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Las empresas que apuestan por el ecodiseño creen que abarata costes y eleva el beneficio

Las empresas que apuestan por el ecodiseño creen que abarata costes y eleva el beneficio

Expertos en eco-innovación exponen proyectos en marcha para acelerar la economía circular

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Viernes, 1 de diciembre 2017, 11:33

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Ecodiseño: dícese de la disciplina que considera la variable ambiental como un criterio más a la hora de abordar el proceso de diseño de los productos industriales, además de los costes, la calidad, etc. y cuyo objetivo primordial es mejorar su rendimiento medioambiental a lo largo de todo su ciclo de vida. La ‘Hoja de Ruta hacia una Europa Eficiente en el Uso de Recursos’, de la Comisión Europea, propone incentivar el ecodiseño y la economía circular para que en 2050 se haga realidad el objetivo de que todos los residuos se conviertan en recursos.

«La bioeconomía y la economía circular, la reincorporación de los materiales de producción a la cadena de valor, es un terreno abonado para la innovación, el emprendimiento y la competitividad empresarial e implica a muchos sectores: desde el agroalimentario a la energía, pasando por la tecnología industrial, la de comunicaciones, etc.», explicó Beatriz Casado, directora del Departamento de Innovación y Emprendimiento del Instituto de Competitividad Empresarial, durante la jornada sobre ‘Eco-innovación para la economía circular’ celebrada en el PRAE de Valladolid. «Además, al estar muy ligado a lo verde, tiene mucho que ver con el mundo rural y abre grandes oportunidades para el desarrollo del medio natural», algo muy interesante y necesario para Castilla y León.

La jornada puso de manifiesto que la reducción del impacto ambiental y el reciclaje permiten acceder a nuevos mercados

A lo largo de las diferentes ponencias del acto, se expuso la importancia de desarrollar nuevos materiales, preferentemente basados en recursos renovables regionales, el desarrollo de procesos menos intensivos en la producción y la necesidad de ‘buscar una salida’ a todos los productos y materiales empleados en su elaboración, ya sea una segunda vida a través del reciclaje o su desintegración mediante su conversión en fuente de energía una vez que llegan al final de su vida útil.

Según aseveró José María Fernández Alcalá, del IHOBE- Gobierno Vasco, que aportó el punto de vista industrial en el asunto del ecodiseño, una encuesta realizada por la sociedad vasca de gestión ambiental puso de manifiesto que las empresas son conscientes de la importancia de implicarse en esta materia como método para «anticiparse a la legislación, para vencer la presión de los competidores como vía de acceso a nuevos mercados». «También porque es una realidad que con el ecodiseño se consiguen productos con costes mas baratos que, sin embargo, no tienen por qué venderse a un precio más barato, es decir, que terminan proporcionando un mayor beneficio». Además, es algo que otorga reconocimiento y reputación y aumenta la capacidad de crear productos nuevos.

«Las empresas que incorporan el ecodiseño a su proceso productivo perciben mayores expectativas de facturación para los productos ecodiseñados porque su demanda va a más», añadió Fernández Alcalá.

José Manuel Jiménez, director general de Calidad y Sostenibilidad Ambiental de la Consejería de Fomento y Medoambiente, explicó los cuatro ejes de trabajo de su departamento dentro de la estrategia de economía circular: la investigación y ecoinnovación; la consideración de los residuos como recursos con el objetivo de llegar al residuo cero; la búsqueda de nuevos modelo de producción y consumo; y la participación y sensibilización de toda la sociedad»

«Para hacerlos realidad –detalló– apostamos por la economía de la funcionalidad, que pretende dar prioridad al uso frente a la posesión; por la durabilidad de los productos y de los medios de producción; la reutilización, reciclaje y valorización, así como el aprovechamiento energético de los residuos».

El factor durabilidad

Organizada por el Instituto para la Competitividad Empresarial de Castilla y León (ICE), en colaboración con la Fundación Centro Tecnológico de Miranda de Ebro, que forman parte de la Red de Emprendimiento e Innovación de Castilla y León y la Fundación Patrimonio Natural de Castilla y León, la jornada de ayer forma parte de la Estrategia de Economía Circular y Bioeconomía, impulsada por la Junta a través de las Consejerías de Fomento y Medio Ambiente y Economía y Hacienda. «La participación de lo público es importante –señaló Beatriz Casado– porque es necesario establecer nuevos marcos de regulación y hacen falta impulsores y dinamizadores de la innovación en I+D+i para acelerar los procesos de innovación en el sector empresarial». El ICE, recordó, «pretende animar la oferta y la demanda del sector y los productos de la economía circular y pone a disposición las herramientas de financiación empresarial requeridas, así como fondos europeos».

Desde el Instituto de la Construcción de Castilla y León, Felipe Romero Salvachúa, su director técnico de Certificación, aseguró que «cada vez más, los proyectistas y las constructoras tienen un enfoque de ciclo de vida completo». Expuso las particularidades de la norma ISO14006, que marca «cómo una organización se puede acercar al ecodiseño con un cierto orden metodológico». «Apostamos por fijarnos retos y desafíos;por ejemplo, que los estudios de arquitectos se impongan la condición de que el 40% de todos sus proyectos se lleven a la práctica con materiales reciclables».

