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Ilusión fugaz por el 'Regordo'
lotería de navidad

Ilusión fugaz por el 'Regordo'

Cien mil números soñaban con el ‘Gordo’ más gordo en dos siglos de historia de la Lotería de Navidad

MIGUEL LORENCI

Jueves, 22 de diciembre 2011, 19:23

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La ilusión por el 'Gordo más gordo de la historia de la lotería duró apenas tres cuartos de hora en el salón de sorteos. Fue lo que tardó en salir del gigantesco bombo el 'Regordo', el premio mejor dotado en los dos siglos de la historia de la Lotería de Navidad. Apareció a las 9,57 después de un tímido y poco jaleado cuarto premio que apareció a las 9.35 y con billetes para Cartagena y Tenerife. El deseado 'Súpergordo' pasó así de puntillas por la sala para marcharse íntegro a Huesca, a la localidad de Grañén, que de buena mañana recibía una dichosa lluvia de millones.

Con la fortuna pasando de largo por el salón del Palacio de Congresos de Madrid, la ilusión por el sorteo del año, que había arrancado a las nueve horas y quince minutos, comenzó a perder enteros. Era el segundo 'Gordo' más tempranero en los últimos años después del 'súpermadrugador' premio grande que en 2004 había salido a los cinco minutos de iniciarse el sorteo. Once de los trece premios restantes fueron cayendo espaciados y sin explosiones de alegría en la sala, hasta que el remolón segundo aparecía al filo de las 12:30. Se fue a Manises, Valencia, y llenó de millones la sede el PP el mismo día que esta formación estrenaba Gobierno.

Para entonces aún quedaba una hora de tediosa pedrea y la desencantada concurrencia había dejado el salón medio vacío y sin algarabía.

Los más forofos seguidores de este tradicional sorteo, los que se pasan la noche al raso, los que se disfrazan y buscan con ahínco los objetivos y los micrófonos para colocarles su imagen y su historieta, perdieron fuelle y empuje. Estaban, además, en el sorteo más largo de la historia, el mejor dotado, con cuatro millones de euros para el primer premio -400.000 euros al décimo-. Pero también el que más números ha tenido nunca, 15.000 más que el año pasado, un total de 100.000 bolas que tardaron en salir y emparejarse con los premios más de cuatro horas.

Mucho tiempo cuando lo mejor estaba dicho en los primeros compases de un sorteo histórico cuyos testigos veían como un montaña de euros viajaba hacia el norte y otra hacia este no aparecía ni un mísero décimo en la sala. Tampoco estuvieron los bromistas profesionales, especialistas en sembrar la confusión y montar el pollo en los últimos años para beneficio de sus programas.

El punto y la i

La surte la cantaron, de nuevo, dos críos de origen hispanoamricano. Fue en el séptimo alambre de la segunda tabla, cuando una chica y un chico del colegio de San Ildefonso, María José Posligua Borrero y Johan Fernández Llimuri, entonaron la cifra mágica, 58.268, y el millonario sonsonete que convertía al número en multimillonario. Rubén Gámez Sánchez había extraído el número y el premio había caído de las manos de Nayeli González Azuaga.

María José y Johan son como el punto y la i. Los dos con gafas. Ella es espigada, muy alta. Ecuatoriana de trece años y residente entre nosotros desde hace una década. Johan es bajito para sus diez años. Es boliviano, lleva siete años aquí, y no había "ni soñado" con cantar el 'Gordo', como su compañera. Sí lo soñó Camila, hermana de Johan que también está en el colegio y cantó el jueves.

Tras bajar del escenario donde cantó el 'Gordo', Johan estaba tan sorprendido y apabullado por la marabunta de informadores que se abalanzó sobre él como María José. Los vigilantes jurados le subieron en volandas a un estrado, arrojándoles sin miramientos a las fieras de los flashes y los micros. Johan apenas acertó a explicar que su única preocupación fue que no se le cayera al suelo la diminuta bola del premio. Una esferita de madera de boj de apenas tres gramos de peso y dos centímetros de diámetro El ella está impreso con láser el número, igual que en la bola del premio. "Tuve ganas de llorar pero me contuve. Fui valiente y estoy muy alegre y orgulloso" acertó a explicar con desparpajo.

