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Roberto Flórez es conducido a los juzgados para ser encausado por alta traición. EFE
La conexión entre ETA y el espía ruso envenenado en Inglaterra

La conexión entre ETA y el espía ruso envenenado en Inglaterra

Un doble agente español acusado de traicionar a Skripal se infiltró en los 90 en Gernika Gogoratuz para controlar las conversaciones con la banda y ha acabado siendo amigo del hombre al que utilizó

Óscar Beltrán de Otálora

Lunes, 9 de abril 2018, 18:02

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El agente doble Serguei Skripal permanece en un hospital de Salisbury, en Inglaterra, tras haber sido envenenado con un gas nervioso de fabricación rusa. Los países de la OTAN comienzan a expulsar a diplomáticos de Moscú y el Gobierno de Putin toma represalias que convierten el intento de asesinato en Inglaterra en la mayor crisis entre Rusia y Occidente desde que terminó la Guerra Fría. Toda esta secuencia tiene decenas de causas y motivos pero una de ellas guarda relación con la historia de ETA. En los años 90, la banda inició una vía de contactos con el Gobierno de Felipe González. Un joven espía español se introdujo en la asociación que intentaba protagonizar la mediación, el colectivo Gernika Gogoratuz, dedicado a recordar el bombardeo de la villa vizcaína. Su objetivo: monitorizar los contactos con la organización terrorista.

A partir de ese momento, el agente llevó una vida frenética, que le llevaría a la cárcel por robar documentos oficiales del CNI y a ser acusado por los medios británicos de ser quien vendió a los rusos la información que permitió descubrir que Skripal era un agente doble. El exespía español ahora lo niega todo y se dedica a redimirse de su pasado en compañía de aquellos a los que vigiló. Esta es su historia, repleta de traidores y siglas como CIA, KGB, ETA o MI6. Y un retorno a Euskadi.

El agente doble ruso Serguei Skripal, en el momento previo a ser intoxicado.
El agente doble ruso Serguei Skripal, en el momento previo a ser intoxicado. E.C.

En 1990, Roberto Flórez era un ex guardia civil del cuartel donostiarra de Intxaurrondo que había comenzado a trabajar para el Cesid (Centro Superior de Investigaciones de la Defensa, actual CNI). Su misión en los servicios secretos españoles consistió en infiltrarse en Gernika Gogoratuz, una organización a favor del diálogo que en esos años estaba centrada en la mediación con ETA. ¿Cuál era el objetivo de este agente? En aquellos años, una vez fracasadas las conversaciones de Argel entre ETA y el Gobierno de Felipe González, desde diversas instancias se creía que era posible intentar una nueva negociación con la banda. La obsesión negociadora era tal que llegaron a coexistir tres vías de contacto con ETA. La primera estaba auspiciada por Elkarri, con Jonan Fernández, actual secretario de Derechos Humanos, Convivencia y Cooperación del Gobierno vasco, al frente. La segunda, por el comisario francés Joel Cathalá, de la mano del contrabandista y exmiembro de ETA Juan José Echabe. La tercera la formaban el dirigente de Gernika Gogoratuz Juan Gutiérrez, que ejercía de mensajero para el entonces secretario de Estado de Seguridad, Rafael Vera. El espía Flórez se hizo pasar por periodista y se introdujo en esta última para que el Gobierno tuviera información de primera mano de los contactos con ETA.

Nueva vida en Perú

«Flórez era una buena persona, muy agradable», recuerda ahora Juan Gutiérrez, el hombre al que el espía debía controlar. Gutiérrez, al que en aquellos años se acusaba de colaborar con la CIA, algo que él siempre negó, afirma que un día Flórez, que llegó a ser uno de sus hombres de confianza, «desapareció sin decir nada. De repente no supimos nada más de él». Flórez se esfuma en un momento en el que el ministro de Interior José Luis Corcuera ha dimitido y su puesto lo ocupa Antonio Asunción. Este político socialista decidió cortar los contactos con ETA.

Flórez se esfumó, pero volvió a surgir seis años más tarde, esta vez en Perú. En esa ocasión se infiltró en el partido Perú Posible, la formación de Alejandro Toledo, quien en 1994 era el principal rival de Alberto Fujimori y en 2001 llegaría a ser presidente del país andino. El agente del CNI se había vuelto a hacer pasar por periodista pero esta vez los responsables de la campaña electoral de Toledo se dieron cuenta de que los datos no cuadraban y no tardaron en desenmascararle como espía. Flórez se sumergió de nuevo en las sombras.

Su rastro reapareció en uno de los momentos más oscuros del CNI. En 2007 fue detenido en Tenerife acusado de haber robado información de los servicios secretos españoles para ofrecérsela al FSB, la oficina de espionaje rusa que en 1994 sucedió al KGB. Su arresto y encarcelamiento se convirtió en una antología del disparate. El propio director del CNI, el socialista Alberto Saiz, dio una rueda de prensa para contar el caso, algo sin precedentes en el discreto mundo del espionaje. Pero además, en el registro del domicilio de Flórez se localizaron no solo documentos robados del CNI sino también copias de las cartas fechadas en 2001 en las que se había ofrecido a los espías rusos de la embajada de Madrid. En una de ellas, dirigida al coronel Melnikov, un consejero del servicio diplomático de Moscú, Flórez se ofrecía para hacerles llegar información sobre el CNI y sobre «sus procedimientos de trabajo contra Rusia».

