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fútbol | liga europa

Cordialidad y ambiente festivo entre hinchas de Atlético y Athletic

Bucarest se tiñó de rojiblanco en una jornada histórica para el fútbol español

COLPISA

Miércoles, 9 de mayo 2012, 22:11

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Veinte mil españoles se dejaron notar este miércoles en las calles de Bucarest por la final de la 'Europa League' de fútbol entre Atlético de Madrid y Athletic de Bilbao, con la cordialidad y el clima amistoso entre las hinchadas como nota dominante en las horas previas al duelo.

Antes del encuentro, las dos aficiones pudieron celebrar en la capital rumana el haber llegado tan lejos en la competición.

«No viví nada igual, es impresionante cómo está todo esto y la cantidad de gente que ha venido», comentó Ander, un hincha de Barakaldo que llegó a Bucarest el martes con un grupo de amigos, su «cuadrilla» de los partidos de San Mamés.

La afición del Athletic ganó en la batalla de los cánticos, dejándose escuchar mucho más que sus 'rivales' del Atlético, aunque en ocasiones se hacía complicado distinguir a qué equipo pertenecía cada uno por la coincidencia de la camiseta rojiblanca y por lo mezcladas, en total armonía, que estuvieron a lo largo del día.

Como elemento distintivo de los vascos, sus tradicionales «txapelas» (boinas) y la 'ikurriña', dos de los elementos más repetidos entre los 'leones'. El argentino Marcelo Bielsa, técnico del Athletic, estuvo muy presente en los cánticos pre-partido de sus hinchas, que terminaban cada uno con un sonoro «`Biel-sa!».

El centro neurálgico habilitado por la UEFA para la afición del Athletic se situó en la Plaza de la Constitución, frente al actual Parlamento y anteriormente palacio del dictador Nicolae Ceaucescu, mientras que la 'zona fan' del Atlético de Madrid se colocó en la plaza George Enescu, a dos kilómetros.

Allí las aficiones podían matar las horas antes del partido con música, un escenario, comida y mucha cerveza, aunque muchos grupos de hinchas prefirieron pasear y disfrutar de los bares y restaurantes de la zona peatonal de la ciudad, en los alrededores del Banco Nacional.

Esa misma zona de Bucarest, por su alta concentración de bares y discotecas, fue el epicentro en la noche del martes al miércoles de la fiesta de los hinchas, de nuevo mezclados con deportividad y sin incidentes destacados.

«Si yo hasta he hecho amigos vascos aquí. Nos hemos cambiado el Facebook para seguir en contacto», explica Emilio, de Tarazona (Zaragoza), pero aficionado del Atlético de Madrid que presume de ser de tercera generación («Mi abuelo y mi padre también lo eran»).

En los bares y 'pubs' del centro, a ritmo de Black Eyed Peas, Queen, Tina Turner y grandes éxitos de la música rumana, aficionados de los dos equipos compartían espacio, copas e incluso baile, hasta muy, muy tarde.

«Yo no sé qué dicen de España, `si la marcha está en Rumanía!», comentaba una aficionado vasco apoyado en la barra de un bar, a punto de pedir otra cerveza. Mientras, Alina, una cantante de pop-rock en un pub, seguía con el micrófono en la mano después de que un espontáneo le colocara una 'txapela' vasca.

Tras pocas horas de sueño muchos de ellos estaban de nuevo en pie a media mañana del miércoles para no perderse ni un minuto de una jornada inolvidable, que para muchos puede ser histórico si su equipo consigue el título.

Después de comer en las zonas de hinchas o en los restaurantes de la ciudad, muchos empezaban a hablar de cómo llegar al estadio, el Nacional, un moderno recinto inaugurado en septiembre de 2011 y situado en el extremo este de la capital, que se caracteriza habitualmente por su tráfico caótico.

La mayoría de los visitantes españoles a Rumania abandonará el país el jueves, bien con el orgullo de haber ganado el trofeo o con la desilusión de haberse ahogado en la orilla.

Bucarest, seguramente, recuperará de nuevo la tranquilidad y empezará a descolgar las banderas españolas que ondean estos días en el centro de la ciudad.

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