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Un estanquero coloca unas cajetillas de tabaco.
La venta de tabaco cae el 10% hasta los 36 millones, con un millón de cajetillas menos

La venta de tabaco cae el 10% hasta los 36 millones, con un millón de cajetillas menos

El contrabando y las falsificaciones afectan más a la facturación que la crisis y la ley

J. Olano Olazabal

Lunes, 12 de enero 2015, 11:09

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El mercado de tabaco está que echa humo y eso que desde que entrara en vigor la Ley Antitabaco resulta más complicado encontrar lugares donde exhalar sin problemas. El Ley Antitabaco y la crisis, probablemente a partes iguales o parecidas, han provocado un grandísimo descenso del consumo de tabaco sobre todo desde 2011, cuando se aplicó el endurecimiento de la normativa, con la que se prohibió fumar en determinados espacios públicos, fundamentalmente en bares y restaurantes.

Cierto es que el repaso por los datos del Comisionado para el Mercado de Tabacos del Ministerio de Hacienda recoge algunos consumos al alza. Concretamente en estos últimos años ha aumentado el del tabaco de liar, el de los puros de forma muy llamativa y sustitutiva e incluso el de pipa ha tenido en este periodo sus momentos de gloria.

Por ejemplo, los datos de Palencia hablan de 22.039 kilos de liar vendidos en 2013 (en 2014, aun a falta de los datos de diciembre, se contabilizan 18.340), con un crecimiento espectacular respecto a los 13.355 de 2010. Pero el rey del tabaco, el cigarrillo, ha experimentado en Palencia una espectacular caída, pasando de los 13,73 millones de cajetillas vendidas en 2010 a los 9,2 millones de 2013, es decir, con una pérdida de un millón por año. Por su parte, 2014 contabiliza a falta de los datos del último mes un total de 8.234.093 cajetillas vendidas en Palencia.

Y a menos ventas, menor recaudación. Los ingresos por la venta solo de cajetillas de 20 cigarrillos han pasado de los 45,7 millones de euros en 2010 a los 39,86 de 2013 y a los 36.049.738 euros de 2014 (el 10% menos), a falta de incluir los datos de diciembre en la estadística del Comisionado para el Mercado de Tabacos del Ministerio de Hacienda.

El paraíso del cigarrillo electrónico ha desaparecido

  • Los cigarrillos electrónicos captaron hace algo más de un año a un amplio abanico de consumidores gracias a que su llegada al mercado fue asociada por muchos como una solución para abandonar el tabaco o al menos como una alternativa para reducir el consumo del cigarrillo convencional. Porque con ellos se permite fumar en lugares cerrados donde ahora está prohibido, y se plantea como una alternativa menos dañina para seguir fumando, porque están compuestos de dos ingredientes alimenticios, agua destilada, una esencia y nicotina, salvo en los de nivel 0.

  • Esta alternativa provocó que a principios de 2013 hubiera más de 3.100 puntos de venta en España, a los que hay que añadir los estancos que también distribuyen estos productos. Sin embargo, la Asociación Nacional del Cigarrillo Electrónico (ANCE) ha visto que este paradisíaco panorama ha desaparecido. 2014 ha sido el del ajuste del sector, que ha sido terrible. Más de 2.800 tiendas han cerrado sus puertas (una situación también constatable en Palencia), la facturación de las empresas se ha reducido en un 80% y casi todas las empresas han quebrado.

  • Uno de los motivos de esta caída está en la causa, curiosamente, de su propio éxito. Todo el mundo quería abrir una tienda, pero no todo el mundo estaba preparado. El segundo motivo fundamental es la presión que las empresas farmacéuticas están realizando para evitar el vapeo. Ytambién está el mensaje de la Organización Mundial de la Salud (OMS), de que posee indicios científicos suficientes como para «advertir a los niños, adolescentes, mujeres embarazadas y en edad de procrear sobre las consecuencias a largo plazo que puede tener el consumo de cigarrillos electrónicos en el desarrollo del cerebro».

En el conjunto de Castilla y León, el consumo ha bajado desde que comenzara la ley en casi 84 millones de unidades o, lo que es lo mismo, en más de 4,2 millones de cajetillas.

Pero no es solo la ley, los estanqueros tienen claro que son varios los enemigos de su negocio. Por un lado, la crisis, que provoca no solo el descenso del consumo, sino el trasvase a otros formatos, como el del tabaco de liar, más barato, y también por la confundida interpretación de que es más natural y, por lo tanto, más sano. Sus principales adeptos son los más jóvenes. Pero el sector va más allá y apunta al contrabando y a las falsificaciones como responsables del descenso del consumo. Según el presidente de la Asociación de Estanqueros de Palencia, Manuel Arroyo, esta competencia desleal baja incluso al 50% el precio de un paquete de los de 4,40 o 4,80 euros, los precios medios de los tabacos rubios más consumidos. «Afortunadamente parece que el Estado va a intervenir ahora de manera firme, incluso con la colaboración de los ayuntamientos, para evitar el contrabando, porque el contrabando está ahí, también en provincias como Palencia, aunque no sea tan problemática como otras en este aspecto», afirma.

Otra idea asociada inevitablemente al tabaco al comienzo de cada año es la voluntad manifiesta o deseada de muchos fumadores de dejar el hábito. Pero no parece que ese sea un problema por cuyas consecuencias teman los estanqueros, que también reconocen que desde que no se puede fumar en los bares, hay muchos establecimientos que han suprimido las máquinas expendedoras de tabaco y, por tanto, las ventas se han derivado a los estancos.

Además, también parece constatable que dejar de fumar tampoco sea uno de los propósitos más intensos de los fumadores al comienzo de este año, quizá no solo debido a la pérdida de interés por abandonar el hábito, sino también a un menor efecto de las políticas saludables, a una relajación de los efectos de la ley. Porque frente al altísimo cumplimiento en los lugares de trabajo convertidos en espacio sin humo o de otros espacios públicos como estaciones, aeropuertos y hospitales, este ha sido más desigual en la hostelería. La inmensa mayoría cumple, pero algunos reconocen que en los últimos meses las costumbres se han relajado, las inspecciones han bajado y los clientes fumadores intentan, y a veces lo logran, forzar el cigarrillo en el interior.

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