En el momento de su detención, Flórez llevaba un año fuera del CNI y se había dedicado a hacer algo que aprendió en Euskadi. Había creado el Centro de Tratamiento de Conflictos, un grupo que dependía de la Asociación Canaria para la Paz. Después de todo, él había estado en activo en Euskadi en los años en los que los mediadores vivían su momento de esplendor. Flórez fue acusado de traición y juzgado por haber vendido a Rusia la documentación del CNI sobre agentes dobles. Este extremo, sin embargo, no se pudo acreditar puesto que los servicios secretos españoles no pudieron confirmar los pagos. Según algunas fuentes, entregar las pruebas habría comprometido a agencias de inteligencia de terceros países. El exespía fue condenado a nueve años de prisión por robo de secretos oficiales.

El nombre de Flórez debería haber pasado al olvido como el de todo espía encarcelado, pero el 4 de marzo de este año las cosas empezaron a ir mal. Ese día, Serguei Skripal y su hija Yulia aparecen desorientados en un banco de un parque de Salisbury. Su estado de salud se complica en el hospital y se descubre que han sido envenenados con algún tipo de gas nervioso. El pasado de Skripal sale a la luz. Fue un agente de la inteligencia rusa que traicionó a los suyos y se pasó a los servicios británicos, al MI6. Este topo fue detenido por el FSB en 2004 y condenado a 13 años de prisión por haber entregado a los espías británicos los datos de 300 agentes rusos. Skripal no cumplió toda la condena puesto que fue canjeado por unos agentes de Moscú detenidos en Estados Unidos. Así consiguió la libertad en 2010. Siete años después lucha por sobrevivir en un hospital.

Sangre en sus manos

Poco después de conocerse el envenenamiento, el diario 'Times' acusó a Flórez de ser el responsable del intento de asesinato de Skripal. Según la acusación de los británicos, el espía que inició su carrera en el País Vasco sí había entregado a los rusos los nombres de agentes dobles. Y las personas que aparecían en su lista estaban siendo asesinadas. El texto de los periodistas británicos no podía ser más explícito: Flórez «tiene sangre en sus manos». En el tiempo en el que se produjo la filtración de la que es acusado, por ejemplo, murió envenenado el exespía Alexander Litvinenko, a quien vertieron polonio radiactivo en su té en un momento en el que ya había contactado con agentes españoles y sopesaba colaborar con la Audiencia Nacional en una investigación que implicaba a mafiosos próximos al Gobierno de Putin y a Román Abramovich, el magnate ruso propietario del Chelsea.

Cronología

  • 1990. Flórez, un agente del CNI, se infiltra en Gernika Gogoratuz para controlar contactos con ETA.

  • 1994. Flórez es destinado a la embajada de Perú y se infiltra en la campaña de Alejandro Toledo. Es descubierto.

  • 2001. El espía, ya en Madrid, se ofrece a los servicios secretos rusos para pasar información sobre agentes dobles.

  • 2004. El coronel Skripal es detenido en Moscú como topo de los británicos en Rusia.

  • 2007. El espía del CNI es arrestado por alta traición.

  • 2010. Flórez es condenado a 9 años de prisión.

La historia de Flórez regresa entonces a Euskadi. Estas revelaciones sobre su pasado coinciden con un extraño momento vital. Se había vuelto a poner en contacto con el alma máter de Gernika Gogoratuz, el hombre al que espió en los 90 y del que aprendió los rudimentos de los procesos de negociación. Ambos prepararon entonces planes conjuntos. «Cuando me enteré de que estaba en la cárcel fui a visitarle», explica Juan Gutiérrez, la víctima de sus maquinaciones hace dos décadas. «Hablamos mucho. Creo que estuve hasta cuarenta veces con él. Su visión de las cosas que hizo ha cambiado mucho. Ahora es un convencido de que el diálogo es necesario y de que la información que él como agente se dedicaba a conseguir debería haber sido puesta al servicio del diálogo para alcanzar la paz», agrega.

El agente doble ruso Serguei Skripal, cuando el veneno hizo efecto.
El agente doble ruso Serguei Skripal, cuando el veneno hizo efecto. E.C.

Según Gutiérrez, todo lo que se ha publicado sobre su ahora amigo es falso. «Él asegura que no llegó a vender ninguna lista a los rusos y que su único delito fue guardar en casa documentos del CNI», explica el negociador, ahora jubilado. Flórez y Gutiérrez han rodado un documental sobre sus contactos y sus experiencias que se estrenará en un festival europeo el próximo verano. El título de la película no puede ser más metafórico, 'Mudar la piel', una referencia a la evolución del exespía pero también al de una actitud camaleónica en la que al final la verdad desaparece ante la necesidad de ser cada día una persona distinta.

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