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José Ángel Fernández Villa, el pasado viernes.
Villa afirma que «no había una dinámica del control de las cuentas de Rodiezmo como en otros organismos»

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«Ahora que no pueden pasar por Villablino los camiones podían traer las actas de Hunosa» | El Comercio desvela en exclusiva la declaración íntegra del exsindicalista

ANA MORIYÓN

Lunes, 6 de marzo 2017, 10:55

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El exsecretario general del SOMA-UGT, José Ángel Fernández Villa, declaró el pasado viernes en el Juzgado de Instrucción número 2 de Oviedo como investigado por un presunto delito de apropiación indebida. El que fuera su sindicato le reclama 420.000 euros que, según consta en la querella, habría utilizado para fines ajenos a su actividad sindical. «Eso dicen ellos», apuntó Villa. Aconsejado por su representación legal, solo aceptó contestar a las preguntas de su abogada. Así transcurrió su declaración.

-¿Ha leído usted la querella, el informe de auditoría y los informes económicos del SOMA?

-Sí, los leí. Y lo que percibí en alguno de ellos era como si viese el diseño de una estrategia al coincidir que me llegaban todos los documentos de viernes. El primer documento que me llegó, llegó de viernes, y al día siguiente se debieron ir de vacaciones. En segundo lugar, los textos no guardan una interpretación mía, no guardan coherencia unos con otros, hasta incluso al fotocopiar los textos.

¿Se refiere usted a la querella que está mal fotocopiada y es totalmente confusa?

Sí. Exacto.

¿La entendió usted?

No. No entiendo nada. Puedo hacer juicios de valor, pero no estoy por desnaturalizar y correr el riesgo de que se desnaturalice el propio contenido y la interpretación de las otras partes.

¿Cuántos años ha sido usted secretario del SOMA?

Ay, Dios. ¿Setenta? En el año 1942 nací. En el año 50 ya estaba trabajando de pinche, que llamaban antes. Como éramos todos los hermanos corpulentos nos mandaban a labores que no eran luego retribuidas según la tarea. Esa reclamación me sirvió para el primer despido de los diecisiete que me aplicaron en la etapa de transición democrática.

¿Está usted seguro de que fue 70 años secretario del SOMA?

Hay un primer contexto que es la dictadura. Hay un segundo contexto que es el proceso de transición democrática y hay otro contexto que es en el que ya se actúa con plena libertad, en la legitimidad del reconocimiento del sindicato en España.

¿Cuántas veces he ido yo a su casa a preparar esta declaración?

Yo tenía miedo que se quedase allí.

¿Qué quiere decir?

Por los días y las horas que echaba en aquella casa.

¿Puede precisarnos cuántas?

Muchas. Muchas, yo no sé de dónde saca el tiempo.

¿Cuántos años lleva usted enfermo?

Enfermo llevo desde el año 1989.

¿Qué diagnóstico tiene usted?

¡Ay madre! Tengo un diagnóstico... Una crisis. Ahora no recuerdo. Columna. Depresión. Columna. Corazón. Cervicales. Próstata. Riesgo de quedar parapléjico...

¿Tiene algún problema de demencia?

Sí. Demencia senil.

¿Puede hacer vida normal?

No. Necesito ayuda para todo.

¿Se viste usted solo?

No.

¿Sale a la calle?

No.

¿Lee usted?

No, desgraciadamente para mí.

¿Ve la tele?

No.

¿Maneja usted un ordenador o un teléfono móvil?

No era capaz cuando estaba bien, cuanto más ahora que soy un...

¿Las cuentas de la comisión ejecutiva y del sindicato eran aprobadas en los órganos correspondientes?

En toda la estructura de la organización, nacional, regional y sectorial.

¿Se firmaban por los miembros de la junta?

Se firmaban. Y quien venía de Madrid, también firmaba.

¿Se aprobaban por unanimidad?

Por unanimidad.

Después de aprobarlas en Asturias, ¿las cuentas eran aprobadas a nivel nacional en Madrid?

