Borrar
La Policía desaloja a los 'indignados' de Nueva York
'ocuppy wall street'

La Policía desaloja a los 'indignados' de Nueva York

Los manifestantes han levantado barricadas en el centro del campamento desafiando a los agentes

MERCEDES GALLEGO

Martes, 15 de noviembre 2011, 18:13

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Noche de acción en el Bajo Manhattan. Dos días antes de que el movimiento 'Ocupa Wall Street' cumpliera dos meses, y a siete horas de que los 700 detenidos del puente de Brooklyn empezasen a comparecer ante los tribunales, el alcalde de Nueva York Michael Bloomberg dio la orden de desalojar la mítica Plaza de la Libertad que renaciese en Zuccotti Park. No se puede desalojar una idea, sentenciaba la página del movimiento cuando regresó la calma y se contuvo la rabia. Miles de libros acababan de terminar en el basurero, junto a todo el equipo de supervivencia acumulado durante dos meses con donaciones de todo el mundo. Los primeros mensajes de pánico habían saltado en los teléfonos moviles poco después de la una de la madrugada hora local, cuando cientos de agentes rodearon la plaza y dieron a sus ocupantes veinte minutos para abandonarla. Más de lo que dispusieron sus seguidores para saltar de la cama y acudir a la llamada de socorro que daba vueltas por la web a esas horas intempestivas.

Un lento hormiguero de bicicletas empezó a recorrer las calles desiertas de Manhattan camino a los aledaños de la Bolsa donde se instalaron los indignados neoyorquinos el 17 de septiembre para reclamar una mirada crítica hacia quienes desataron la crisis. Esta vez la Policía había aprendido del amago de hace justo un mes, cuando el propio alcalde notificó personalmente que serían desalojados a las siete de la mañana por razones sanitarias. No pudo llevarlo a cabo. A la hora prometida, ésa en la que abren los mercados de bonos, el Ayuntamiento no podía permitirse cerrar durante horas el corazón financiero para detener a las miles de personas que se habían dado cita en la plaza.

Por eso en esta ocasión lo hizo sin previo aviso, con nocturnidad y alevosía. CJ Philips, de 51 años, fue uno de los pocos que logró empaquetar sus bártulos y salir del parque en los veinte minutos de plazo. Confiesa que después de un año viviendo en la calle, tiene práctica. Es uno de los sin techo que se unió a los indignados porque un amigo le dijo que tendría cama y comida gratis. En realidad la tienda de campaña no la consiguió hasta hace dos días pero en Zuccotti Park recuperó el activismo que abandonó al quedarse sin trabajo y sobre todo la dignidad perdida con la crisis. Anoche, cuando caminaba Broadway arriba empujando su carrito, los coches le tocaban el claxon en señal de apoyo y él les devolvía con orgullo las consignas revolucionarias que ha aprendido Zuccotti Park. ¡No permitiremos que nos roben nuestra democracia!, gritaba con el puño en alto.

Resistencia contra la Policía

Los jóvenes que se jugaban más que un trozo de suelo tardaron más en cumplir la orden de desalojo. Un centenar de ellos se atrincheró en la cocina del campamento y algunos incluso se encadenaron a los árboles con la esperanza de ganar tiempo hasta que llegaran refuerzos. Acudían de todas partes, pero la policía había bloqueado varias manzanas alrededor y empujaba a la masa hacia el extraradio de Zuccotti Park. Los indignados trataban de reorganizarse pero el asalto les había pillado por sorpresa, por mucho que los desalojos del fin de semana en Oakland, Portland y otras partes del país debieran haber servido de advertencia.

Al Ayuntamiento, en el toro, en Union Square Ante la falta de líderes, los mensajes para reagruparse sólo consiguieron dividir a los manifestantes, que acabaron desperdigados por el Bajo Mahattan en pequeños grupos, coreando consignas de rabia. ¡Vosotros también sois parte del 99%!, gritaba una chica a la cara de los agentes. ¡Wall Street también controla vuestras pensiones!. El intento de lograr que se identificaran con los manifestantes funcionó en las protestas contra la guerra de Vietnam que marcaron el verano del 68, pero no en este otoño del 2011. A la menor excusa los agentes sacaban las esposas, generalmente por el simple hecho de bajarse de la acera para cruzar la calle, y no faltaron golpes, porras y gases lacrimógenos. Y hasta cabezas rotas, pero en este caso la víctima no fue un veterano de Irak, como ocurriese con el desalojo de Oakland hace dos semanas, sino un concejal hispano, Ydanis Rodríguez, que fue detenido chorreando sangre.

El movimiento de indignados estadounidenses que ha hecho de la desigualdad social el centro de su protesta preveía ya la ramificación en llamas vecinales que habían de prender esta misma semana, coincidiendo con el aniversario de su segundo mes. Los políticos pueden físicamente sacarnos de nuestros espacios públicos -nuestros espacios- y físicamente pueden triunfar, pero no lograrán sacarnos de la batalla de las ideas en la que nos hemos involucrado: las estructuras políticas deben servirnos al pueblo y no sólo a los que han amasado dinero y poder, lapidaba un comunicado del movimiento antes del amanecer.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios