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Albino García, superior de los jesuitas de Palencia.

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Albino García, superior de los jesuitas de Palencia. A. Quintero

Los jesuitas ultiman su salida de Palencia después de cuatro siglos

Los ocho religiosos viven con tristeza y más unidos los últimos días en su residencia

fernando caballero

Palencia

Sábado, 9 de junio 2018, 09:40

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Cuando el próximo sábado, día 16, el obispo de Palencia, Manuel Herrero, presida en la iglesia de San Francisco la misa de despedida a los jesuitas –acto que comenzará a las 19:30 horas–, la Compañía de Jesús dejará oficialmente de regentar este templo. Los ocho religiosos que forman ahora la comunidad podrán permanecer unos días más en su residencia de la calle Ignacio Martínez de Azcoitia, pero ya no tendrán nada que ver con el templo del antiguo convento franciscano, que ellos han regentado desde 1878, cuando fue cedido en régimen de usufructo. En 1915 el uso se amplió a perpetuidad, aunque la presencia de los jesuitas en Palencia se remonta a 1577 cuando fundaron un colegio en los terrenos que actualmente ocupa el seminario mayor San José. Años más tarde, entre 1584 y 1599, construyeron la iglesia, que originalmente se dedicó a San Lorenzo y en la actualidad es la Virgen de la Calle, denominada popularmente Compañía, precisamente porque ellos la levantaron.

Con estos antecedentes, cuando los jesuitas cierren la residencia, acabará una presencia en Palencia de la Compañía de Jesús que suman 441, aunque no consecutivos, ya que fueron expulsados en dos ocasiones, en 1767 y en 1836. Razones tienen los ocho religiosos para vivir con tristeza estos días previos. «Y cuanto más mayor eres, más te cuesta dejar el lugar donde has vivido muchos años para ir a otra ciudad». Quien así habla es Emilio Vega, un cántabro de Ruiloba que lleva nueve años en la residencia palentina, aunque antes ha pasado por otras muchas. Junto a él, el actual y último prior, Albino García Estébanez, un palentino de Villallano que solo lleva tres años. De hecho, reconoce que la Compañía de Jesús mueve mucho a sus religiosos, porque recoge el pensamiento de su fundador, San Ignacio de Loyola, de que la residencia de un jesuita es el mundo, a donde tiene que salir a predicar. Casas como la de Ignacio Martínez de Azcoitia son lugares de paso, aunque ahora enmudecerá a la espera de que alguien la compre.

Emilio Vega destaca que los ocho jesuitas que quedan en la residencia –llegaron a vivir una veintena, cuando era sede de la curia provincial desde que se construyó en 1919 según un proyecto del arquitecto Jacobo Romero hasta 1969, año en la que la curia se trasladó a Valladolid– han reforzado en estos últimos meses su convivencia, siendo conscientes de ellos cerrarán la casa, por lo que los ánimos no están muy subidos, aunque «algunos les ha afectado más la salida, y a otros menos».

Los jesuitas llevan meses desmantelando la casa, primero discretamente y más tarde, ya con la noticia de su marcha conocida públicamente, recibiendo apoyos y muestras de agradecimiento por el apostolado que han llevado a cabo en estas décadas.

Los religiosos devolverán la iglesia de San Francisco a su legítimo propietario, la Diócesis, no sin antes haber elaborado un inventario de su patrimonio, aunque el superior asegura dejarán todo. Durante estas décadas, la Compañía ha corrido con los gastos de conservación de la iglesia, por lo que la dejan un edificio «restaurado y renovado», en palabras de Albino García, aunque en la capilla de la Virgen del Pilar ha aparecido una gotera que ahora la Diócesis deberá arreglar.

Los bancos, que están pegados al suelo, también se quedarán, así como los ornamentos litúrgicos y otras piezas de orfebrería que hay en la sacristía –una Dolorosa que fue un regalo de una fiel en 1964–, tres cuadros que precisan de una limpieza y una sólida cajonera –regalo de una congregación religiosa–, entre otros muchos objetos y obras de arte, un patrimonio sobre el que «no hay problema para que se quede», en palabras del prior. E incluso habrá una devolución. Hace unos años, la mitad del coro se trasladó a la residencia que la Compañía tienenen Villagarcía de Campos (Valladolid), y ahora se devolverá a la iglesia franciscana.

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