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Espectáculo 'Don Quijote'. El Norte
«’Don Quijote’ es un ballet alegre, frenético, festivo y mágico»

«’Don Quijote’ es un ballet alegre, frenético, festivo y mágico»

La famosa compañía rusa podrá en escena este martes en el Teatro Ortega una versión coreográfica de la novela de Cervantes

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Lunes, 18 de diciembre 2017, 23:48

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Timur Fayziev comenzó su andadura profesional en 1965 en la prestigiosa Academia Estatal de Coreografía de Moscú. Tan pronto como tomó contacto con la disciplina, Timur quedó embrujado por la magia del ballet y su mundo. Desde muy joven, debido a su talento y dedicación al ballet, ya obtuvo la recompensa de poder bailar en el Teatro Bolshoi de Moscú. Más tarde, continuó sus estudios en el Teatro Stanislavsky, donde trabajó profesionalmente durante 21 años. A partir de 1971 destacó como primer solista en obras como ‘Esmeralda’, ‘La Cenicienta’ o ‘Coppelia’, y así lo recogieron las críticas de esos años en Moscú. Su gran inquietud y desafío era plasmar sobre los gestos del baile el método estudiado, el método de interpretación Stanislavsky. Rechazaba la idea de un teatro pomposo y de un apoyo excesivo del personaje en el vestuario o las escenografías, e incluso de los movimientos perfectos pero fríos del bailarín. Para Timur, esos movimientos perfectos debían estar apoyados desde el interior sobre unos sólidos sentimientos, de esa forma se puede sentir ese laberinto de sensaciones que se producen en escena, donde todo fluye por arte de magia. Donde se logra transmitir los sentimientos al público. A finales de los 80, fundó su propia academia de baile para dar continuidad a esa búsqueda incansable de la magia del ballet. Más tarde, en 1989, para dar salida y proyección a sus bailarines, crea su propia compañía, el Ballet de Moscú, que regresa este martes a Palencia para representar en el Teatro Ortega ‘Don Quijote’, ballet en tres actos basado en el episodio de las bodas de Camacho de ‘El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha’ de Miguel de Cervantes, con música de Ludwig Minkus, libreto de Marius Petipa y coreografía de Alexander Gorsky.

–¿Cómo es la versión del Quijote que se pondrá en escena en Palencia?

–Si bien, nuestra propuesta se basa en la coreografía original de Gorsky, tras ver a lo largo de mi vida las versiones que de la misma se han realizado en teatros de todo el mundo, hemos querido acercarnos visualmente mucho más a las sensaciones y descripciones de Cervantes. Era importante poner en escena con los decorados, el vestuario y, sobre todo, con la actitud de los bailarines, la vida que desprenden las gentes de los escenarios que envuelven la historia. La plaza, la taberna, los mismos sueños de Don Quijote. Se trata de una propuesta alegre, festiva, frenética y a la vez mágica cuando nos adentramos en la mente de nuestro héroe.

–¿Por qué le interesó para el repertorio de su ballet la obra de Don Quijote?

–El respeto y la admiración por las obras clásicas de ballet es lo que siempre ha movido al Ballet de Moscú. Y como tal, Don Quijote merecía toda nuestra atención y esfuerzo para que formara parte de nuestro repertorio.

–¿Qué características tiene la partitura de Ludwig Minkus?

–Acostumbrados a los tempos y melodías de Tchaikovsky, para nosotros, esta obra en concreto de Minkus, abre un nuevo abanico de sensaciones que transmitir. Es una música mucho más frenética, con tempos más marcados, otro tipo de instrumentación. En ciertos momentos, los bailarines pueden liberar movimientos menos rígidos, más vitales, más ligadas a la naturalidad del ser humano.

–¿Y qué características tiene la coreografía de Alexander Gorsky?

–Para mí, desde un principio, fue la versión que más reflejaba el espíritu que quiso señalar Cervantes en este episodio.

–¿Qué transmite al espectador la danza de este ‘Don Quijote’?

–Viajamos con Don Quijote y Sancho Panza, y son ellos los que primero aparecen en escena, invitándonos a seguirles para vivir de cerca la historia de Kitri y Basilio. Y en un instante, la alegría del mercado inunda todo el escenario con casi toda a compañía en él. La entrada de Kitri –Cristina Terentiev– personaliza el momento, a partir de ahí tenemos a nuestra protagonista, sabemos que será quien marcará nuestras sensaciones:amor, alegría, ilusión.

–¿Qué ha supuesto para la trayectoria del Ballet de Moscú poner en escena esta obra?

–Llevamos ya mucho tiempo representándola, con gran aceptación por parte del público. Pero uno de los momentos más emocionantes de haberla puesto sobre los escenarios fue cuando Carla Fracci me pidió que montara la misma versión para la compañía del Ballet de la Ópera de Roma. Fue un duro trabajo, ya que contaba con bailarines que no conocían mi manera de trabajar, mis exigencias. Pero finalmente, el estreno fue todo un éxito.

–¿Cuántos bailarines intervienen en el espectáculo?

–Treinta son los bailarines que nos acompañan en esta gira.

–¿Qué calidad tienen estos bailarines?

–Desde que fundé la compañía en 1989, tuve claro que mi obligación era emocionar al espectador. Hacerle sentir la danza tal y como yo la sentía. Para ello, era necesario contar con bailarines que cumplieran con la técnica y el rigor que tan famosa han hecho a la escuela rusa de ballet. Pero también, con bailarines capaces de trasmitir las sensaciones y vida interna de cada rol. Se tenía que bailar e interpretar con sinceridad cada paso. No se puede salir al escenario ‘vacío’. Contamos con una compañía que además de tener un nivel técnico increíble, es capaz de contar las historias desde el corazón, desde el alma. Ese ha sido mi mayor logro.

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