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La Pedrera.
Barcelona: mucha vida

Barcelona: mucha vida

Os recomendamos una ruta cultural y gastronómica de 48 horas por la Ciudad Condal

GUÍA REPSOL

Lunes, 15 de junio 2015, 19:34

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Gaudí y Miró, sí, pero también playas y chiringuitos donde el arte más apreciado es dejarse esculpir por el sol y el mar. La catedral de todos, en el Barrio Gótico, y la de los pobres, en el Born. Mercados para abrir el apetito y luego cerrarlo con una tapa de callos: la Boquería y Santa Caterina. Mil arroces en la Barceloneta y un restaurante sólo de postres. Clubes de culto y pistas para bailar bajo las estrellas. Un paseo en golondrina y un chapuzón con los tiburones del Aquàrium. También hay ruinas, como en todas partes, pero quién viene a ver piedras rotas habiendo tanto arte, tanta vida.

9.00 La Pedrera: el mejor Gaudí

Cuando un monumento puede visitarse desde las 9.00 hasta la medianoche es porque hay una cifra astronómica de personas deseando verlo, así que conviene ser de los primeros en casa Milà. Evitaremos colas, nos cundirá el día y disfrutaremos, desde la azotea, de una hermosa vista del Eixample, dorado por el sol aún bajo de esta hora. Conocida como La Pedrera (la cantera, en catalán) por el aspecto pétreo de su fachada, cuyos bloques fueron tallados in situ hasta adquirir el acabado áspero y sinuoso de la roca natural, la casa es obra del mejor Gaudí, que entonces (1906-1912) rondaba los 55 años y estaba en la plenitud de su carrera. Es el edificio de viviendas más bello y representativo del modernismo en Barcelona. Además de la azotea, se visitan una exposición sobre Gaudí, los patios y una casa decorada como hace un siglo. También se ofrece una visita guiada nocturna, la Pedrera Secreta.

10.30 Tour de cumbres modernistas

Una de las fotos más repetidas por quienes visitan La Pedrera es la de la Sagrada Familia vista a través del arco que hay en la esquina oriental de la azotea. La basílica, obra cumbre de Gaudí y símbolo de Barcelona, es una visita importante, pero tampoco nos podemos perder la manzana de la discordia del paseig de Gràcia (así llamada por la rivalidad existente entre los arquitectos que construyeron en ella), con las casas Amatller, de Puig i Cadafalch; Lleó Morera (no visitable), de Domènech i Montaner; y Batlló, de Gaudí. Este tramo del paseo, comprendido entre las calles de Consell de Cent y Aragó, es una exposición de la mejor arquitectura modernista catalana. Otra obra puntera de este estilo, también creada por Gaudí, es el Park Güell, un lugar sin parangón en el mundo.

12.30 Escaparates de Gràcia

Lo culto no quita lo consumista. Mientras admiramos las arquitecturas del passeig de Gràcia, podemos también echar un vistazo a sus escaparates, porque en esta calle y en las aledañas están las mejores tiendas de la ciudad en moda y marcas. Hay incluso un lugar donde se pueden adquirir productos y conocimientos al mismo tiempo: la perfumería Regia, que es también Museo del Perfume, con más de 9.000 piezas (botellas, material publicitario) que cuentan la historia y la prehistoria del asunto.

14.00 Mercados para ver y comer

Al final de passeig de Gràcia, en dirección al mar, y ya entrando de lleno en la famosa rambla de Canaletes en el distrito de Ciutat Vella, se nos presentará la oportunidad de visitar dos mercados excepcionales, tanto por sus puestos como por su ambiente y su diseño. Aquí deberemos tomar una decisión: dirigirnos hacia el mercado de San José, más conocido como la Boquería, o bien optar por el de Santa Caterina, justo al lado de la catedral, en el barrio de la Ribera. El primero es conocido por su arco modernista de acceso (de 1914, restaurado en 2013), por su colorido y por su amplísima oferta, que abarca desde las peras de Lleida hasta las hormigas fritas de África. Dadas las horas que son, haremos bien en buscar la barra del bar Pinotxo, a la que es asiduo el mismísimo Ferrán Adrià. Muy recomendables, las judías salteadas con chipirones, los callos, la ternera con rovellons (níscalos) y el marisco fresco que haya cada día.

