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David Ramos, con su padre, Demetrio, en la fábrica de Villacidaler.
Morcillas por un tubo

Morcillas por un tubo

La firma chacinera de Villada lanza su producto en un revolucionario envase

J. Olano Olazabal

Martes, 24 de marzo 2015, 13:15

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En 1829 apenas intuían el significado de la palabra innovación y menos cuando aprovechaban las propias tripas del cerdo para llenarlas con la sangre y convertirlas en morcillas. Han pasado 186 años desde que este producto tan artesanal hizo que los antecesores de los actuales gerentes de Morcillas Villada se decidieran a abrir una empresa. David Ramos Truchero, miembro de la sexta generación de esta familia chacinera, es el actual gerente, un hombre que sabe muy bien lo que es innovación y creatividad para comercializar un producto tradicional, el de siempre.

Así, desde 2006, cuando sucedió a su padre Demetrio, no ha hecho más que dar vueltas de tuerca a su proyecto empresarial para llegar a más clientes, para extender el nombre de Morcilla de Villada mucho más allá de la provincia. Así ha nacido en estos días Morcilla por un tubo, que sorprende por la comodidad en la preparación y las posibilidades que ofrece. Con tan solo un minuto en el microondas, la morcilla está lista para tomar, aplicándola sobre una tostada de pan como principal sugerencia. «Es un envase moderno, adaptado a los nuevos tiempos, que ofrece muchas posibilidades para un consumidor más joven y con menos tiempo», explica David Ramos, orgulloso de que esta idea haya visto la luz después de un año en gestación. Y eso, no sin numerosos ensayos de prueba y error, todos los que ha requerido que el tubo, similar en aspecto a algunos de los utilizados en cosmética, haya salido al mercado con los debidos registros de patentes. «El producto lleva dentro el conocimiento de seis generaciones, además de todo mi cariño», confiesa David Ramos, titulado en Biología y Tecnología de los Alimentos, entregado al reto de transformar con éxito un negocio con 186 años de historia.

Una pequeña empresa que produce 70.000 kilos al año

  • Morcilla de Villada se vanagloria de utilizar productos de primera calidad y con unos cuidados exquisitos de higiene en su elaboración, lejos de los usos de antaño, cuando se elaboraba con carnes de segunda categoría, con la sangre que sobraba, manteca de cerdo y muchas especias. «Nosotros solo vendemos morcilla con el sello de nuestra familia», dice David Ramos sin querer desvelar los trucos gastronómicos. Lo que sí puede decirse es que la producción anual de 70.000 kilos de morcilla en esta pequeña empresa, de tres trabajadores y con una facturación media de 150.000 euros al año, necesita en gran medida de la cebolla horcal, la que nace en la ribera del Arlanza y del Arlanzón, «caracterizada por su alto contenido en fibra y por su elevado punto de azúcar», apunta el gerente.

La feria de la matanza celebrada el pasado 14 de marzo en Villada fue el trampolín de lanzamiento de este nuevo producto de la firma chacinera. Los nuevos tubos para cuyo envasado, Morcilla de Villada ha debido asumir una fuerte inversión para incorporar una nueva máquina hicieron ya sus primeros pinitos en el municipio que vio nacer a esta empresa, que desde hace unos años amplió sus instalaciones hasta la cercana población de Villacidaler. Esta nueva imagen del tradicional plato de morcilla en forma de tubo, del que inicialmente se han elaborado 20.000 unidades, se comercializa a un precio de 2,50 euros.

Y después de su reciente presentación en Villada, será el XXIX Salón Internacional del Gourmet, que se celebrará del 13 al 16 de abril en Madrid, la verdadera plataforma para acercar Morcilla por un tubo a mercados nacionales e internacionales.

También en el extranjero

Y es que del extranjero, aun siendo un producto difícil de colocar en otros mercados, también sabe la familia Ramos de Villada. Un importante pedido acaba de salir esta semana hasta Chile para la Casa Regional de Castilla y León en la capital del país andino. «El exterior es complicado porque con la sangre como base del producto hay que sortear barreras culturales y legales, pero tampoco nos preocupa tanto porque en España hay muchos mercados potenciales», señala David Ramos.

Morcilla de Villada también ha hecho algunos envíos a Japón, donde un proveedor las distribuye en restaurantes de nueva cocina gracias a contactos que ha formalizado en las ferias a las que acude la firma palentina, adscrita al sello Tierra de Sabor y miembro del Club Alimentos de Palencia, apellidos que añaden puntos a la sexta generación de esta familia charcutera.

Entre su gama de productos los que dispone para tiendas y establecimientos hosteleros, que también vende a través de su página de Internet, destacan las tradicionales morcilla de cebolla y de arroz, y el también novedoso tarro de crema que se conserva hasta dos años sin ningún tipo de refrigeración, al que ahora se une con una atractiva presentación el tubo de morcilla, lanzado con una caducidad de un mes. «Pero todo es morcilla, no productos hechos a partir de la morcilla», apunta David Ramos.

También cuidan las dietas que deben seguir las personas que tienen intolerancia al gluten, siendo reconocidos por la Federación de Asociaciones de Celiacos de España. También la morcilla de esta firma ha abierto el apetito a paladares que nunca hubieran creído posible degustar su sabor. Yes que en la historia de Morcilla de Villada también está subrayada la morcilla Ecuménica, un significado universal con el que se bautizó al producto que nació en 2009 dirigido a los Testigos de Jehová, que por sus creencias religiosas no consumen sangre. Pasos e incluso saltos cuantitativos y cualitativos en esta firma palentina que conjuga la tradición de 1829 con la innovación y la creatividad de la que entonces desconocían sus significados.

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