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GUÍA REPSOL
Viernes, 29 de agosto 2014, 11:37
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Escaleras esculpidas que conducen al abismo. Muros vertiginosos que parecen haber sido arañados de arriba abajo por una zarpa monstruosa. Laberintos de bloques apilados. Órganos petrificados. Proas inmensas. Un coloso No es una ciudad imaginada por Piranesi o por Borges. Es Lithica, unas canteras de marés (piedra caliza) en Ciutadella. Aunque se encuentran sin actividad desde 1994, han sido recuperadas como espacio lúdico. Aquí podemos asistir a conciertos y espectáculos de danza, a teatro y proyecciones, a talleres de escultura y clases de tai-chi; todo entre jardines y arquitecturas oníricas y siempre sintiéndonos diminutos y estremecidos, como una hormiga paseando por un jardín de gigantes.
A sólo tres kilómetros de Lithica, camino de Maó, otro lugar que sobrecoge: la Naveta des Tudons, una construcción funeraria que recuerda una barca o nave tumbada panza arriba (de ahí, su nombre), el edificio intacto más antiguo de Europa, del siglo XVI antes de Cristo, que impresiona por igual a niños y mayores. Barca propia, pero de las que flotan, tiene el Café Balear, restaurante con terraza en el puerto de Ciutadella, ideal para comer en pareja pescado fresco o una caldereta de langosta, tan típica de Menorca como el queso de Maó. Si vamos con amigos, podemos acercarnos hasta una visita imprescindible: la destilería Xoriguer, cuna de la popular ginebra menorquina, y brindar con su pomada, un combinado de este licor con limonada y hielo picado. Dado el clima tan suave de la isla, lo más normal es poder hacerlo en una terraza, ya sea al mediodía o por la noche.
Fuente: Guía Repsol
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