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Scolari gesticula durante un entrenamiento
«Jugaremos por nosotros, por Brasil y por Neymar»

«Jugaremos por nosotros, por Brasil y por Neymar»

La presión excita a Scolari, que apela más a la furia y a su “patrón” que a la calidad frente a los germanos

Ignacio Tylko

Martes, 8 de julio 2014, 00:08

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A sus 65, el seleccionador brasileño, Luiz Felipe Scolari, tiene un palmarés mucho más florido que su rival de este martes en Belo Horizonte, toda vez que ha ganado el Mundial de Japón y Corea de 2002 y la Copa Confederaciones de 2013 con Brasil, además de dos Copas Libertadores con Gremio de Porto Alegre (1995) y Palmeiras (1999). Y condujo a Portugal a la final de la Eurocopa de 2004, conquistada por Grecia.

La presión es el principal enemigo del singular Felipao, ya que no le sirve otra cosa que el título en este certamen. Regresó a la canarinha con la única misión de reconstruir un equipo sin confianza y conquistar el hexacampeonato. El primer reto lo cumplió con solvencia porque ha forjado a su imagen y semejanza un ejército poderoso, sólido, difícil de ganar, bien armado y contundente. Ha transformado e ilusión y confianza el ambiente depresivo que acompaña a la selección auriverde y a una afición tradicionalmente desencantada y exigente al máximo.

Aunque atribuyó galones desde el minuto uno del campeonato al ahora llorado Neymar, la filosofía del sargento pasa por despojar a las estrellas de su divismo. Nadie está por encima del grupo y todos deben trabajar y esforzarse de forma solidaria. Confía en sus gladiadores, en tipos como el central del montón como Henrique, un medio destructivo como Luiz Gustavo y en un delantero mediocre como Fred. Y deja fuera a Lucas Moura o a los defensas atléticos Miranda y Filipe Luis.

Es indudable que le acompañan los resultados, pero se ha distanciado del jogo bonito que ansía el torcedor, siempre crítico y evocador de los tiempos de O Rei Pelé.

Aunque se coronó en la Confederaciones tras arrollar a España en la final, cada partido supone un debate nacional sobre sus decisiones, casi siempre discutidas. Frente a Alemania insiste en sus argumentos relacionados más con la furia con la calidad: disciplina, rigor táctico, disputar cada balón como si fuera el último y morir por la verdeamarela. Debe de encontrar un sustituto para Neymar, el jugador diferente, el agua en el desierto del que hablaba el técnico argentino Alejandro Sabella en referencia a Messi. En ausencia de Thiago Silva, todos los galones se los impone a David Luiz. Alma de líder.

Ellos me imitan

Cuando converso con los jugadores, David Luiz me imita. Ellos me entienden porque soy transparente y saben lo que deseo, explicó Scolari en la previa. No hay que buscar una motivación adicional. La baja de Neymar la llevamos muy dentro pero la fase de tristeza está superada. Pero jugaremos por nosotros, por nuestro país y por Neymar, añadió.

Felipao restó importancia a la designación del árbitro mexicano que no vio el mordisco de Luis Suárez a Chiellini y considera que es de plenas garantías porque es experto y hay muchas jugadas que no pueden verse porque sigues el balón y te pierdes la segunda acción. Para eso están los auxiliares.

Alabó a Alemania, un equipo con mucho equilibrio en todas sus líneas y que se ha preparado durante seis años para llegar a esta Copa del Mundo en plenitud. Estaremos vigilantes pero fieles a nuestro patrón de juego.

Scolari ironizó cuando se le recordó que Alemania jamás le ganó a Brasil en partido oficial. Yo la vencí una vez, en la final de 2002, pero perdió dos veces al frente de Portugal. Por lo tanto, necesito ganar para igualar la estadística.

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