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Amacio Prada, en un concierto en Logroño.
«En la música me dejo llevar por aquello que me emociona»

«En la música me dejo llevar por aquello que me emociona»

El cantautor berciano Amancio Prada presenta este miérces en el teatro Principal su nuevo trabajo discográfico sobre Santa Teresa de Jesús

fernando caballero

Miércoles, 11 de noviembre 2015, 11:47

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«Soy feliz haciendo música y creo que hago felices también a los demás». Así expresa Amancio Prada (Dehesas, Ponferrada, León, 1949) la satisfacción que siente cada día como músico. Después de una larga trayectoria musical, el cantautor berciano regresa este miércoles (Teatro Principal, 20:30 horas) a Palencia para presentar el espectáculo La voz desnuda, en el que combina las nuevas canciones que ha compuestos sobre versos de Santa Teresa de Jesús, reunidas en el cedé del mismo nombre, con otros temas basados en textos de San Juan de la Cruz, dos místicos simbolizados, según explica en esta entrevista, en los dos ciriales que se encienden al principio. Prada aparece en el espectáculo solo, «descalzo», puntualiza.

¿Está satisfecho con el trabajo sobre Santa Teresa de Jesús?

Muy contento. Es un espectáculo reflexionado y trabajado, con Juan Carlos Mestre en el guión literario y escénico, con Marco Herrero en la puesta en escena y en la luz y con Juan Ramón Martín que hace un sonido excelente, y fundamentalmente con la respuesta del público. En ningún otro concierto el público ha expresado su emoción con un silencio tan palpable, y al final con tanta emoción a la hora de saludar y aplaudir.

Ya había puesto música al famoso Vivo sin vivir en mí. ¿En qué ha cambiado su música?

Cada poema tiene su música. El caso es dar con ella. No se trata tanto de añadir o incorporarle música, sino de extraer su música callada, que diría San Juan de la Cruz. Esencialmente, sigo haciendo lo mismo que hacía desde aquel primer disco, Vida e morte. Yo no estoy en esto por profesión, sino por vocación. Es una forma de sentir la música y de expresarla. Es verdad que la música es lo que ha dado siempre vida a mi canto, y en esta ocasión junto a la llama de Teresa de Jesús está la llama de amor viva de Juan de la Cruz. Este es el diálogo ardiente de ambos enamorados, el que da contenido al recital de La voz descalza.

¿Con qué criterios ha seleccionado los textos a los que ha puesto música?

Como siempre, aquellos que me llegan. Yo pensaba que mi quehacer musical con Teresa de Jesús se había cumplido con aquel Vivo sin vivir en mí, que compuse en 1982 para un programa de la televisión francesa que vino a España a seguir las huellas de la santa con motivo del cuarto centenario de su muerte. Tanto era así que el año pasado, cuando reiteradamente me invitaron a componer algo sobre Santa Teresa, yo no recordaba otros versos que me hubieran afectado, y dije que no varias veces, hasta que un día escuché dentro de mí los versos de Soberano esposo mío con la música de las últimas palabras que mi madre, Teresa Prada, dijo antes de morir. Con aquella emoción tan cercana, se rompieron los manantiales y surgieron estas nuevas canciones de Teresa de Jesús. La memoria de mi madre está muy presente en este trabajo.

¿Ha aportado algo musicalmente en este trabajo?

Es un trabajo distinto y es continuación de todo lo anterior. No es que mi música haya cambiado. Lo que no ha cambiado es mi actitud ante la música, ante la poesía, ante mi trabajo como compositor e intérprete. Me dejo llevar por aquello que me emociona, trato de dar alas a esas palabras que anidan en mí.

¿Ha respetado la literalidad de los textos o ha habido alguna adaptación?

Algunos los canto enteros de pe a pa, y en otros selecciono aquellos versos y estrofas que más me conmueven.

En el recital combina canciones sobre textos de San Juan de Cruz. ¿Cómo se produce este diálogo?

Fue sin querer. Cuando me puse a cantar esas canciones nuevas de Teresa, acababa una canción y de pronto esa canción parecía que invocaba, llamaba o me atraía por otra de San Juan, y esa canción de San Juan me llevaba a otra de Teresa, y así se fueron engarzando unas canciones con otras, como las cerezas. Y fue tomando forma y contenido ese discurso y ese diálogo enamorado de ambos místicos.

Santa Teresa era una autora mística. ¿Su música también se puede calificar de mística?

Sí. Su poesía es una declaración de amor a su Ser amado, del Ser con mayúscula. Exactamente igual que en el caso de San Juan de la Cruz. A veces ya no sé ni yo cuándo estoy cantando las de uno o las glosas de la otra.

Después de profundizar en Santa Teresa para crear estas canciones, ¿ha descubierto algo de ella que no conocía?

Sí. Yo había leído esos poemas y no sentía lo que de pronto sentí. A veces, uno mira y no ve, y otras veces ves sin mirar. Hay unos poemas que me parece que habla como una esposa, una novia enamorada hasta los tuétanos, como por ejemplo: «Vuestra soy, para vos nací, qué mandáis hacer de mí, decir dónde, cómo y cuándo, decir dulce amor que mandáis hacer de mí».

Ha dedicado este trabajo a su madre. ¿Qué tenían en común su madre y la santa, aparte del nombre?

No lo sé explicar. Mi madre, que cantaba muy bien, mejor que yo, cuando hablaba tenía un acento, no sé si del Bierzo, suyo o de su madre de El Barco de Valdeorras. El caso es que esos versos de Soberano esposo mío yo los oí con aquel acento, de las últimas palabras que le oí a mi madre. Aparte del nombre, tenían en común tal vez ese amor que ponían las dos en las cosas. Decía Teresa de Jesús que «solo amor es el que da valor a las cosas». No seremos capaces de hacer grandes obras, pero podemos poner mucho amor en las pequeñas cosas de cada día. Mi madre era una persona que ponía mucho esmero y amor en las cosas que hacía, con una delicadeza ejemplar.

El guión del recitar es de Juan Carlos Mestre. ¿Qué aporta este poeta al espectáculo?

Ya hemos trabajado juntos en otros recitales. Además de poeta, también es un artista plástico extraordinario, con un mundo muy personal, y ha ilustrado el libro-disco que he dedicado a Teresa de Jesús con el título de La voz descalza. Mestre ha sido siempre una lámpara en mi canino.

El espectáculo se inicia con el encendido de dos velas. ¿Qué quiere simbolizar con ello?

Son las dos llamas de amor. San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús. Como decía Santa Teresa: «como si dos velas de cera se juntasen tan en extremo que toda la luz fuese una».

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