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Antigua fotografía de José Vaquero Iglesias. Fotografía cedida por la familia Vaquero
La lucha contra el silencio

La lucha contra el silencio

Laciana (León) recuerda medio siglo después al joven marinero cuya muerte en el ataque al mercante Aránzazu en Cuba investiga desde entonces su familia

el norte

Sábado, 13 de septiembre 2014, 13:21

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«Estábamos en Villablino y lo oímos en el parte de las diez de la noche de Radio Nacional de España... que había habido un incendio en el Sierra Aranzazu, que había muertos y heridos. Al día siguiente llamaron de la naviera diciendo que uno de los fallecidos era él». Quien así habla es Amparo Vaquero, la hermana mayor de José Vaquero, Pepín, el joven lacianiego que perdió la vida a los 23 años en lo que -según supieron luego- fue un ataque a la embarcación en aguas de Cuba. Otros dos tripulantes murieron junto al leonés, que ejercía de tercer maquinista: el capitán del navío, Pedro Ibargurengoitia, natural de Górliz (Vizcaya) y el segundo oficial, de Vigo, y descendiente de vallisoletanos, Javier Cabello.

«Mis padres estuvieron siempre con esa pena de su hijo. A mi me tocó ir a buscar el cadáver, con otro hermano, a Madrid», recuerda Amparo. «Todo el mundo se volcó, todo el mundo. Fue impresionante y las gentes de Villablino le hicieron el panteón por suscripción popular», relata mientras revive instantes que nunca ha dejado atrás. «Fue impresionante. Estuvo toda Laciana», coincide Julio Antonio Vaquero.

Pepín Vaquero era el segundo de seis hermanos. Los cinco restantes viven y este sábado se reunirán en una misa de aniversario, después de depositar unas flores en el cementerio de Villablino, donde yacen los restos del malogrado marinero desde que recibió sepultura una semana después del fatídico día. Al cumplirse el 50 aniversario no quieren dejar pasar la ocasión de homenajearle. «Falleció en acto de servicio, a consecuencia del vil ataque realizado al mercante español Sierra Aranzazu el día 13 de septiembre de 1964 en aguas del Caribe». Así reza la esquela que una funeraria ha colocado en la capital de la comarca de Laciana para convocar al acto religioso y para dejar claro que en esa familia no hay lugar para el olvido.

La tragedia

El funeral de Pepín Vaquero fue multitudinario y mucha gente en Laciana tiene en su mente todavía lo ocurrido entonces y cómo se vivió aquella tragedia que tuvo repercusión nacional e internacional en lo que al ámbito informativo se refiere y sobre cuyo origen ha investigado la familia durante décadas. Ahora, gracias a la desclasificación de algunos documentos, a diversos testimonios, y sobre todo a su constancia, disponen de datos que refuerzan su convencimiento -convertido en certeza- de que el ataque fue obra del Movimiento de Recuperación Revolucionaria, RMM, fundado por Manuel Artime. Se trataba de uno de los grupos o comandos anticastristas, supuestamente financiados por la CIA, según el texto elaborado por dos de los hermanos del joven leonés, Tomás y Julio Antonio Vaquero Iglesias, piloto de la marina mercante y catedrático e historiador, respectivamente.

Ambos suscriben un resumen-informe en el que detallan el bloqueo comercial que Estados Unidos infringía a Cuba, como una de las estrategias para acabar con el régimen de la isla tras la derrota anticastrista de Bahía Cochinos en 1961. España, con el permiso expreso de Franco, se negó a interrumpir las operaciones, aunque por otro lado -señala el documento- «se dejaba hacer y hasta se apoyaba a los exiliados anticastrista en sus tramas contra la revolución cubana».

La Compañía Trasatlántica Española abandonó el tráfico con Cuba, vigente ya el bloqueo, en octubre de 1962, y la Compañía Marítima del Norte tomó el relevo y destinó a esa labor cuatro buques de su flota, todos ellos bautizados con el nombre de 'Sierra'. Transportaban mercancía variada y regresaban a España con azúcar, tabaco en rama y puros. La flota había superado ya la veintena de viajes cuando tuvo lugar el ataque y era el segundo para el Aranzazu.

