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En primera fila, Gabriel García Márquez; detrás, Mario Vargas Llosa. / Archivo
LITERATURA

Vargas Llosa propinó a García Márquez hace 38 años el puñetazo más sonado de las letras hispanas | El Nobel peruano nunca se reconcilió, que se sepa, con él

PPLL

Miércoles, 23 de abril 2014, 18:27

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Tuvieron casi cuatro décadas para echar pelillos a la mar, pero Gabriel García Márquez dejó este mundo sin haberse reconciliado, que se sepa, con su otrora íntimo amigo y, como él premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, que le propinó hace 38 años el puñetazo más aparatoso y sonado en la historia de la literatura hispana. Pasaron en un instante de amigos del alma a enemigos íntimos.

Gabo y Marito, apelativo del peruano en sus años mozos, compartieron muchas cosas desde que se conocieron en el Aeropuerto de Carcas el 1 de agosto de 1967, cuando Vargas Llosa iba a recibir el premio Rómulo Gallegos. La sincera admiración mutua y el respeto por la obra del amigo derivó en una profunda amistad -Mario apadrinó a un hijo de Gabo- que se quebró en 1976 por causas jamás explicadas abiertamente.

Fue el 12 de febrero de 1976 tras el pase privado de la película Sobrevivientes de los Andes en el Palacio de Bellas Artes de México cuando García Márquez, que se disponía abrazar a su colega, quedó con un ojo a la funerala tras recibir el fiero y contundente derechazo de su hasta entonces muy querido Mario Vargas. "Por lo de Patricia" -la esposa del escritor peruano-, parece que fueron las palabras del ofendido Marito cuando lanzó el puño que tumbó a Gabo, que cayó con rostro ensangrentado y sin decir ni mú. Otros dicen que no hubo palabras. Elena Poniatowska, última ganadora del Cervantes, fue quien aplicó el clásico y efectivo remedio del filete sobre el rostro amoratado del genio colombiano.

García Márquez tenía entonces 49 años y Vargas Llosa 40. El colombiano pidió dos días después a su amigo fotógrafo Rodrigo Moya que le retratara con el ojo amoratado, acaso con la intención de denunciar al agresor. Y así apareció, sonriente y sin asomo de dolor, en la portada del rotativo La Jornada, que publicó la imagen tres décadas después.

Algunas versiones apuntan que García Márquez habría sugerido a Patricia que se separase de Vargas Llosa tras una supuesta infidelidad del escritor peruano. O que Patricia, para vengarse de la aventura de su marido y primo con una azafata sueca, le dio a entender que en su ausencia, había tenido una aventura con Gabo.

Vargas Llosa desafió a la posteridad diciendo que la verdad nunca se sabría del todo, dado que ninguno de los dos grandes púgiles de la literatura hispana hablaría jamás del suceso. Un incidente al que también se quiso dar una explicación ideológica, dado que ambos narradores estaban políticamente situados en las antípodas, socialista y amigo de las revoluciones Gabo, liberal conservador Marito.

Admiración

La edición conmemorativa de los cuarenta años de Cien años de soledad a cargo de las todas las academias hispanas incluye parte de Historia de un deicidio, el extenso ensayo de Vargas Llosa escribió antes del puñetazo que troco en enconada enemistad una profunda amistad. Una complicidad que se fraguó en los años de Barcelona, cuando ambos vivían apenas a una manzana de distancia en el barrio de Sarriá y los dos estaban bajo la tutela de la superagente Carmen Balcells, crucial guardiana de sus talentos y sus carreras.

En aquellos años intercambiaban elogios con alegría. Para García Márquez, el peruano era "el último caballero andante de la literatura", y el peruano declaró al colombiano "Amadís de América". Vargas Llosa dedicó dos largos años al estudio de la gran obra de su colega. La ensalza en un análisis de 700 páginas en que declara a Gabo como un dios capaz de crear su universo propio. Antes de condenarlo al infierno de un puñetazo, Vargas Llosa manejó la idea de escribir a cuatro manos una novela sobre la guerra que enfrento a Perú y Colombia en 1932.

Hubo una ocasión de oro para la reconciliación en el Congreso de la Lengua celebrado en Cartagena de Indias en 2007 y en el que se rendía homenaje a Gabo por su 80 cumpleaños. Se publicó entonces la aludida edición especial de 'Cien años de soledad' con motivo del homenaje al Nobel colombiano en el congreso de Cartagena. Aunque el histórico análisis de Vargas Llosa abría aquella edición histórica, ni el peruano ni el colombiano cedieron.

Seguían a la greña, como reconoció el expresidente de Colombia, Belisario Betancourt, horas antes del arranque del IV Congreso Internacional de la Lengua y tres décadas después de la agresión. Con todo, según Betancourt, el encontronazo entre los dos titanes de la literatura entraba "en una zona cariñosa de ablandamiento". "Me apresuro a aclarar a la prensa que la inclusión del ensayo de Vargas Llosa no establece que hayan reanudado las relaciones", dijo Betancourt. Explicó luego la respuesta de cada uno de los escritores cuando se le preguntó si tendrían inconveniente en que se incluyera el ensayo -para muchos el mejor trabajo que se ha escrito sobre Cien años de soledad- en la edición conmemorativa. "No tendré inconveniente, pero no se lo voy a pedir", dijo García Márquez. "No tengo inconveniente, pero no se lo voy a ofrecer", fue la respuesta de Vargas Llosa.

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