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El CES defiende que los trabajadores vean reconocida su experiencia profesional

El CES defiende que los trabajadores vean reconocida su experiencia profesional

Un informe del Consejo Económico y Social afirma que la falta de adecuación de la formación a las necesidades del mercado de trabajo contribuye a una elevada tasa de paro

ELISA CAMPILLO

Domingo, 7 de febrero 2016, 12:03

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Una de las dificultades con la que se encuentran los trabajadores de Castilla y León a la hora de buscar un nuevo empleo es la de justificar su experiencia y sus competencias profesionales. Precisamente, un reciente estudio elaborado por iniciativa propia por el Consejo Económico y Social (CES) de Castilla y León sobre el empleo y la formación a lo largo de la vida entendiendo como tal toda actividad formativa emprendida en cualquier momento del ciclo vital de una persona apunta a la necesidad de mejorar el sistema de reconocimiento de la experiencia y la acreditación de competencias. De esta manera, aboga por un modelo que incorpore y reconozca de una forma ágil y efectiva la formación que se adquiere de manera informal y/o a través de la experiencia, como, por ejemplo, las acciones formativas para los trabajadores de una empresa.

En España, el reconocimiento de esta formación informal se instrumentaliza a través de los certificados de profesionalidad, que acreditan de forma oficial las competencias profesionales que capacitan para el desarrollo de una actividad laboral identificable en el sistema productivo. Estos certificados se obtienen a través de la superación de los módulos que integran el certificado de profesionalidad o a través de los procedimientos establecidos para la evaluación y acreditación de estas competencias adquiridas.

Vía no formal

En Castilla y León este proceso no se inició hasta el año 2011 y hasta el momento se han atendido solo algunas cualificaciones en las familias profesionales de servicios socioculturales y a la comunidad y de transporte y mantenimiento de vehículos. El inconveniente del modelo, según el informe, es que se limita a convocatorias cerradas en cuanto a las especialidades y al número de plazas y se desarrolla en función a unos presupuestos limitados que entre 2011 y 2015 se han reducido en más de treinta millones de euros, «por lo que el sistema de acreditación ve mermadas buena parte de sus posibilidades y de las expectativas creadas en estas personas que, sin haber realizado actividades formativas específicas, han adquirido capacidades suficientes por la vía laboral».

Formación específica para las necesidades del sector primario

  • La presidenta de la Comisión de Trabajo de Mercado Laboral, Carmen Campelo, fue la encargada de realizar la ponencia sobre el informe del CES. Campelo destacó que «las personas trabajadoras del sector primario deben contar con una formación específica adecuada a las necesidades de su sector, con alta implantación de las nuevas tecnologías y transformaciones del mercado de trabajo». El sector primario representa en Castilla y León alrededor del 6% del Producto Interior Bruto (PIB) autonómico, más del doble de lo que representa en el conjunto nacional, donde la cifra se sitúa en el 2,5%.

Para dotar de un mayor impulso al procedimiento de acreditación de la experiencia, el CES considera imprescindible dotar al sistema de medios humanos y técnicos, propiciar los procesos de acreditación que requieran los ciudadanos, responder de forma eficaz a las necesidades sobrevenidas de cualificación en todas las ramas de actividad, así como la consolidación de un verdadero sistema integrado de formación, con una coordinación de todas las enseñanzas profesionales para hacer posible la circulación entre ellas.

El CES, el órgano consultivo y asesor en asuntos socioeconómicos presidido en Castilla y León por Germán Barrios y que periódicamente emite informes sobre asuntos diversos en la materia, llega a esta conclusión en el estudio Empleo y formación a lo largo de la vida, para el que parte de un análisis a lago plazo del mercado de trabajo de la comunidad con los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) ofrecidos por el Instituto Nacional de Estadística (INE) entre los años 1976 y 2014.

