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La alcaldesa de Madrid durante la entrevista en la sede del Consistorio.
Incansable Carmena

Incansable Carmena

Gestiona con una sonrisa pero con mano dura y lleva la austeridad hasta el último extremo. La alcaldesa de Madrid puede ser muchas cosas pero, sobre todo, es atípica

Rocío Mendoza

Domingo, 24 de julio 2016, 00:05

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Manuela Carmena pisa viva y resuelta bajo los lunares de su falda de vuelo. No pierde la sonrisa ni para echarte una bronca. Que las echa. A pesar de su apariencia de señora apacible, no duda ni un momento en aparcar su eterna sonrisa zen para cantar las cuarenta, si algo no le parece que esté bien hecho. Dicen de ella que es toda amabilidad, pero tiene mano dura. Sobre todo, dicen que es incansable al desaliento. Puede caminar tres kilómetros en plena ola de calor por un barrio y tumbar a todo su equipo con tal de saludar con alegría al vecindario. Al verla moverse, cualquier diría que a sus 72 años aguanta intensas jornadas laborales de más de 12 horas.

Para soportar la presión del día a día que se le presupone a una alcaldesa de Madrid, suele refugiarse en la lectura. Es su vía de escape. Ahora que le queda una semana para irse de vacaciones, hace repaso a los libros que se ha reservado para leer. Eso sí, seguro que tiene un rato para mirar su Facebook (lo prefiere a Twitter), porque a la regidora también le gustan las redes sociales. No se plantea unas vacaciones de lujo por mucho que algunos intenten hacer polémica con el dinero que se gasta. Le dedicará el descanso a su familia, con la que buscará alguna playa tranquila en la que relajarse. Es austera y no le gustan los estipendios. Sigue utilizando el metro, donde "ya la conocen en la línea" y hasta dicen que le hace rosquillas a Esperanza Aguirre para desayunar juntas en los despachos del Consistorio. Y es que se llevan bien, pero solo fuera del pleno del Ayuntamiento, donde su opositora del PP se transforma para entregarse a un circo de descalificaciones que la jueza emérita no entiende. Tiene una concepción elevada de la política. No en vano cita a Mandela como su político de cabecera. Y ni entiende de chóferes ni de asientos vip ni gastos de representación ni privilegios. Ella, su 'relaxing cup of café con leche' se lo toma en casa.

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