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Daniel Landa, en el centro, llega ayer al teatro acompañado del alcalde, Alfonso Polanco, y la concejala de Cultura, Carmen Fernández Caballero.
El periodista Daniel Landa afianza sus raíces palentinas en el pregón literario

El periodista Daniel Landa afianza sus raíces palentinas en el pregón literario

El viajero se mostró satisfecho de regresar en fiestas, «el estado más genuino de alegría»

Asunción García Diez

Sábado, 29 de agosto 2015, 13:05

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«El momento de las fiestas de San Antolín es Palencia en su estado más genuino de alegría». Así lo definió ayer en el pregón literario el periodista y realizador de documentales Daniel Landa, que se mostró muy satisfecho de regresar a su tierra en estas fechas, «uno de los dos momentos del año en que nos llama con fuerza». El otro es la Navidad, según indicó este viajero, conocedor de una gran parte del mundo.

En su intervención, «en este solemne Teatro Principal», el pregonero compartió con el auditorio algunas de las experiencias en países lejanos y exóticos en los que los detalles más impensados le recordaban a Palencia. Tal como reconoció desde el principio, «me temo que solo puedo hablar de esta ciudad con el espíritu de quien suele pensarla en la distancia», y se justificó ante el auditorio por el hecho de que «soy periodista de viajes (...) tiendo a alejarme». De forma que el pregonero habló de su reencuentro, de sus recuerdos y los sentimientos por su ciudad.

El Daniel Landa que ha recorrido gran parte del planeta se niega a definirse como ciudadano del mundo. «Eso lo serás tú. Yo soy de Palencia». Así le contestó a un viajero que también había recorrido muchos kilómetros de tierra, cuando después de completar la vuelta al mundo le dijo con tono de complicidad: «Ahora ya somos ciudadanos del mundo». Para este palentino que reivindica su tierra, «viajar puede ser adictivo», según expuso en su pregón, «pero siempre he entendido el viaje como un camino de ida y vuelta», añadió.

Antes de ese viaje que se convertiría en la serie documental Un mundo aparte, que partió y acabó en Palencia, Daniel Landa se estrenó como periodista aventurero con el viaje que luego sería la serie titulada Palencia-Singapur. Pero su labor como periodista comenzó, precisamente, ligada a las fiestas de San Antolín y en El Norte de Castilla, «donde me dieron la oportunidad de cubrir algún partido de baloncesto del Torneo Ciudad de Palencia», antes incluso de terminar su carrera.

Quien ha tenido el privilegio de visitar pueblos indígenas de los cinco continentes confesó en su pregón de ayer que comparte con las tribus de junglas, estepas o islas perdidas el mismo sentimiento, «unas raíces profundas en su tierra».

El pregonero incidió en que «me adapto a los inviernos rusos y al trópico tailandés (...) pero no soy ciudadano del mundo, soy de aquí». Afirmó que ha tenido que reivindicar en muchos lugares la P de Palencia, y subrayarla en el mapa. Landa relató cómo cantó incluso el himno palentino a una tribu de Vanatu, en una isla del Pacífico, después de que los nativos le hubieran mostrado sus danzas. Y en Rovanniemi, la ciudad finlandesa donde vive Papa Noël, después de hacerle una entrevista, el periodista palentino marcó Palencia en su mapa, y se indignó porque era la única ciudad de España que Santa Claus no tenía marcada.

Guiños a la familia

Daniel Landa se refirió a su ciudad como el lugar al que acude a veces cuando se siente cansado, y para ilustrar este sentimiento citó: «Cuando nos sentimos perdidos, llega esta ciudad y nos recoge. Nos ofrece, como una madre joven, los brazos alimentados de un aire que parece que se estrena cuando se abre el balcón cada mañana». Es un texto de su madre, Sari Fernández Perandones, pronunciado en el pregón de 1993 en el Casino. Y para describir Palencia, tomó prestado un soneto de su abuelo, José María Fernández Nieto: «Esta es una ciudad como cualquiera/ de las que ven la luz cada mañana/ oyendo como toca la campana...».

El periodista sí tuvo palabras propias para describir su reencuentro con los sanantolines. «De la estación salgo a fundirme con las charangas... Y en la calle se sigue expresando Palencia». «Me topo casi sin querer con los Maristas, mi colegio», «y camino hasta el Salón, me detengo en la Feria del Libro, o en los mercados gastronómicos, donde te ahorras la comida mientras te ponen al día los amigos sobre el verano». El pregonero se extendió un poco más sobre la gastronomía. «Porque aquí se come bien, que más de una vez he lamentado alejarme del lechazo y de los pinchos de boletus con jamón. Sobre todo, cuando estas tribus tan amables nos ofrecían con afecto larvas de escarabajo, escorpión frito y otras delicias peores que os ahorraré porque se acerca la hora de la cena».

El pregonero se mostró muy satisfecho de volver a estas fiestas, con las peñas, los toros, el recuerdo del agua de la cripta de San Antolín y hasta la leyenda del rey y el jabalí. «Compro todo, me lo creo, porque es más fácil creer en la magia, y es divertido», sentenció.

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