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Prada cuando era consejero de Justicia con Esperanza Aguirre.
La estruendosa caída de Alfredo Prada

La estruendosa caída de Alfredo Prada

El PP de León celebra la salida de Alfredo Prada de sus listas, a quien se tilda de problemático tras una campaña en la que ignoró todo el organigrama popular con el único fin de ser candidato

J. Calvo

Domingo, 8 de noviembre 2015, 11:32

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Alfredo Prada, un soberbio político o un político muy soberbio, dependiendo de la porción del PP que valore su personalidad, regresará al Congreso de los Diputados en la próxima legislatura. Pero en esta ocasión, sólo de visita.

Su singular empeño por mantener el sillón de la Cámara Baja le ha dejado, finalmente, sin 'encaje' en ninguna lista electoral. Es la consecuencia de una guerra intestina que el propio Partido Popular ha negado atendiendo al axioma de que 'los trapos sucios se levan en casa'.

El 'asunto Prada' no ha resultado una cuestión menor en las filas populares. Ni mucho menos. El político leonés, embajador popular en Hispanoamérica, siempre que ha regresado a su tierra lo ha hecho alterando el 'orden natural'.

No es nuevo. Ocurrió en la cita municipal, donde Prada mantuvo un empeño personal en ordenar candidato a Marco Morala. Saltándose todo el organigrama interno Prada decidió bendecir a su candidato e incluso fue más lejos al advertir que las 'cuitas mediáticas' las resolvería a título personal con reuniones «al más alto nivel».

En el PP leonés nunca ha habido una conversación pausada con Alfredo Prada, ni un gesto de buen entendimiento. La figura de Prada es sinónimo de estridencias y de «mal rollo», según los propios populares.

Y ese «mal rollo» advertido por sus compañeros se multiplicó en los últimos meses. «Prada viene poco a León y cuando viene es para meternos en un lío», se ha advertido en no pocas ocasiones. El político soberbio en los tiempos de Esperanza Aguirre en Madrid es en realidad en León un político muy soberbio, tan soberbio que sus desprecios y sus aspavientos le han terminado pasando factura.

Sin contar con el partido encumbró a Morala en Ponferrada, sin consultar con nadie confirmó la continuidad de Emilio Gutiérrez como candidato a la alcaldía de León y sin mediar palabra se autoimpuso como «número 1» en la lista al Congreso de los Diputados de cara al 20D. Y todo, con una máxima: «Esto lo hablo directamente con Madrid y aquí ni León ni la dirección autonómica tienen nada que decir», recuerdan en sus propios compañeros.

Prada, y él lo sabe, caminaba de charco en charco convencido de que jamás se salpicaría los pantalones.

Tuvo gestos tan poco apropiados que el enfado creció en León, se multiplicó en Valladolid (donde el presidente de los populares, Juan Vicente Herrera, llegó a mostrarse sumamente molesto por su comportamiento) y terminó estallando en Madrid, donde el político planteó un ultimátum la pasada semana. «Pero este partido no está para pulsos», se ha recordado ahora.

El resultado del pulso no ofrece dudas: Prada pierde el carné de diputado y se le cursa tarjeta de visitante para el Congreso de los Diputados. «No ha hecho las cosas bien; bueno, es que las ha hecho muy mal», también se advierte en las filas populares.

El pasado viernes hubo quien no pudo ocultar su alegría por su expulsión de las listas y quien, simplemente, advirtió que lo sucedido era «lo natural» tras la larga carrera de tropelías políticas cometidas a fin de ganarse un puesto en Madrid. Prada quería ser '1' en la lista al Congreso y siempre descartó acudir al Senado porque ahí se vota a la persona y podría quedarse fuera.

La frase más elocuente escuchada este fin de semana sobre el caso no deja lugar a dudas: «Muerto el perro se acabó la rabia». Así están las cosas.

Claro que en el PP el discurso oficial es bien diferente. «Supongo que a él (Alfredo Prada) no le haya gustado (quedarse fuera de las listas), pero hay que renovar. Alfredo ha hecho el trabajo que ha podido por León y quiero agradecérselo», ha asegurado Eduardo Fernández, presidente del PP de León, con un gesto tan sobrio que incluso podría parecer forzado.

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