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Fandiño lleva la mano hasta muy lejos con el tercero de la tarde.
Fandiño se eleva con un toro de Bañuelos

Fandiño se eleva con un toro de Bañuelos

El público deseoso del triunfo de Padilla y El Fandi tuvo que conformarse con una oreja para cada diestro

José María Díaz Díaz

Miércoles, 3 de septiembre 2014, 12:02

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A alguno habría que recordarle que no es obligatorio sacar el pañuelo blanco cuando muere el toro. Que eso solo se deja para las buenas faenas. Pero no, ayer los pañuelos volvieron a volar como si los regalasen. Bueno, al final, lo que se regalan son orejas y pasa lo que pasa, que el prestigio de una feria puede caer en picado. Aunque, por otra parte, las orejas salen gratis, la gente, contenta, y olé, olé y olé, que estamos en fiestas.

Cinco se cortaron ayer, aunque solo uno de los matadores salió por la Puerta Grande, el vizcaíno Iván Fandiño, que cuajó una gran faena al, sin duda, mejor toro de la feria, el tercero de Antonio Bañuelos, y ofreció también un recital de buenas maneras ante el sexto. Los otros dos apéndices se los repartieron Padilla y El Fandi, dos de los grandes ídolos de la afición palentina, que, sin embargo, ayer se quedaron con las ganas de salir a hombros. Aunque a poco lo consiguen. Un poquito de mejor mano con la espada y para allá que van.

Pero si de algo hay que hablar verdaderamente con respecto a la tarde de ayer es de la faena que le endilgó Fandiño al tercero. Era un toro que por sorteo le debía haber tocado torear a Padilla, pero tuvo que correr el turno tras quedar inútil su predecesor en un derrote con las tablas. Le tocó así a Fandiño un sueño de toro, de esos que todos los matadores esperan algún día. Se lo puso todo fácil y el vasco supo aprovecharlo con gusto y temple. Sin necesidad casi de esforzarse, porque el bicho pasaba y pasaba, sin importar por qué mano. Mejor, desde luego, por la derecha, en la que las tandas ligadas, en redondo, eran continuas y jaleadas por el público. Con la izquierda, también, naturales hasta lo más atrás, y seguiditos, templados, con gusto. Todo fácil.

Y encima Fandiño mata como mata. Se tira encima del toro y el animal suele caer redondo. Rodó raudo por el albero y el presidente tardó un momentillo en sacar los dos pañuelos blancos y el azul para que pasearan el toro por el ruedo.

En el sexto, las cosas no fueron tan fáciles, porque el toro no tenía la condición de su hermano. Comenzó la faena un tanto apagada, pero fue yendo de menos a más hasta que el toro, en los compases finales dejó de colaborar. No tuvo tanta suerte con la espada como con el primero. Pinchó espectacularmente, para matar después de forma fulminante.

Padilla, desde su retorno a Campos Góticos el pasado año, parece haberse convertido en uno de los matadores favoritos de los palentinos. Su esfuerzo en banderillas y su disposición ante el primero, con el que intentó cuajar una faena, a pesar del insulso toro, le valió una oreja. Ese favor del público volvió a verse en el cuarto, al que paró muy bien con la capa y volvió a gustarse en banderillas.

Quiso salir a por todas y citó de rodillas desde lejos. Ejecutó una faena entonada, pero mató mal. Aun así, el público pidió insistentemente la oreja que el presidente no concedió, por lo que fue ovacionado con entusiasmo.

Pero además de padillistas, los tendidos también parecen plagados de fandistas, dispuesto a aplaudir lo mucho o poco que haga el matador granadino. Enganchados desde el principio con su labor con la capa y, por supuesto, por su derroche de facultades físicas con las banderillas, el público no duda en aplaudir casi todas sus evoluciones con la muleta. Estuvo mejor ante el quinto, porque el segundo apenas le dio oportunidad. Toreó bien con la derecha, pero toro se apagó pronto. El estoconazo fue de los buenos.

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