Se hacía la distribución. Se daba paso a la parte que corresponde de la cuota a lo que son secciones sindicales de pozu, que les corresponde una parte; a la unión regional de Asturias, otra parte, y a la parte que corresponde a la federación a nivel estatal, como el dinero venía de Madrid, ya quedaban ellos con la parte que les correspondía. Y jamás hubo una objeción. Todo lo contrario. Nosotros no recibimos más que felicitaciones y nos ponían como ejemplo de referencia de cómo había que hacer las cosas.

¿Por qué dimitió usted como secretario general?

Yo dimití como secretario general por una razón muy sencilla. Llevo sesenta o setenta años, claro que los llevo.Nací en el 42, pongamos que a los catorce años fui a trabayar. Echen los números. El sindicato no tuvo necesidad de ponerse a rehacer todas las exigencias estatutarias y legales que exige la legislación, porque ya estaban. Todavía no estaban legalizados los sindicatos y nosotros ya estábamos firmando como organización sindical.

¿Pero qué motivo le llevó a usted a dimitir?

Porque estaba cansau. Avisé con tiempo. Nunca lo creyeron. Pero luego había un reto que merecía la pena, que era la fusión de más sectores de los que tenemos ahora que colocaría al sindicato en una posición mejor.

¿A parte de cansado, tenía usted alguna enfermedad?

La última batalla que se vio, que fue la batalla de la marcha andando a Madrid, yo operado dos veces del corazón fui andando a Madrid y, afortunadamente, en la calle Uría no me quedé allí y me mandaron en un cajón para acá como en las películas del Oeste.

¿Se perdía usted en los discursos?

Perdía el hilo de los discursos y empecé a respirar un aire de que ya no es lo que era.

Existen actas de las reuniones de la Junta Administrativa de 2013 en las que se justifica su ausencia por problemas de salud. ¿Es así?

Por motivos de salud y en muchos casos porque daba prioridad al tema sindical al tema político. Porque yo soy un interlocutor polivalente, tendríamos que estar aquí hasta navidades del año que viene. Por el hecho de que conjugaba la acción sindical y la acción política.

En otro acta, de 2014, también se dice que no acude por enfermedad. ¿Usted no asistía por motivos de salud?

Sí. O porque le daba preferencia a temas que fueran más importantes.

¿Por qué están firmadas por usted esas actas?

Ésta es una pelea que yo tuve porque ya lo percibía yo.

¿Es su firma ésta?

No.

¿Y ésta otra?

Uno un pocu amañosu, como decimos aquí.La firma mía ye muy fácil de imitar.

¿Había alguien en el sindicato que firmase por usted?

Sí. La secretaria Carmen, Juanín el de Administración y los que se movían en áreas en las que tenían que gestionar recursos económicos. Porque en la política económica del sindicato hay otro departamento, por decirlo de alguna manera, que era el de organizar conferencias, como las conferencias del agua que se hicieron aquí en Asturias.

Llama la atención que siempre perdía o le robaban las tarjetas de crédito. ¿Esto era así?

Sí. Y no me llevaron a mí no sé por qué.

¿Cuando le daban una nueva, firmaba usted?

No, siempre yo no firmaba. Es que yo confiaba plenamente de los compañeros que llevaban el tema económico. Plenamente.

¿Esas tarjetas eran de pin, tenían una clave, o había que firmar cada factura?

Tenían una clave y no estoy seguro de si había alguna que hubiese que firmar. Por lo general tenían clave, pero yo no operaba con ella porque no la sabía.

¿Sabían su secretaria o el contable la clave de sus tarjetas?

Sí, claro.

¿Cómo hacía usted cuando compraba algo o gastaba y a quién le daba los tiquets para que el sindicato se los pagase?

Bueno. Yo soy muy desorganizado. Yo vengo aquí y antes estaba en el sindicato. Porque del sindicato marché yo, no me echó nadie, marché yo. Y pedí una auditoría y no se hizo, todavía estoy esperando por ella. No un informe de contabilidad económica, eso hazlo el de primero de Económicas. Si yo tomaba un pincho y un café, cogía lo que me daban de vuelta y mezclábalo todo. Lo que era del sindicato y lo que era mío. Y tenía dada por mí personalmente (la orden) estricta y no sé por qué no se cumplió y por qué aparecen ahora tiquets. Yo le decía a Juan (Cigales): Toma, tengo aquí una serie de gastos de un mes o dos. Haz el favor de seleccionarlo y págame.

¿Esta letra de esta nota de gastos es suya?

No. No es mia.

¿Y la firma?

No. No, esa no es mía.

¿Y esta otra?

Yo pasaba los tiquets. Pueden estar aquí de El Corte Inglés o de dar ánimos a Luis Enrique a Barcelona. Los mezclaba.Y luego le decía: ¿Seleccionástelos bien?. Y me decía: Sí. Y había veces que tenía que poner dinero de mi bolso.

¿Quiere decir que Juan le seleccionaba los tiquets y le pagaba los que eran con cargo al sindicato y los otros no?

Exacto. Resúltame llamativo porque llevaba la contabilidad mía personal.

¿Llevaba todas sus cuentas?

Sí. La personal. Tenía las libretas, tenía el testamento, tenía las últimas voluntades. Tenía todo lo habido y por haber.

¿Dígame si esta letra es la suya?

Esa letra es la mía, pero no la firma.

Aquí dice que ha perdido los tiquets de compra, que eran libros, revistas y prensa. ¿Si perdía usted los tiquets presentaba usted esto?

Sí. La firma tengo dudas.

¿Alguna vez le pusieron reparos a lo que gastaba usted?

A mí nunca. Al contrario. Había que dar el pegu y tenía que tener chófer para que las cosas fueran bien como consecuencia de la coyuntura de la situación social que vivían Asturias y las cuencas, pues tenía cobertura. Pero sabíalo yo, no lo sabía nadie más.

¿Cuando en las notas de gastos está el sello de contabilizado quiere decir que era lo que luego se llevaba a la contabilidad?

Se llevaba todo.

¿Y las cuentas las firmaban todos los asistentes?

Sí. Pero con buenes bronques. Había discusiones dures. Porque claro, el de la fiesta de Rodiezmo, el dinero decía que era para lo que era, que no iba a andar por ahí como puta por rastrojo y que ahora tenía que pasai dinero. ¡Qué se molestase a buscarlo!

¿Había alguien más que usted que tuviera tarjeta en el sindicato?

Yo creo que había alguien más. Pero es que yo tenía una fe tan ciega y en la envolvente a la que me llevó esta situación me llevó también la vida.

¿Quién más tenía tarjeta del sindicato?

Yo creo, por sentido común, que Amalio. Creo que Pedro Castillejo. No estoy seguro si la tendría Armando Natal.

¿Y estas personas hacían lo mismo que usted, pasaban las facturas al sindicato y los tiquets?

El único que pasaba con la puerta abierta era yo. Porque en eso machacaba yo. Y más después de la catástrofe que pasó con el tema de la UGT lo de la cooperativa de viviendas. Una desgracia.

Entre los gastos que le reclaman hay puros, flores y libros. ¿Compró esas cosas por motivos sindicales?

Antes tenían la preocupación de que el secretario general tenía que andar con corbata para dar el pegu. ¡Ponla tú y da el pegu si quieres, que yo no pongo corbata! Yo voy limpio, bien lavado y lo demás... Y entonces decía usted...

¿Adquirió puros y flores con motivo de las actividades sindicales?

Sí, porque alguna vez tenía que tener un detalle con interlocutores que tiene el sindicato y con técnicos que tiene el sindicato y que hacían las cosas porque, bueno, porque de mí se fiaban. Era un detalle.

¿Regalaba puros?

Regalaba, no. Invitaba si estábamos en una reunión. Había alguno que me los pedía. ¿Oye, no traes un puro hoy? Si hombre, toma un puro. ¿Y les roses? Les roses ye una cultura de la minería de toda la vida, de cuando hay un accidente mortal o hay una vinculación familiar, llevar coronas o ramos. Eso desde hace 30 años y hace 40, desde la propia fundación del sindicato.

¿Para vincular esas compras con alguna actividad sindical se necesitan sus agendas para poder contrastar las fechas?

Sí.

¿Dónde están?

Hay que preguntarle a la secretaria.

¿A Carmen?

Claro.

¿Las conservaba usted año tras año?

Yo mandaba que las recogiese y que las tuviera archivadas debidamente.

¿Porque pretendía escribir sus memorias?

No es que pretendía. Es que estoy en ello. Pero ahora no estoy en condiciones para terminar un libro. Ya hace tiempo que llevo, voy a meterme en tres años y ya no estoy en condiciones.

Entre sus tiquets hay muy poco alcohol. ¿Usted que es una persona abstemia?

Yo soy abstemio. Yo soy todo. Y llevan treinta años y no tuvieron los cojones de decir una palabra en relación a cómo estaba la situación económica. Treinta años conmigo. El que menos lleva es la gente que se asoció a una federación sola, pero el núcleo duro encontró la veta de carbón.No decían nada. Pero tienen que entretenerse en otras cosas que ensañarse con mis hijos.

Hay muchas facturas de libros. ¿Nos puede decir qué libros compraba?

Libros ilustrativos y que me sirvieran a mí para trabajar. Se mezclan los temas de partidos y de sindicatos. Antes éramos el demonio. Viene el bigote, el demonio, qué nos traerá hoy del partido, que nos querrá meter éste, decían.

¿Los libros de qué eran?

De trabajo.

¿Sobre economía?, ¿acción sindical?

Sí.

¿Qué hacía con ellos?

Leerlos.

¿Y luego dónde los dejaba?

Unos en Sama. En el despacho y en una estantería que hay por allí. Y otros, los menos, los tengo en casa. Allí los tienen si quieren ir por ellos.

¿Leían sus compañeros del sindicato esos libros?

Estaban tan atareados que no tenían tiempo a leerlos.

Con respecto al Mitsubishi. ¿Recuerda por qué lo compró usted y luego el SOMA le iba devolviendo el dinero?

Esa fue una decisión estando yo en el hospital. Estuve 90 días en el Sanatorio Adaro, que conocerán todos ustedes, que era el hospital de los mineros.

¿Por qué se compró un Mitsubishi y el SOMA le devolvía el dinero?

Porque en las condiciones físicas en las que me encontraba, yo ya no podía usar un coche de esta altura. Tenía que tener un coche que tuviera altura porque yo tengo la columna fija. Tengo la columna fija con unos dientes de sierra de arriba a abajo.

¿Necesita un todoterreno que tuviera el asiento más alto?

Y para ellos, para que tuviese más seguridad. Porque yo ya no tengo coche, desde hace dos años, porque me quitaron el carnet de conducir.

¿No le dejan conducir por sus problemas de salud?

Exacto.

¿Quién firmó las órdenes bancarias para que desde el SOMA, mes a mes, se le enviara a usted una transferencia para el pago del vehículo? ¿Quién tenía firma?

Juan, puede tenerla.

¿Se hizo usted autotransferencias para que el SOMA le pagara?

No lo recuerdo. (...). Yo soy un inválido que tiene alguna desventaja. ¿No?

¿Esa condición de minusválido hizo que el coche fuera más barato?

Evidente, eso te acabo de decir. Tenía una invalidez y tenía las ventajas que tenía uno que tenía la pensión normal y la de invalidez.

¿Les pareció interesante a sus compañeros no tener que pagar el IVA?

¡Cómo no les va a parecer bien si lo utilizaban ellos también!

¿Lo utilizaban más personas que usted?

¡Hombre, claro!

¿Trabajaba los sábados y los domingos?

Y noches de guardar.

¿Cogió vacaciones en todos esos años?

Los días de la mano, y todavía me sobra uno de ir de vacaciones.

¿Trabajaba todos los días del año?

Todos los días del año y era el primero que estaba allí donde se produjesen situaciones que requerían la presencia de un nivel determinado de la organización. Allí estaba yo.

¿Iba usted en el vehículo ?

Sí.

¿Conoce a algún secretario general de algún sindicato que no tenga coche o chófer?

No, yo no los conozco, y conozco unos pocos, ¿eh?

La querella dice que se apropió de las dietas de Hunosa. ¿Si los sindicalistas no hubieran recibido esas dietas habrían asistido gratis?

¡No coño, si ye lógico! Cuando no les daban ni horas sindicales andaban llorando por las esquinas en vez de dar la batalla que tenían que dar a la empresa, porque por vía de Estatutos tienen derecho a un número de horas.

Si alguien se hubiera quedado con ese dinero, ¿se hubieran desarrollado esos comités o los mineros habrían dejado de ir?

No irían y le romperían el alma al que lo iba a hacer.

Hay un acta del comité intercentros del año 1983 en el que se fija la cantidad que va a cobrar cada minero por asistir a cada reunión. ¿Lo recuerda?

Tengo como referencia el año 1983 porque es el marco temporal en el que se pactó la participación en los consejos de administración.

Creo que eran 4.000 pesetas por persona y asistencia. ¿Era así?

No, era un montante global. Que luego ellos lo hayan distribuido en una cantidad ya era cuenta de ellos.

Fue motivo de discusión porque los mineros querían cobrar más. ¿Lo recuerda?

Los mineros... ¡Todos!

¿Esas dietas sindicales cómo las percibía cada sindicalista?

Presentando el tiquet.

¿Presentado el tiquet de asistencia?

Exacto.

¿Y quién les abonaba?

Podía ser Juan (Cigales).

¿Lo cobraban en efectivo?

En efectivo, sí.

¿Les daban 4.000 pesetas en efectivo?

Lo de las 4.000 pesetas es la primera noticia que tengo.

Si algún minero no hubiera recibido la dieta. ¿Ese dinero robado es del SOMA o es del sindicalista que no percibió la dieta?

Del sindicato.

¿Está usted seguro? ¿No es el sindicalista el que recibe las 4.000 pesetas cuando acude al comité?

Pero previo a recibir como sindicalista, el sindicato recibía el talón, que era luego el dinero del que se disponía para pagar.

Primero se pagaba con un cheque nominativo a su nombre. Su secretaria Carmen ha dicho que era ella la que iba a cobrarlo. ¿Eso es así?

Y Juan. Juan Cigales.

¿Tenían firmas reconocidas para cobrar ese cheque?

Juan sí la tenía.

¿Y Carmen?

No.

¿Y cómo explica que siendo un cheque nominativo una entidad bancaria pague a quien no tiene la firma?

Con la mía es bastante, digo yo.

¿Se ponía ese dinero en la caja del sindicato?

Claro.

¿Y luego lo usaba Juan para pagar, previa justificación, a los sindicalistas por asistir a los comités intercentros?

Exacto.

¿Se levantaban actas de todos esos comités?

Eso espero. Ahora, si tenemos que ir a por todas las actas hay que ir a por un trailer.

¿Cuando se le daba la dieta a esos mineros por asistir a los comités, firmaban el recibí del dinero?

Creo que sí.

¿En Hunosa tienen que estar archivadas las actas de los comités intercentros?

Deberían estar, pero... Ahora que no se puede pasar carbón por Villablino, valen para que nos den las actas de Hunosa, para tener dónde llevarlas porque hacen falta vehículos pesados porque será tal el número de actas que hay que verlo para creerlo.

¿Cuántos teléfonos tenía usted?

Tenía dos teléfonos. Uno con números a los que solo podía acceder yo. Nadie más. Solo yo. Y otro el telefóno de batalla.

¿Ese teléfono era para hablar con personas de alta confidencialidad?

Exacto.

¿Las facturas llegaban a su cuenta personal y luego usted las pasaba al sindicato?

Como los demás.

¿Pretendía evitar así que nadie supiera los números de teléfono a los que llamaba?

Exacto.

¿Tenía más teléfonos?

No sé si llegué a tener tres.

¿Alguna vez alguien en el sindicato le afeó que tuviera dos teléfonos para hacer llamadas y responder llamadas?

¡Qué va! Mientras yo estaba todo era ir a reivindicar. Decían: Esto es una cosa del bigotes, esto es una cosa del tigre, esto es una cosa del secretario general.

¿Conoce usted algún secretario general de algún sindicato que no tenga teléfono móvil con cargo al sindicato?

A nadie.

¿Usted cuando dimite es porque no le quieren en el sindicato o porque su salud le impide continuar?

Mi salud me impide continuar y quien presenta la dimisión del sindicato fui yo personalmente. Una vez finalizada la manifestación en Madrid, que tuve algún riesgo al darme una lipotimia en la Castellana, pero por fortuna me acompañaban dos médicos de Hunosa.

¿Tenía algún límite en cuanto a los gastos de representación?

A mí nunca me pusieron un límite.Se dieron unas normas generales con una flexibilidad para el secretario general.

¿Es una persona austera?

Según dijo el alcalde, el exalcalde, soy un pesetero. Lo dijo Villalta.

Ésa no es la pregunta.

¡Es un ejemplo, oh!

¿Quién era la persona que tenía que dar el visto bueno a esos gastos de representación?

Era Juanín o Aquilino Ronderos. O si nombraban ellos un responsable del comité intercentros.

¿Alguna vez le llamaron la atención por comprar libros o por comprar puros?

A mí no me llamaban la atención nunca, y razones para poder llamármela tenían.

Hubo un problema con los gastos de formación. ¿Lo recuerda?

No.

¿Eran competencia suya los gastos de formación?

Todo lo que estaba en el sindicato conllevaba una responsabilidad que era la del secretario general.

¿Quién era la persona que llevaba los temas de formación?

De formación no recuerdo. Porque la de formación fue una de las secretarías que más se renovaban.Y no puedo hacer un juicio de valor, tal y como están las cosas, señalando a un compañero que no tenga nada que ver.

Había problemas para hacer las cuentas con los temas de formación y con Rodiezmo.

Ya le comenté yo que no había una dinámica del control de las cuentas de la fiesta de Rodiezmo como podía haber en otros organismos.

¿Y de quién era responsabilidad Rodiezmo?

De Amalio (Amalio Fernández). Era hermano de un viejo alcalde de San Martín del Rey Aurelio.

Finalmente, se aprobaban las cuentas sin ningún tipo de reparo. Pero los problemas que había para la aprobación de las cuentas era formación y Rodiezmo. ¿Es así?

Sí. Eso parece.

¿Nadie protestó nunca porque usted gastase mucho ni porque comprase el coche?

Y había que levantarse a las tres de la mañana porque hubo un accidente en no sé dónde y hay que marchar para allá. Osi había que ponerse a cortar la salida de carbones deAboño... ¡Ay madre, madre mía!

¿A José Luis Alperi y Deusa los considera amigos o enemigos?

Ni amigos ni enemigos. Compañeros. A Antonio, amigu.

Y a Begoña Abdelkader, que firma uno de los informes económicos. ¿La conoce?

Sí. Esa ye de Madrid.

¿Y la considera amiga o enemiga?

Hombre... Hay una relación de fraternidad.

¿Cómo explica usted que estas tres personas, Alperi, Souza y Begoña, no hayan puesto ningún reparo a las cuentas que se presentaban?

Alperi lleva cuatro días, hombre. Lleva cuatro días. Lleva pocu tiempu. Yo presenté la dimisión, hubo un congreso, no se lo tomaban en serio y como no se lo tomaban en serio, igual daba que estuviera en el hospital que me llamaban para consultarme o iban a verme. Lo que tuve que hacer una tarde con tranquilidad fue una convocatoria y enviar a todos los centros de trabajo para que nombrasen los delegados correspondientes para la asistencia del congreso.

¿La firma de las cuentas en el banco era solidaria? ¿Tenían que firmar dos personas?

Recuerdo que sí.

¿Se transfirió usted algún tipo de dinero o se pagó algún gasto con el dinero del SOMA?

No.

¿Firmaban siempre dos personas diferentes a usted?

Sí.

¿Se apropió usted de alguna cantidad de dinero del SOMA en todos los años que ha sido su secretario general?

Si los bolsos eran de cristal, siguen siendo de cristal. Para mí la organización era mi vida, y no tenía más obsesión que hacer de ella, como mínimo, lo que fue.

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