María José, que había cantado con vigor, se dejó ganar por la vergüenza y explicó que había sentido "una enorme emoción". Los críos y sus compañeros habían estado tres meses ensayando y ahora no ocultaban que les haría ilusión que los agraciados se acordaran de ellos y les cayera "algún regalo". "Un viajecito con mi familia no estaría mal" dijo la tímida María José esbozando una sonrisa. El entusiasmo lo había aportado Gilselle, amiga y vecina de Marianela, la mamá de Johan, que gritó a voz en cuello "`Mi enano ha cantado el Gordo!. `Mi enano! `Mi enano!" en plena sala.

Crisis obliga

Era, sobre el papel el sorteo más ilusionante. Llegaba en lo peor de una crisis que no cede y que castiga a diestro y siniestro. Quizá por ello hubo menos 'friquis' por metro cuadrado que otros años en la sala. Fueron esta vez minoría quienes tuvieron el cuajo o el humor de disfrazarse para montar su numerito en un salón en el que caben dos millares de persona y en que había bastantes huecos. Por lógica, había estado menos nutrida la cola de quienes aguardan en vela buena parte de un noche de esperanza que suele gélida para asegurarse un puesto en al primeras filas y la atención de los medios.

Muchas de las butacas del salón las ocuparon personas ataviadas con los más diversos y estrafalarios disfraces. La mayoría habituales de este evento mediático al que acuden cada año en busca de la suerte en forma de millones y de unos fugaces segundo de fama. Forofos loteros a los que los centenares de cámaras que cubren el sorteo ofrecen una cálida y simpática complicidad. No faltaron una duquesa de pega Alba con su flamante esposo, una troupe de cooperativistas sin vivienda disfrazada de la casa de sus sueños, los habituales Santa Claus, pasando por abanderados, romanos, emplumados o endecimados y empedrados de bisutería.

Pero aun así los 'profesionales' de lo estrafalario no faltaron. Allí estuvo Enrique Vilches que este año se disfrazo de Cayetana, Duquesa de Alba, y acudió con melena rizada y cana, labios y vestido rojísimos, y cogido del brazo con un Alfonso Díez de de pega de su brazo. Vilches lleva trece años viajando cada 22 de diciembre desde Cebreros, en Ávila, a Madrid para mostrar su espectáculo. Volvió a captar la atención de las cámaras, como había hecho cuando doce meses antes se disfrazó de Belén Esteban, la "princesa del pueblo". Ni con la aristocracia popular ni con la real y más rancia la suerte estuvo de su lado.

La troupe más llamativa y colorista llegó este año desde Moraleja de Enmedio. Un decena de jóvenes de esta población madrileña llegó con su casa y sus problemas a cuestas. Se disfrazaron con las viviendas que les niega la crisis, ya que la cooperativa que formaron para obtener un techo "está fuera de juego". Llevan la friolera de 450 días acampados pidiendo al ayuntamiento de su localidad, al sur de Madrid, que apruebe el plan de urbanismo y construyan sus casas. Jugaban el 11.010 , la fecha del inicio de sus protestas. Pero la suerte les fue esquiva y tuvieron que marcharse con la casa -de gomaespuma- a otra parte y sus miradas tan gachas como su orgullo.

Tampoco faltó el trío formado por Marcelo, Rufinio y Fernando, habituales animadores del circo lotero desde hace una docena de años con sus llamativos disfraces. Marcelo Budia, octogenario de Cuenca y alma del trío, se disfrazó "de romano a mi manera", con colgajos de metal y decenas de caballos de latón. Tiene una colección de treinta trajes manufacturados y diseñados por él y, como la edad obliga, el de hoy era el más ligero. "Apenas pesa siete u ocho kilos" se felicitaba el jubilado que confiesa que "la organización me deja pasar sin aguantar la cola, por veterano".

A pesar de su fidelidad al sorteo, dice que jamás ha pillado un pellizco y eso que se juega "en torno a mil euros". "Eso es lo que puedo decir, que si mi mujer se entera de la cifra verdadera me mata" bromea este hombretón que, como tantos y tantos españoles, acababa la mañana apelando a la salud y añorando los millones que un año más le dieron esquinazo. También captaron bastante atención y ni un solo euro las tres jóvenes brujas de la suerte envueltas en trajes confeccionados con billetes de euro al los que Maite, Angelines Esther y Candela dedicaron "dos semanas de trabajo". Llegaron de Lerma y, como las novatas que son, tuvieron que aguardar la cola.

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