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Pablo Iglesias, en el congreso de Vistalegre II. Ballesteros-EFE
Las asignaturas pendientes de Iglesias

Las asignaturas pendientes de Iglesias

El líder de Podemos debe de resolver a la vuelta de vacaciones problemas clave que afectan al funcionamiento interno del partido y a su estrategia política

Ander Azpiroz

Madrid

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Domingo, 13 de agosto 2017, 20:52

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Vistalegre 2 debía de ser el bálsamo de Fierabrás, la poción mágica cuya receta memorizó Don Quijote para remediar las palizas y cuyas propiedades serían también capaces de sanar las dolencias de una formación nacida en enero de 2014. El ascenso de Podemos hasta convertirse en la tercera fuerza nacional fue fulgurante.

Pero las prisas conllevaron suspensos, a los que ahora el profesor universitario y alumno de matrículas de honor que fue Pablo Iglesias deberá enfrentarse a partir de septiembre.

La Asamblea Ciudadana del pasado febrero tenía que restañar heridas, muchas de ellas mal cicatrizadas y algunas otras aún sangrantes. Cuando se cumplen seis meses de aquel cónclave, el partido se muestra pacificado, al menos de puertas a fuera. Nada que ver con los meses en los que el pulso entre Pablo Iglesias e Íñigo Errejón estuvo al borde de llevar el proyecto al traste. No obstante, Podemos, controlado ahora sin cortapisas por Iglesias, aún tiene asignaturas pendientes. Son tareas que debe acometer el secretario general de inmediato, sin falta antes del inicio del nuevo ciclo electoral que, salvo sorpresas, dará comienzo en 2019 y en el que su partido afronta desafíos como la hegemonía de la izquierda o la pervivencia de su joya de la corona: «Los ayuntamientos del cambio».

Descentralización

La tensión entre la dirección nacional de Podemos y la de su marca catalana, Podem, ha puesto de manifiesto las dificultades de Iglesias para poner en práctica lo aprobado en Vistalegre 2. Las tres corrientes que se midieron en la Asamblea Ciudadana del pasado febrero -‘pablistas’, ‘errejonistas’ y anticapitalistas- estaban de acuerdo en que Madrid debía ceder poderes, pero discrepaban de hasta qué punto hacerlo, una diferencia que perdura en el tiempo. Los anticapitalistas abogan por un traspaso de poder a fondo que, en la práctica, vaciaría de funciones a la dirección nacional. Iglesias, en cambio, no renuncia a mantener el suficiente control sobre el partido para enviar un mensaje medianamente uniforme al conjunto del Estado, imprescindible en su aspiración a la Moncloa.

Los principales puntos de conflicto están en Cataluña y Andalucía. En el primer caso, el divorcio es absoluto y apunta a irreversible. El choque de trenes se debe a dos asuntos concretos: la negativa de la ejecutiva regional que lidera Albano Dante Fachín a integrarse en el nuevo partido de Ada Colau y el referéndum del 1 de octubre, donde el líder catalán aboga por hacer campaña a favor de la participación.

Andalucía es feudo anticapitalista. La relación entre Iglesias y la líder del partido en esta comunidad es cordial. No obstante, Teresa Rodríguez aboga por llevar la descentralización a las últimas consecuencias, hasta el punto de que Podemos Andalucía se convertiría en un partido federado, al estilo de las confluencias, sobre las que Iglesias ejerce mínimo control.

La relación con el PSOE

Hoy por hoy, la única posibilidad de la izquierda para retornar al poder pasa por un acuerdo entre socialistas y Podemos. A pesar de los desencuentros pasados, la victoria de Pedro Sánchez ha abierto una ventana al entendimiento, pero aún existe mucho camino por recorrer. Uno de los principales escollos es el escaso crédito que genera Iglesias entre los socialistas, con los que ha mantenido sonoros enfrentamientos en el Congreso y fuera de él. A nivel interno, el secretario general de Podemos también debe convencer a los reacios a pactar con un PSOE para los que hasta anteayer era la casta, y entre los que se encuentran los anticapitalistas o Pablo Echenique.

La alianza con Izquierda Unida

Una vez derrotados en Vistalegre Errejón y y la idea de la transversalidad, Iglesias ha apostado de forma decidida por profundizar en la alianza con IU, para lo que cuenta con el apoyo de Alberto Garzón. Ambos se han comprometido a salvaguardar la independencia de sus organizaciones, pero quieren ir más allá en la alianza que les llevó a concurrir juntos el 26-J, pese a que unidos sumaron un millón menos de votos respecto a los anteriores comicios. Lograrlo obliga a superar una serie de obstáculos. Entre estos, figuran los recelos que existen en ambas formaciones a este pacto, la deuda económica que arrastra la federación de izquierdas, el enfrentamiento de Iglesias con la vieja guardia de IU o la dificultad para mantener una misma estrategia política.

Elecciones municipales

En las anteriores municipales Podemos rehusó presentarse y se integró en unas candidaturas populares que le han llevado a formar parte de los gobiernos de algunas de las ciudades más importantes de España, entre ellas Madrid y Barcelona. Ahora, con el partido ya consolidado, la formación morada se enfrenta al reto de presentarse bajo sus propias siglas. Para ello, deberá reclutar a aquéllos con los que compartió lista en 2015, pero bajo la condición de que Podemos sea ahora quien lleve la voz cantante. El resultado de las municipales será la prueba del algodón para la gestión de los «ayuntamientos del cambio», de los que Podemos ha hecho bandera.

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