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Varios escolares representaron ayer la llegada de las cuatro monjas fundadoras del colegio
El agua no pudo con la ilusión

El agua no pudo con la ilusión

El Colegio Blanca de Castilla celebra sus cien años en Palencia con representaciones, agradecimientos y mucha lluvia

EDUARDO R. SALGADO

Sábado, 20 de septiembre 2014, 14:06

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Para los agricultores de la provincia las lluvias de estos días caen como agua bendita. Para los miembros del Colegio Filipense Blanca de Castilla, la tormenta de ayer no se vio con tan buenos ojos. Pese a ello, Nieves Alonso, madre superiora de la congregación y directora del colegio durante muchos años, intentó levantar los ánimos y recordó aquello de que la lluvia es una bendición, «por lo que nos esperan cien años más en Palencia», manifestó la religiosa, durante la celebración que congregó a numerosas personas entorno al patio interior del centro educativo.

«Llevamos preparando este acto desde el curso pasado con mucha ilusión, y ahora, tenemos que estar pendientes del tiempo», comentó con aire resignado, Andrés Llorente, subdirector del colegio. Pese a las inclemencias del tiempo, Llorente no cejaba de recordar la ilusión con la que todos han trabajado para que la celebración funcione a la perfección y quede grabada con satisfacción en la memoria de todos los presentes.

Como el agua no paraba de arreciar, el orden del programa se alteró, en vistas de que los escolares pudieran salir al patio y presentar sus actuaciones. Por este motivo, las intervenciones de las autoridades, con el alcalde, Alfonso Polanco a la cabeza, se adelantaron.

Poco después de que la lluvia por fin cesara, rápidamente los organizadores se apresuraron y el público pudo divertirse con la representación de la llegada de las cuatro monjas que fundaron el colegio en la ciudad. También, varios niños vestidos de azul, se reunieron en el centro del patio con numerosos globos para conmemorar el simbólico aniversario de las Filipenses.

Con los soportales del patio a rebosar de gente, varios profesores se mantenían expectantes por ver si al final les daba un respiro la lluvia. «Aunque siempre hay uno que dirige, la celebración es un trabajo de equipo», manifestó Jesús María Castro, profesor de Filosofía. «Los chicos estaban interesados por participar», añadió el maestro. Elsa Mateo y Felipe José Ruíz, estudiantes de Segundo de Bachillerato, repartían a los asistentes el folleto del programa mientras daban la bienvenida a quienes entraban al edificio.

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