Niveles educativos

Los resultados de este análisis apuntan a una evolución en Castilla y León acorde con la experimentada en el conjunto de España pero que presenta algunas particularidades propias, como unas tasas de actividad menores, unas expansiones más moderadas respecto a la media nacional y una brecha de la tasa de paro por género que no ha llegado a cerrarse como en España. En cuanto al nivel educativo, las comparaciones demuestran que en la región hay un mayor porcentaje de población con estudios básicos o de secundaria, aunque menos con estudios superiores. En este último caso, destaca una mayor presencia de estudios universitarios entre las mujeres que entre los hombres, una tendencia que se manifiesta tanto en Castilla y León como en el conjunto de España. Además, en la región se aprecia un porcentaje de titulados en Formación Profesional mayor, tanto en mujeres como en hombres de todas las edades, que en el total nacional.

La tasa de paro desde 1976 hasta 2014 siempre ha sido más alta entre las mujeres que entre los hombres, aunque la brecha de género abierta a mediados de los años 80 se ha reducido desde el año 2007, si bien en la última recesión se ha vuelto a abrir, tanto en los índices nacionales como en los regionales.

Desajuste

Con el análisis del estudio elaborado, el Consejo Económico y Social concluye que la falta de adecuación de la educación y la formación a las necesidades del mercado laboral y el elevado porcentaje de desempleados sin cualificación formal contribuyen a la elevada tasa de desempleo juvenil y de larga duración. En este sentido, el CES plantea que «la perspectiva de la formación a lo largo de la vida puede permitir a los trabajadores afrontar con mayores posibilidades de éxito momentos críticos de sus carreras laborales, como la transición del sistema educativo al mercado de trabajo o las transiciones entre empleos, incluso en contextos de elevado desempleo».

En este sentido, el estudio afirma que pocas personas cambian su nivel educativo una vez que han terminado la educación reglada, por lo que el nivel que se alcanza durante el tiempo que se es estudiante a tiempo completo marca el suelo a partir del cual se construye la formación a lo largo de la vida, así como el menú de empleos al que se tiene acceso. Así, las personas con niveles educativos más bajos tienen tasas de empleo menores y sufren una mayor rotación laboral y una competencia más alta en el mercado de trabajo.

El desajuste formativo, además, muestra otra dimensión en el caso específico de Castilla y León. A pesar de tener más trabajadores en el sector primario que la que se da en el conjunto nacional, la proporción de ocupados con estudios relacionados con las diferentes facetas del sector primario es especialmente baja. Según el CES, «debería cuidarse que las nuevas generaciones de ocupados en empleos del sector primario pudieran tener una formación relacionada con su sector productivo, ya que este no es ajeno al impacto de las nuevas tecnologías ni a las transformaciones de los mercados y su regulación».

Entre las recomendaciones que el Consejo Económico y Social lanza como respuesta a las conclusiones del informe, además de la mejora del reconocimiento de la experiencia y de la acreditación de competencias, se encuentran el desarrollo de un sistema integrado de orientación, la puesta en marcha de nuevas metodologías de enseñanza que combinen la formación presncial y a distancia, la creación de pasarelas entre los diferentes sistemas educativos, la cooperación con los agentes económicos y sociales para ajustar la oferta y la demanda, la atención a las necesidades formativas de las empresas, el refuerzo de la inversión pública en programas de formación y el impulso de la educación en adultos, reduciendo la brecha digital y el conocimiento de idiomas.

Titulaciones

Con los datos publicados sobre las tasas de inserción de las titulaciones de la universidades de Castilla y León, los responsables del informe han calculado la evolución temporal de la tasa de inserción laboral entre 2011 y 2014. Estas estadísticas reflejan que, transcurrido un año desde el fin de los estudios, la tasa de inserción de los titulados en la comunidad es del 37,3%, porcentaje que casi se duplica al pasar tres años más, llegando al 62,1%. El informe resalta esta tasa de colocación como significativa, «teniendo en cuenta que el periodo cubierto por este proceso de integración laboral tuvo lugar durante la crisis».

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