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Jhon Jairo Velásquez, ‘Popeye’, en enero de 2013
Los tiempos de 'El patrón'

Los tiempos de 'El patrón'

Pablo Escobar, el fundador y líder del Cartel de Medellín, protagonizó más de 17 años de escalofriante historia criminal

J. M. ANDRES

Domingo, 31 de agosto 2014, 08:18

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Jhon Jairo Velásquez, Popeye. El jefe de los sicarios del narcotraficante más buscado en los ochenta, Pablo Escobar, ha sido puesto en libertad tras más de dos décadas en prisión. El hombre de confianza del otrora líder de la mafia colombiana vuelve a pisar la calle y con ello resulta inevitable mirar al pasado y recordar los tiempos del Cartel de Medellín, la organización criminal que Escobar fundó en 1976 y dirigió hasta su muerte, en 1993.

En una época marcada por el poder de las guerrillas y los paramilitares, un periodo de expansión del conflicto armado interno en Colombia, la demanda mundial de drogas psicoactivas impulsó su producción y procesamiento en el país. Agonizaba ya la década de los setenta y los diversos grupos armados comenzaron a ver el negocio del narcotráfico como una excelente oportunidad de financiar sus actividades.

A principios de los ochenta el Gobierno colombiano del conservador Belisario Betancur, con el apoyo de la administración Reagan, comenzaba toda una guerra contra el narcotráfico que se extiende hasta la actualidad.

Poco antes, en 1976, la prensa colombiana reflejaba por vez primera un nombre que sería habitual durante los siguientes años, Pablo Escobar. El narco de Rionegro había sido detenido junto a su primo Gustavo de Jesús Gaviria y tres personas más cuando transportaban 39 kilos de cocaína en la llanta de un vehículo que provenía de la frontera con Ecuador. Comenzaban 17 años de historia criminal, en los que El patrón alternaría una conducta violenta y sangrienta con la imagen populista de generosidad, filantropía y cercanía al pueblo colombiano. Un aspecto que le llevaría a desarrollar una carrera política en la que llegó a la Cámara de Representantes de Colombia entre 1982 y 1984.

Escobar desarrolló en los años ochenta una extensa red criminal, que mediante sicarios y actos terroristas por todo el país logró la desestabilización del Estado colombiano y le convirtió en el criminal más buscado a comienzos de los noventa. En junio de 1991 el capo del Cartel de Medellín ingresaba voluntariamente en prisión a cambio de no ser extraditado a Estados Unidos. En un acto más que cuestionable, que refleja el poder de Escobar, el Gobierno liberal de Gaviria Trujillo aceptó la condición de construir un complejo exclusivo, conocido como La Catedral, a modo de prisión para el líder del Cartel de Medellín. El recinto, ubicado en unos terrenos adquiridos por el propio narco, contaba con innumerables lujos y con la protección del Ejército Colombiano.

Poco más de un año después Escobar y sus hombres huirían del lugar. Comenzaba con el denominado Bloque de Búsqueda, una unidad de operaciones especiales de la Policía y el Ejército colombianos y los cuerpos antidroga de los Estados Unidos, una intensa labor de inteligencia que culminaría con la muerte de Escobar en un tiroteo el 1 de diciembre de 1993. Rodeados de intriga en torno al fallecimiento de El patrón tocaban a su fin casi dos décadas de escalofriante carrera criminal.

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