«¿Con qué criterio –se preguntó– seleccionamos los materiales, por la energía requerida para su fabricación, por el porcentaje de materiales reciclados que tienen, por su durabilidad? Disponer de indicadores –se respondió– resulta de gran utilidad porque nos permite cuantificar». Según Romero, la norma de ecodiseño «insta a estar vigilante en la proyección sobre el papel, pero también en su ejecución, porque en la obra pasan muchas cosas y se tiende a trasladar impactos; sobre el terreno surgen problemas que requieren soluciones también desde el ecodiseño».

En su exposición, José María Fernández Alcalá argumentó que «la economía lineal no es eficiente y no cierra el ciclo de los materiales y es preciso asegurar el cierre del ciclo, tener planteado cómo reintegrar el residuo del producto y el producto mismo una vez que ha cumplido su función». «Para que un producto se pueda reciclar hay que partir desde el mismo momento en que fue diseñado», recordó.

Obsolescencia percibida

Además, llamó la atención sobre el hecho de que «cada vez la vida de los productos es menor y consumimos más productos y más rápidamente, lo que supone un reto añadido». Yexplicó que mientras a la empresa «puede interesarle que su producto no dure mucho para poder vender más unidades», también «el usuario carece de interés en la durabilidad porque quiere cambiar de modelo muchas veces».

Mientras hay productos que están pensados y su propia función requiere que duren, hay otros que no. A la obsolescencia programada (productos diseñados para que fallen)se une un nuevo concepto «mucho más perverso»:la obsolescencia percibida. «Se trata de conseguir que el consumidor deseche el producto antes incluso de que falle». Su objetivo es «intervenir en la psicología del consumidor». Consigue que «desechemos teléfonos, o prendas de ropa, porque queremos tener algo mejor... aun cuando lo que tenemos sigue funcionando, está en perfecto estado».

La compra pública, fundamental para la transición circular

La jornada contó también con la participación de Luis Manuel Navas, vicerrector de Infraestructuras de la Uva;Rosa Huertas, directora de Hacienda y Promoción Económica del Ayuntamiento de Valladolid;y Pablo Gómez, subdirector de Investigación y Tecnología del Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León, que pusieron el foco en el apoyo que las instituciones están prestando a la investigación y a la eco-innovación para la economía circular.

También intervinieron Yolanda Núñez, responsable de I+D y Sostenibilidad del Centro Tecnológico de Miranda de Ebro, y Jesús Díez, director de Programas de la Fundación Patrimonio Natural. Núñez se refirió al problema de que «tras el maquillaje ambiental que se ha producido por parte de muchas empresas, el consumidor desconfía y está rechazando lo verde porque no se lo cree». «La gran proliferación de etiquetas ambientales hace que la comunicación no sea efectiva, ya que el consumidor no las identifica», por lo que es preciso dar con «el mensaje correcto, el código correcto y el canal correcto».

Díez incidió en las novedades introducidas por la Ley de Contratos del Estado, que contempla la compra pública verde o circular: «ya no valdrá la oferta más barata en la fase de construcción, sino en todo el ciclo de vida del producto». «La compra pública se erige en fundamental para la transición a la economía circular por su importancia en el PIB», recordó. Y rompió algún que otro mito:«A veces nos centramos en ahorrar con LED en el alumbrado y se puede ahorrar mucho más con los equipos informáticos adecuados. Hemos conseguido 20.000 kw de ahorro en el PRAE, donde somos apenas 60 personas. Es una barbaridad».

Frente a esto, argumentó, «hay una estrategia de diseño que busca diseñar productos robustos, de gran durabilidad técnica». Pero como esto no siempre es posible, «diseñemos productos que se puedan reparar», propuso. Pero incluso en estos tiempos de conciencia de sostenibilidad, «hay quienes hacen lo contrario, fabrican cosas no se pueden reparar o que su coste de reparación es tan elevado que no compensa».

Empresas como Philips o Siemens Gamesa trabajan ya en la reintegración y readecuación de sus productos: con una pequeña adaptación, o remanufactura se les puede da incluso mejores prestaciones de las que tenían originalmente, detalló.

Ana Rivas, especialista en innovación de Ecoembes, expuso el punto de vista de esta empresa, que con el objetivo de que la tasa de reciclado de envases domésticos sea en 2020 de más del 80%, trabaja desde la premisa de que «el ciudadano es esencial en esta cadena y debe implicarse de manera voluntaria». Rivas se refirió al proyecto CircularLab de Ecoembes, inaugurado en mayo de este año, que es un espacio de innovación abierta para la investigación.

«Abogamos por el envase sostenible, no solo reciclable, que requiere tener en cuenta muchos más aspectos que el mero residuo». Tras recordar que el 80% del impacto ambiental de un envase procede de su etapa de diseño, señaló que «el mejor envase es el que no existe, pero como existen, hay que optimizarlos».

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