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Derrota, sí, pero con cabeza

«Claudio Bravo:‘Este triunfo es histórico’». Así recogía el diario chileno 'La Tercera' la victoria de sus equipo sobre la campeona del mundo

Antonio G. Encinas

Jueves, 19 de junio 2014, 10:33

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No te digo llorar, que uno es blanquivioleta de corazón y eso curte, pero casi. Qué berrinche, qué frustración, qué sufrimiento interno y qué angustia de esa de cuando te atrapan las sábanas y sueñas que quieres correr y no puedes. Sentías en pierna propia los calambres que le trasladaba la tensión del partido a Xabi Alonso o a ese otro tipo disfrazado de Sergio Busquets que puso Del Bosque en el campo. «Estos no son los míos», pensábamos todos, y de repente el pálido Iniesta se parecía a los niños de El pueblo de los malditos, qué repelús.

A más de uno conozco que ayer rompió el carné de la Roja como antaño rompió el del Real Valladolid. «¡Esto es insoportable, no vuelvo más!», parece que lo estoy viendo.

Y en esos momentos pienso en Rafa Nadal.

Pobre.

Un día de estos va a perder la final de Roland Garros y le vamos a cerrar el aeropuerto de Son Sant Joan para que no se le ocurra regresar, por perdedor.

Somos así. Implacables con nuestros derrotados, aunque antes de la derrota hayan sido los mejores del mundo en su especialidad. A un nivel al que, por cierto, el 99% de nosotros no podremos aspirar nunca por empeño que le pongamos a nuestro trabajo.

Quizá Del Bosque calculó mal el desgaste de la temporada, el relevo generacional y, sobre todo, que los tres mejores equipos de España, y por añadido el Sevilla, estuvieron peleando títulos hasta el último día. Y de allí han llegado al Mundial no uno, ni dos, ni tres jugadores de la selección española, no, sino nada menos que catorce. Todos ellos fundiditos. Llegaban justitos físicamente y el aluvión holandés, por imprevisto, les mermó además la cabeza. Y solo a partir de ese apagón completo se entiende que jugadores que tocan el balón como si hicieran un rondo a cien por hora fallen una y otra vez pases tan sencillos que los daría un alevín.

Hasta aquí el Mundial. Escojan favorito, que si no esto se hace muy largo y muy pesado. Queda mucho donde elegir. Ahí tienen a la Brasil rocosa de Scolari. O a esa Alemania de Löw, que está tan harta de cruzarse con España y perder que ahora es capaz de hacer con los demás lo que Federer con Soderling en Roland Garros cuando Nadal se quedó fuera de la final, darles una tunda de escándalo. O también a la Italia de Pirlo y Prandelli, que se lo merecen por valientes. O Argentina por Messi o Portugal por Cristiano, según sus filias y fobias.

¿Y qué pasa con España? ¿Con La Roja? ¿Con el mejor equipo del mundo mundial y de la historia histórica universal? Pues nada. Lo mismo que pasó antes con tantos otros equipos supercampeones que, llegado el momento, tuvieron que dejar su sitio porque los deportistas tienen la mala costumbre de cumplir años como los demás, y todo se acaba. Ni el Brasil del 82 se libró del fracaso, aunque nos enamorara con su juego.

Solo hay que dejar pasar un tiempecito.Que se apacigüen los tertulianos vocingleros y llegue la reflexión sosegada de quienes saben de esto. La Federación Española escogió trabajar como un club, con sus categorías inferiores, y mima con cuidado esas sub 21, sub 19 y sub lo que sea que llegan asiduamente a finales de campeonatos internacionales. El horizonte no acaba en Villa o Xavi o Xabi Alonso. Está Koke, pero tambiénThiago, y Deulofeu, y Carvajal, y Jesé, y De Gea, y unos cuantos más. Hay idea. Hay jugadores. Y habrá futuro si nadie se vuelve loco y desmorona todo en un arrebato. Y, ojo, hay Eurocopa en 2016. Y somos los bicampeones actuales.

¿Ve como con perspectiva se digieren mejor estas cosas? Pues nada, lo dicho, elija equipo y a disfrutar de lo que queda.Y si lo que le digo no le convence, y además no es usted muy del Real Valladolid y no está preparado para las bofetadas futbolísticas, no se preocupe.Llore. Llore como un crío. Seguro que después lo ve todo de otra forma.

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