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El exsocio de Iñaki Urdangarin, Diego Torres, junto a su abogado, Manuel González Peeters.
El tribunal del 'caso Nóos' expedienta a Peeters por llamar «idiota» a Gallardón

El tribunal del 'caso Nóos' expedienta a Peeters por llamar «idiota» a Gallardón

El letrado del tribunal ha confirmado a la sala el improperio del abogado durante el interrogatorio del testigo

Melchor Sáiz-Pardo

Viernes, 13 de mayo 2016, 14:12

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El tribunal de la Sección Primera de la Audiencia Provincial que enjuicia el caso Nóos ha abierto un expediente al representante legal de Diego Torres, el letrado Manuel González Peeters. El abogado llamó ayer idiota a Alberto Ruiz-Gallardón, exalcalde de Madrid, quien compareció como testigo en la causa por los negocios de Iñaki Urdangarin con la candidatura Madrid 2016.

La investigación trata de determinar si las expresiones vertidas durante la sesión de ayer jueves en el juicio del caso Nóos, de las que el letrado de la Administración de Justicia les ha dado constancia hoy, pudieran haber incurrido en una responsabilidad disciplinaria, prevista en la Ley Orgánica del Poder Judicial.

Según explicaron fuentes judiciales, la sala no se percató en un principio del exabrupto del abogado, ya que el insultó lo soltó en voz baja.

Ahora, González-Peeter dispone de un trámite de alegaciones antes de la resolución del expediente por parte del tribunal

El abogado de Diego Torres, el exsocio de Iñaki Urdangarin, se convirtió en protagonista de la jornada de ayer del juicio del caso Nóos. El heterodoxo letrado, conocido por ser el 'alma mater' de la polémica estrategia de los mails contra la Casa Real, no se anduvo con rodeos cuando el exalcalde de Madrid se zafó de sus preguntas. Éste es idiota, espetó al exministro de Justicia entre susurros cuando el testigo se negó a confirmar que había participado en actos patrocinados por el Instituto Nóos.

El abogado de Torres trataba de probar que Ruiz-Gallardón había avalado los eventos que organizaba Iñaki Urdangarin y su socio, pero el veterano político no se dejó enredar, a pesar de las celadas del letrado. Fue entonces, cuando González-Peeters, desesperado, lanzó en bajo el improperio, que, sin embargo, sí que fue captado por los micrófonos.

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