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La presidenta del Colegio de Arquitectos, Pilar Díez Rodríguez, explica la importancia arquitectónica del centro docente de las dominicas a los representantes de las instituciones y al conjunto de la comunidad educativa.
Un símbolo de nuevos tiempos

Un símbolo de nuevos tiempos

Los arquitectos colocan en el colegio Santo Domingo una placa que remarca su condición de edificio singular del siglo XX

Asunción García Diez

Martes, 7 de octubre 2014, 11:44

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Su estructura funcional de hormigón visto «fue una apuesta muy arriesgada» en su momento, según subrayó este lunes la presidenta de la Delegación de Palencia del Colegio de Arquitectos de León, Pilar Díez Rodríguez, en alusión al colegio de Santo Domingo de Guzmán. Hoy, este edificio palentino, diseñado por el arquitecto fray Francisco de Coello y construido entre 1962 y 1965, constituye un ejemplo del movimiento arquitectónico moderno del siglo XX y ha sido seleccionado como edificio singular por la fundación Docomomo Ibérico, (siglas en inglés de la entidad dedicada a la Documentación y Conservación de la Arquitectura y el Urbanismo del Movimiento Moderno). Esta fundación reseña las construcciones del periodo 1925-1965, según explicó la presidenta de los arquitectos de Palencia.

El colegio de las misioneras de Santo Domingo vivió este lunes como una fiesta la distinción que se le ha otorgado con motivo del Día Mundial de la Arquitectura. Alumnos de todos los niveles educativos, el profesorado y las hermanas de la congregación salieron a la calle para asistir a la colocación de la placa que acredita la significación arquitectónica del edificio.

Los estudiantes, con los más pequeños colocados en primera fila, aplaudieron con entusiasmo el acontecimiento. Al acto asistieron también el alcalde, Alfonso Polanco, y concejales, además del rector de la Universidad de Valladolid, Daniel Miguel San José, y la vicerrectora del campus de Palencia, Mercedes Sánchez Báscones, entre otros representantes institucionales.

Coello de Portugal diseñó el edificio componiendo dos bloque bien diferenciados, la pieza del aulario, «un elegante volumen apaisado sobre pilotes», de hormigón visto y larguísimos ventanales, y el edificio residencial, un prisma vertical de ladrillo caravista. Ambos cuerpos están unidos por la capilla, que sirve funcionalmente a los usuarios de los dos edificios. A su vez, la construcción sobre pilares crea un patio cubierto.

La directora del colegio, Aurora Llamazares, expresó la satisfacción por esta distinción y destacó la figura del arquitecto, al que se refirió como «un predicador del arte de Dios». La responsable del centro incidió en que Francisco Coello «quiso hacer de la arquitectura un arte que hablara de Dios». Aurora Llamazares subrayó el legado de este religioso fallecido en Madrid hace un año, «que renovó la arquitectura religiosa», según afirmó.

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