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EL NORTE
Viernes, 21 de noviembre 2014, 15:26
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Agentes de la Comisaría de Policía de Palencia detuvieron a una mujer por haber suministrado presuntamente cierta cantidad de droga (hachís) a su esposo, preso en la cárcel de La Moraleja de Dueñas, aprovechando una comunicación familiar en la que estuvo también acompañada por dos hijos, ambos menores de edad. La detenida, sin antecedentes policiales, fue puesta en libertad tras prestar declaración, dado que tiene domicilio conocido y tres hijos menores a su cargo.
Los hechos se sucedieron con el ingreso en el módulo de custodia hospitalaria del Río Carrión del preso que responde a las iniciales S. P. U., de 43 años, natural y vecino de Palencia, a quien tras hacerle una radiografía se le había detectado la existencia de ocho objetos extraños de morfología alargada, situados aparentemente en el interior del recto.
Un día después, se le volvió a realizar otra radiografía, en la que ya no se apreciaba la existencia de ningún cuerpo extraño, motivo por el que se le dio el alta hospitalaria, siendo trasladado por efectivos de la Guardia Civil al centro penitenciario.
Sujeto a la cama mediante correas
Durante el tiempo que el preso permaneció internado en el módulo de custodia hospitalaria, permaneció sujeto a la cama mediante correas con el objetivo de preservar la salud del enfermo y evitar la eliminación de alguna prueba, según decretó el Juez de Vigilancia Penitenciaria. Asimismo, en este tiempo, el baño de la habitación estuvo precintado y con el agua cortada, de manera que todas las deposiciones del preso pudieran ser controladas e intervenidas por los funcionarios encargados de la custodia. De la misma forma, la comida sobrante del preso fue convenientemente explorada e intervenida por los funcionarios. Todo ello, para garantizar que de ninguna manera la supuesta sustancia estupefaciente que tenía en el interior de su cuerpo pudiera ser disuelta en las heces o la comida.
Inspección de la habitación
Tras el abandono por el preso de la habitación hospitalaria, previamente cacheado, los policías procedieron a realizar la correspondiente inspección exhaustiva para buscar los ocho cuerpos extraños detectados en la primera radiografía. Curiosamente, pocos minutos después, tuvieron conocimiento de que el preso había reconocido voluntariamente al llegar a la cárcel que todavía tenía en su interior unas bellotas de hachís, informando además de que en las dos camas de la habitación del hospital donde había estado ingresado había escondido otro número indeterminado de bellotas de la misma sustancia.
Los funcionarios policiales recuperaron finalmente cuatro bellotas de una sustancia vegetal compacta de color marrón (hachís) envueltas en papel celofán transparente, que el preso había escondido en distintos lugares de la habitación.
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