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tribunales

«La vagancia lleva a la repulsión»

Así consta en el escrito de defensa presentado por uno de los abogados ante la Sala que juzga a los cuatro supuestos neonazis por dar una brutal paliza a un indigente cuando dormía en un fotomatón

EUROPA PRESS

Martes, 12 de marzo 2013, 17:49

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Uno de los abogados de los cuatro neonazis juzgados este martes por presuntamente apalear a un indigente el 23 de agosto de 2009 ha asegurado en un escrito presentado ante la Sala que "la vagancia" y "el constituirse un parásito de lo decente" lleva a la repulsión y a añorar con "nostalgia de tiempos pasados" la Ley de vagos y maleantes de 1933.

Así consta en el escrito de defensa presentado por uno de los abogados ante la Sala que juzga a los cuatro supuestos neonazis por dar una brutal paliza a un indigente cuando dormía en un fotomatón de la zona de Moncloa, dejándole en coma debido a los fuertes golpes y con la pérdida del habla por lesiones neurológicas.

"Hoy empieza a resurgir en círculos políticos que tienden a prohibir la mendicidad, plaga de nuestras ciudades porque hay nostalgias de tiempos pasados", añade el escrito del letrado defensor, que reconoce añorar la citada ley. Esta norma fue aprobada en 1933 por consenso de todos los grupos políticos de la segunda república para el "control de mendigos, rufianes sin oficio conocido y proxenetas", rezaba el texto.

Mykhaylo T.; Javier R. B.; María Leticia G. D. e Iván L. G. se sientan desde hoy en el banquillo de los acusados por un delito de lesiones. Se enfrentan a penas de doce o diez años de prisión, así como a una indemnización conjunta de 300.000 euros a favor de la víctima. El procesado Enrique Simón G. C. se encuentra en situación de rebeldía.

Según el fiscal, sobre las tres de la madrugada del 23 de agosto de 2009, los procesados empezaron a propinar patadas en la cabeza a un indigente --Rafael-- que estaba pasando la noche en un fotomatón en la calle Arcipreste de Hita.

A consecuencia de la agresión, el hombre sufrió un traumatismo craneoencefálico con contusión hemorrágica intraparenquimatosa, de la que tardó en curar 541 días. Como secuela, a Rafael le ha quedado una alteración cognitiva-conductual que le limita para cualquier actividad de cierta complejidad, circunstancia en la que requiere supervisión de terceros.

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