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ricardo s. rico
Miércoles, 27 de agosto 2014, 21:04
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Emotivo y cargado de historia, anécdotas y recuerdos de vivencias enSan Antolín fue ayer el pregón literario pronunciado por el historiador del Arte, experto en patrimonio y jefe del Servicio de Cultura de la Diputación, Rafael Martínez, un personaje clave en la cultura palentina, académico de la Institución Tello Téllez y delegado de la Junta de Castilla y León desde 1996 hasta 1999, que no defraudó a nadie en el teatro Principal, lleno hasta la bandera.
Martínez elevó las fiestas de San Antolín «a gran acontecimiento del año», y empezó su pregón literario aludiendo a ellas desde el prisma de un niño del comienzo de los años 60 para quien feria «era la palabra mágica que aparecía en el horizonte de la lejanía al comenzar cada año». Martínez resaltó cómo su abuelo Ángel era quien le dada aviso de la cercanía de las fiestas, al poner un gran cartel de toros montado en un bastidor de madera entre los dos balcones de la casa en la que vivían entre los Cuatro Cantones y la Bocaplaza, encima de la confitería Garrido, el negocio familiar y que daban a la Calle Mayor. Rememoró también Rafael Martínez al cortejo de «empurados» aficionados a los toros que cruzaban la Plaza Mayor y se dirigían hasta la plaza de Abilio Calderón, «donde unas inmensas tapias regularizaban la manzana en la que se levantaba el viejo coso palentino», y refrescó en su retina el pase del desprecio que vio hacer allí el maestro Antoñete.
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