la disidencia política en la isla: Oswaldo Payá y Harold Cepeda. Un cuarto ocupante del vehículo, el sueco Jens Aron Modig, resultó ileso, como el propio Carromero. Las autoridades cubanas le acusaron entonces de ser el responsable del siniestro -él iba al volante- y gracias a una autoconfesión le condenaron a cuatro años de cárcel por homicidio imprudente. Tras más de cinco meses en una prisión cubana, el político madrileño fue trasladado a España para cumplir el resto de la condena, donde Instituciones Penitenciarias le concedió el tercer grado. Ahora vive en régimen de semilibertad, con un seguimiento telemático que controla sus horarios. «La pulsera que llevo en el tobillo me recuerda que, de momento, va ganando Castro», dice Ángel Carromero, quien acaba de presentar su libro 'Muerte bajo sospecha. Toda la verdad sobre el caso'.

Su primera incursión en el mundo de las letras llega después que el pasado septiembre la Audiencia Nacional de Madrid se opusiese a su indulto, que pidió la familia de Payá, por no encontrar "razones de justicia, equidad o conveniencia" para ello, al considerar que hace vida normal gracias al tercer grado penitenciario que disfruta y que no había mostrado arrepentimiento. "Si hay un indulto justo sería éste. No veo una causa objetiva para que no se conceda y más cuando se lee que el fiscal se opuso porque decía que no estaba arrepentido. ¿De qué se tiene que arrepentir alguien que es inocente y que la familia no le culpa de nada?", se pregunta el dirigente de Nuevas Generaciones, que se muestra agradecido -al menos en público- por el apoyo recibido desde Génova, especialmente de Esperanza Aguirre y María Dolores de Cospedal.