El mercado de Santa Caterina, por su parte, fue el primero cubierto de la ciudad (1848) y exhibe desde 2005 un espectacular techo vanguardista diseñado por Miralles y Tagliabue. En su interior se encuentra el moderno restaurante Cuines Santa Caterina, donde los productos del mercado se cocinan a la vista del público que habitualmente lo llena. También aquí está la taberna La Torna, cuya barra ofrece unos callos soberbios, además de buenas carnes, pescados a la plancha y cazuelas varias. Si preferimos comer en algún lugar menos bullicioso, podemos probar el excelente restaurante Ca LIsidre, que mantiene el listón altísimo desde 1970, a diez minutos de la Boquería. A cinco minutos de Santa Caterina, tenemos el japonés Koy Shunka y la cocina de autor de Saüc.

16.00 Un paseo por los orígenes: el barrio Gótico

Después de comer, es buen plan pasear por el barrio Gótico, viendo cómo se han barajado los restos de la ciudad medieval y romana. Andaremos por pequeñas calles y plazas, como la del Pi y la de Felipe Neri, ambas encantadoras. Nos asomaremos a la impresionante catedral gótica y, justo detrás, en una callecita llamada Paradís, descubriremos los restos del templo de Augusto y la placa que señala el lugar exacto donde los romanos fundaron la ciudad. En la plaza del Rei se halla el Museo de Historia de Barcelona MUHBA, emplazado en un bonito palacio medieval, donde puede visitarse la Barcino romana a través de una ruta subterránea. Si hace bueno, nos tomaremos un café en el patio de naranjos del Museo Marès, antiguo vergel del Palacio Real Mayor de los Condes de Barcelona. Y acabaremos en la plaza de Sant Jaume, resguardada por el Ayuntamiento y la Generalitat, centro neurálgico de la ciudad.

18.00 Born en 1714

El barrio del Born lleva ya unos cuantos años en el candelero con sus atrevidas propuestas gastronómicas, sus modernos artesanos, sus tiendas y, sobre todo, su ambiente. A ello hay que añadir la inauguración, en septiembre de 2013, de El Born Centre Cultural, ubicado en el antiguo mercado de El Born, de 1876. Bajo la estructura de hierro del mercado, pueden verse los restos del barrio que quedó sepultado tras la guerra de Sucesión, además de dos exposiciones sobre la época y los hechos históricos de 1714, que marcaron la historia de Cataluña. Otro lugar fundamental del barrio, y una de las maravillas de Barcelona, es la basílica gótica de Santa María del Mar, la serena y delicada catedral de los pobres. Ahí al lado, nos podemos merendar alguna de las obras de arte de la pastelería Bubó y después ir relamiéndonos al Museo Picasso. Sólo unos pasos nos separarán luego del Xampanyet, donde desde 1929 sirven cava fresco, vermut y ricas tapas, ideal para empezar la noche.

21.00 Tapas, postres y cócteles

No faltan en el Born buenos lugares para cenar de picoteo, como Taller de Tapas o Golfo de Bizkaia. Tapas superiores, de autor, encontraremos en Comerç 24. Y una sorprendente barra de tapas dulces, en Espaisucre, que es el único restaurante de postres del mundo. Otra opción es el restaurante El 300 del Born, de la centenaria marca de cerveza Moritz, que ofrece tapas y platos de cocina histórica catalana en el antiguo mercado.

Para alargar la noche, en el mismo passeig del Born encontraremos numerosos bares, como Miramelindo, un lugar perfecto para saborear mojitos y caipiriñas; o como El Copetín, donde ponen música salsera y cócteles tropicales. Mudanzas se llena de gente de 30 y 40 años con ganas de conocer a gente. Y en el passeig Picasso está la histórica sala Magic Rock, para rockeros incombustibles.

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