En ruta hacia La Habana, el barco español tuvo que desviar su travesía por el Atlántico más hacia el sur del Caribe para evitar las posibles consecuencias de dos huracanes. El domingo 13 de septiembre un avión de reconocimiento sobrevoló el barco, situado a 70 millas del punto más oriental de la costa cubana, Punta Maisi y horas después dos lanchas se colocaron a ambos lados de la embarcación y comenzaron a lanzar ráfagas de ametralladora y algún disparo de cañón sobre el puente de mando.

El relato de lo ocurrido, que la familia de Pepín ha escuchado por boca de alguno de los supervivientes es, señala Julio Antonio, «espeluznante». «El que era el fogonero, que tenía entonces 16 años, estaba con mi hermano. Las primeras ráfagas no les alcanzaron y cuando el capitán mandó abandonar el buque, cuando bajaban con un bote salvavidas porque el otro quedó inservible por las balas, fue cuando la ráfaga de ametralladoras le alcanzaron a él y a mi hermano. Dice que mi hermano lo apartó para que no le tocase y las balas le dieron a mi hermano», explica. El hombre, que asegura que en los últimos tiempos rememora con más viveza lo ocurrido, les dijo que Pepín «me zafó y a él le dio una bala explosiva en el vientre y quedó herido de muerte».

Doce horas «tremendas» pasaron en el bote, entre otras cosas, cantando la salve marinera y achicando agua. Los primeros en morir fueron el capitán y el tercer maquinista. Hacia las 10 de la mañana del día 14 un carguero holandés, el P.G. Thulin rescató a los supervivientes y atendió a los heridos. La cifra de bajas subió a tres al fallecer el segundo oficial. Todos fueron trasladados a una isla de las Bahamas y luego a Guantánamo. Los ilesos y heridos leves llegaron a Madrid el 17 de septiembre y los heridos graves y los cadáveres dos días después. Fueron recibidos por altas autoridades antes del traslado a sus lugares de origen.

La noticia y las versiones

La noticia del ataque ocupó las primeras páginas en publicaciones de todo el mundo salvo en Estados Unidos. Hubo algunas manifestaciones de protesta y la prensa clandestina de izquierdas intentaba presionar para que el regimen de Franco pidiera responsabilidades y el castigo a los culpables. Manuel Artime, fundador de la MRR negó la participación de su grupo y atribuyó el ataque a Castro, señalan los hermanos Vaquero.

El Gobierno español protestó ante Estados Unidos, que controlaba las aguas en las que se produjo el ataque y el FBI también estudió lo ocurrido. Todo, resumen, quedó en agua de borradas y el informe del Departamento de Estado nunca vio la luz. El del FBI lo tildan «más de diversión que de investigación». El Gobierno de Franco dejó de presionar «y todo quedó en el más denso silencio». Los grupos anticastristas, con el MRR a la cabeza, dijeron que los autores del ataque eran castristas aunque después cambiaron su versión y atribuyeron el hecho a una confusión, según la cual habrían pensado que se trataba del buque cubano Sierra Maestra.

Ese planteamiento no convence a la familia del marino leonés, que destaca que el análisis de las pruebas circunstanciales y los datos a los que han tenido acceso ponen en duda la hipótesis. «¿Cómo es posible que si una lancha iluminó el nombre y la matrícula se confundieran, si además el Sierra Maestra era dos veces mayor que el Sierra Aranzazu y había cruzado días antes el Canal de Panamá en dirección a China?», cuestionan. Otras fuentes consultadas por ellos creen que fue planificado. Tienen, dicen, demasiados datos para creer la versión dominante y ninguna duda de quiénes fueron los autores materiales y los responsables últimos. Consideran, en fin, un deber moral con las víctimas y una obligación con la verdad histórica dejar claras las respuestas obtenidas a los muchos interrogantes surgidos hace 50 años.

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