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árbitro mexicano Marco Antonio Rodríguez Moreno
Árbitro en el Mundial, predicador en casa
Reportaje

Árbitro en el Mundial, predicador en casa

Entre los árbitros del Mundial hay profesores, policías, un predicador protestante, un propietario de una peluquería o un millonario sueco

Javier Varela

Domingo, 22 de junio 2014, 18:01

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¿Qué tienen en común un policía inglés, un ingeniero industrial, un profesor de Cálculo y Matemáticas, un predicador protestante, un farmacéutico, un millonario sueco, un vendedor de seguros y el propietario de una peluquería? Todos ellos son fundamentales en el Mundial de Brasil y ninguno de ellos quiere ser el protagonista de los partidos porque ni marcan goles, ni simulan penaltis, ni acaban los partidos expulsados. Son las profesiones de los árbitros que participan en el Mundial.

Quizá por el aspecto pedagógico de la profesión de profesor, la mayoría de los árbitros del Mundial realizan su labor docente cuando dejan los terrenos de juego. Es el caso de Benjamin Jon Williams (Australia) y Joel Antonio Aguilar Chicas (El Salvador), que imparten clase en Educación Primaria, mientras que Peter O'Leary es el jefe del departamento de Biología en una escuela de secundaria de Nueva Zelanda. Hay otras profesiones vinculadas a la enseñanza, como la del uzbeko Ravshan Irmatov, que es entrenador de fútbol, o la del colombiano Wilmar Alexander Roldan Pérez (Colombia) y el ecuatoriano Carlos Alfredo Vera Rodríguez, que son licenciados en Educación Física. Pero sin ninguna duda, el que se lleva la palma entre los árbitros que se dedican a la enseñanza es Mark Geiger. Ya desde muy pequeño tuvo la vocación de arbitrar partidos de fútbol, pero no fue hasta 2003 -con 28 años- cuando se hizo árbitro nacional, una labor que compartía con su verdadera profesión, que no era otra que la de profesor de Matemáticas. En 2011 decidió abandonar las aulas para dedicarse en cuerpo y alma al arbitraje. Hasta entonces enseñaba Cálculo en la escuela secundaria de Lacey Township, una pequeña villa en la costa de Nueva Jersey, donde fue reconocido en 2009 por Barack Obama con la medalla a la excelencia en la enseñanza de la Matemática y Ciencia.

El holandés, con un salón de peluquería

Junto a estos hay un grupo, en concreto tres, que siguen impartiendo justicia cuando se quitan el uniforme de árbitro y se ponen el de policía. El más 'mediático' no es otro que el inglés Howard Webb. Su cabeza sin pelo ha sido capaz de competir con otra mítica como la de Pierluigi Collina y todo el mundo le recuerda por su musculatura y vehemencia en el campo. Junto a él, el otro colegiado-policía más conocido es el japonés Yuichi Nishimura -arbitró el partido inaugural 'regalando' un penalti a Brasil-, que ejerce su profesión policial en las calles de Tokio. El otro árbitro que pertenece al cuerpo de Policía es el argelino Djamel Haimoudi.

Pero los que se llevan la palma por sus profesiones son cuatro: Rodríguez Moreno, Kuipers, Cakir y Eriksson. El primero tiene, sin duda, la profesión más espiritual de todos los árbitros del Mundial, El mexicano dejó de ser profesor de Educación Física para convertirse en predicador protestante en un templo a las afueras de la capital de su país. Mientras, el sueco Jonas Eriksson, presume de tener el dinero por castigo gracias a la fortuna que ha amasado por sus negocios en una empresa de derechos deportivos. Más glamour tiene la profesión del holandés Bjorn Kuipers, que compagina su labor arbitral con su faceta de empresario de un salón de peluquería. Por su parte, el turco Cuneyt Cakir es capaz de solucionar cualquier imprevisto que se tenga, que se dedica a vender seguros en Estambul.

Entre el resto de árbitros mundialistas hay dos abogados, el alemán Felix Brych y Nawaf Abdulla Ghayyat Shukralla, único representante de Baréin en Brasil; un director financiero, el portugués Pedro Proença; un administrador, el serbio Mirolad Mazic; un ingeniero industrial, el español Carlos Velasco Carballo; un arquitecto, el italiano Nicola Rizzoli; un funcionario como el brasileño Sandro Meira Ricci; un farmacéutico como el costamarfileño Noumandiez Doue; y un técnico industrial de una compañía eléctrica como el chileno Enrique Roberto Osses.

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