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Miércoles, 1 de abril 2015, 12:13
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El padre Damián, conocido como 'El cura de 'La Voz', se subió por primera vez a un escenario cuando era un niño acompañando con las palmas a su abuela, 'Elisa la del horno', una cantante de flamenco que se hizo un nombre en Granada. La segunda vez cantó una saeta. Una actuación con la que contó con un millón de personas escuchándole, entre ellas Benedicto XVI, que presidió la 26 edición de la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid, en agosto de 2011.
En su presentación en 'La Voz', el cantante Alejandro Sanz le pidió confesión y Antonio Orozco que le eche una mano para entrar en el cielo, que se le han acabado «los puntos».
El sacerdote logró el pase al concurso in extremis, cuando sonaban los últimos acordes de 'Angels', de Robbie Williams. El padre Damián se ha encaminado hacia el equipo de Orozco que le recibió de rodillas en el plató.
Actualmente oficia en la Parroquia Santuario Nuestra Señora del Perpetuo Socorro de Madrid: misa de nueve de la noche los domingos -«llena la iglesia de jóvenes»- y a veces la de las doce de la mañana con los niños. Además, se ocupa del asesoramiento religioso en dos colegios y está sacando la licenciatura de Teología Dogmática. Es un «buen estudiante» y «una máquina» con los idiomas -habla inglés, francés e italiano. También se muestra un ferviente seguidor de Federico García Lorca y de los musicales, en especial de 'El Rey León'.
Ninguno de sus compañeros en la congregación madrileña donde vive se perdió su actuación. Todos juntos vieron su debut televisivo. «Bajamos un televisor a uno de los salones, pero nos hicieron esperar demasiado, tardó más de una hora en salir. Vinieron a la casa parroquial casi cien chavales y estaban entusiasmados», cuenta uno de los religiosos que comparte piso con Damián.
Sus compañeros no han escatimado nunca elogios hacia él «es una persona arrolladora, con talento y feliz. Tiene una alegría desbordante». En una entrevista para Youtube demostró su devoción hacia Teresa de Calcuta: «le dije a mi superior: 'Pedro, tengo un sueño, ir a Calcuta. Pero cuando llegué allí lo primero que pensé fue: 'Sacadme de aquí'. Cómo iba a imaginar un joven más o menos mimado como yo que podía haber gente por la calle sin dedos o sin piernas...».
La necesidad que vio allí tiene aquí otra forma, pero existe. Y Damián «se hace el encontradizo» con los sin techo de Madrid, a los que lleva de vez en cuando un café caliente o un té y un bocadillo.
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