Borrar
Batería de Castillitos

Batería de Castillitos

Cañones de casi 18 metros y vistas espectaculares de la bahía de Cartagena y de la sierra de la Muela en uno de los últimos rincones salvajes de la costa levantina

GUÍA REPSOL

Martes, 15 de septiembre 2015, 12:52

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Le dicen Castillitos porque su entrada es como un castillo de parque de atracciones, con mucha torrecilla y almenilla, pero lo que hay detrás de esa portada medieval de mentirijillas, impresiona. Situada en el cabo Tiñoso, en el término de Cartagena, cerca de La Azohía y a 250 metros sobre el mar, impresionan sus octogenarios cañones con sus tubos de casi 18 metros. Impresiona el laberinto que forman las distintas dependencias (para cada cañón, una sala de máquinas, una chillera, un depósito de pólvora, una cámara de carga y un almacén de repuestos), todas ellas semienterradas y mimetizadas con el terreno, imitando las texturas de la roca. E impresionan, lo que más, las vistas de la bahía de Cartagena, de la de Mazarrón y de la abrupta sierra de la Muela, uno de los últimos espacios vírgenes de la costa mediterránea española.

La batería se instaló entre 1933 y 1936 para defender la entrada a la base naval cartagenera. Para ello se dotó con dos cañones británicos de 381 milímetros, los más potentes y eficaces de la época, capaces de disparar un proyectil de casi una tonelada a 35 kilómetros de distancia. La batería sólo se disparó una vez en 1937 y desde entonces su mera presencia ha bastado para mantener alejado a cualquier barco enemigo. Y fue reformada para atraer a los curiosos en 2009.

Se accede a ella yendo por la carretera que conecta la ciudad de Cartagena con La Azohía. Antes de llegar a esta localidad costera, y tras haber pasado las Cuestas del Cedacero, se ha de coger un desvío que conduce al caserío de Campillo de Adentro. Una vez rebasado éste, la carretera asciende durante ocho kilómetros hasta arriba, hasta la curiosa construcción y sus impresionantes vistas.

La batería está en una posición verdaderamente estratégica. Para disparar, cuando disparaba. Y también para comer después de la visita, pues se puede optar entre una lecha recién pescada en La Azohía o los típicos michirones (un guiso elaborado con habas secas, huesos de jamón, tocino magroso, chorizo, patatas y cayena) que hacen en Cartagena. O un caldero del Mar Menor, que tampoco anda muy lejos.

Fuente: Guía Repsol

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios