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El jurado del juicio del crimen de Isabel Carrasco se lleva los deberes a casa

El jurado del juicio del crimen de Isabel Carrasco se lleva los deberes a casa

Tendrá que estudiar el papel que jugaron los dos inspectores de Burgos, que declaran mañana

M. J. Pascual

Domingo, 24 de enero 2016, 16:39

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Las carpetillas verdes de los jurados (9+2 suplentes), en las que guardan el resumen de los 36 hechos justiciables, cada vez están más llenas de anotaciones e interrogantes. La mayoría de los seis hombres y cinco mujeres leoneses que tendrán que alcanzar un veredicto unánime de culpabilidad o inocencia para Montserrat González, su hija Triana Martínez y la amiga de esta en el momento de cometerse el asesinato, la agente de la Policía Local Raquel Gago, no pararon de tomar notas, especialmente en las últimas sesiones de la primera semana del juicio, en la que han declarado las tres acusadas y los primeros testigos. Entre ellos, Pedro Mielgo, el policía jubilado que propició la detención de Montserrat González y Triana, después de seguir a la autora de los disparos desde la pasarela sobre el Bernesga hasta el chaflán del edificio de los sindicatos, en la confluencia entre la calle Roa de la Vega y Gran Vía de San Marcos, en pleno centro de la capital leonesa.

No hubo sorpresas en la declaración de la autora confesa del crimen, a no ser la forma que tuvo de decir, como si fuera la protagonista de una tragedia griega, que no se arrepentía de haber asesinado a Isabel Carrasco porque era la vida de su hija «o la de ella». En una estudiadísima puesta en escena, en la que los rostros demacrados e hieráticos hacían juego con las lúgubres ropas elegidas por las acusadas que solo se han aclarado, en el caso de Raquel, tras su declaración del segundo día, de la que salió muy bien parada por su detallada y nada dubitativa exposición, que sembró una duda razonable sobre su participación, las tres mujeres han evolucionado perceptiblemente en sus papeles.

¿Pacto o casualidad?

La tarde del jueves, último día de la intensa primera semana del juicio, con una Sala del Jurado casi vacía, las tres mujeres estaban visiblemente menos crispadas, como si se hubieran quitado un gran peso al declarar, por fin, ante el tribunal. Incluso Triana y Montserrat se permitieron aleccionar a través de numerosas notas a su letrado para que incidiera en aspectos de las declaraciones de los testigos que podían beneficiarlas ante el jurado.

El objetivo de las defensas, una vez inmolada la madre, es que ella sola cargue con la pena de 24 años de prisión que piden el fiscal y las acusaciones y Triana y Raquel sean exculpadas. Incluso, el abogado de esta se permitió anunciar que, en el caso de que el veredicto sea el de inocencia, emprenderá acciones legales contra quienes «han destrozado la vida» de su patrocinada.

Por el momento, la policía municipal es la que ha generado una duda razonable en la sala, echando por tierra el informe policial, realizado por peritos de Madrid, de los posicionamientos de los teléfonos móviles, que colocan a una misma persona en dos lugares diferentes ubicados además a mucha distancia. Ella es, en el arranque de un juicio que durará un mes, la que parte con más opciones en la carrera hacia un veredicto de inocencia y seguir en libertad. Aunque el hecho de que tuviera durante 30 horas en su poder el arma del crimen se sigue manteniendo como la pieza clave de su imputación, por mucho que su defensa subraye que, en cuanto encontró el bolso con el revólver en su coche, lo puso a disposición de los investigadores de la Policía Nacional. Son incriminatorias, además, las llamadas de corta duración que realizó al iPhone de Triana y al otro de prepago, según subrayó la inspectora de la Unidad de Delitos Violentos y directora de la investigación del caso. Por su parte, Triana también tuvo momentos en los que consiguió empatizar con el jurado, especialmente cuando contaba su calvario en la Diputación, y en el relato al que le obligó a detallar en exceso su defensor del supuesto acoso sexual al que había sido sometida por la todopoderosa presidenta de la Diputación y su posterior venganza por no haber accedido a sus deseos. Carrasco la expulsó, explicó al jurado, de la oposición de la plaza de técnico en telecomunicaciones que se había creado a su medida en la institución provincial, también le azuzó inspectores de Hacienda para que miraran con lupa sus contratos privados y abortó su incipiente carrera política en el Partido Popular, además de aislarla de la vida social leonesa.

Pero la sorpresa mayúscula de la semana fue, sin lugar a dudas, el sonoro «yo no he hecho esa llamada» del héroe Pedro Mielgo, el policía jubilado que, junto a su mujer, no solo vio con horror cómo Montserrat ajusticiaba con dos tiros en la cabeza a Isabel Carrasco cuando ya estaba en el suelo por el impacto de la primera bala que recibió en la espalda y le alcanzó el corazón. Tuvo el arrojo suficiente de aplicar las técnicas de seguimiento que aprendió durante los años que estuvo de servicio controlando a trileros en Benidorm y siguió sin desmayo a la asesina hasta el punto de propiciar su detención y la de su hija. Fue una declaración impecable, hasta que el abogado defensor se sacó de la manga una grabación de una llamada realizada el día de autos, 12 de mayo de 2014, al servicio de emergencias 112 de un hombre que toda la sala creyó que había hecho él. Pero Mielgo no solo dijo no reconocer su voz, sino que negó haberla realizado. La contradicción le expone a que se le impute por falso testimonio.

Asi que los jurados se han llevado mucho trabajo a casa, porque también tendrán que empezar a estudiar el papel de los cuestionadísimos dos inspectores de Burgos que fueron los primeros en hablar con Montserrat y Triana en la comisaría, que testificarán mañana lunes.

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