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Padre Georges Bernès.
Con él comenzó todo
rugby

Con él comenzó todo

El padre Bernès, introductor del deporte del rugby en el colegio El Salvador, reside a los 95 años en su pueblo de Montesquiou

Víctor Borda

Viernes, 17 de junio 2016, 09:08

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En la filosofía platónica y gnóstica, el demiurgo es el principio ordenador de los elementos preexistentes. Por un lado existía el rugby, y por otro, Valladolid. El padre Georges Bernès fue el artífice de la unión entre el deporte del oval y la capital castellana. Su demiurgo allá por 1960. Trajo el rugby a El Salvador, colegio en el que estuvo un buen puñado de años, y por ende a Valladolid. El pionero, el que puso la primera piedra de todo lo que supone hoy esta ciudad para el oval español.

El padre Bernès vive en la actualidad en Montesquiou, pequeña localidad de la Gascuña en la que nació. Habita en una pequeña casa a unos metros del castillo en el que vino al mundo y en el que trabajaba su madre. Monstesquiou tiene su peso en la historia de Francia, ya que está ligada al mosquetero DArtagnan, pero al real, no al novelado por Dumas, y al camino de Santiago, la gran pasión de Bernés, un auténtico experto en la ruta jacobea y sobre la que ha escrito una ingente obra.

El padre Georges Jorge Bernès está muy ligado emocionalmente a Valladolid. Para muestra, una anécdota. Uno de los sobrinos del padre pasó por Valladolid en una visita por España. Cuando vio a su tío, le dijo que había pasado por su pueblo. «¿Qué pueblo?», preguntó. «Valladolid», le contestó el sobrino. «Sí, mi pueblo», respondió. Y es que Bernés es un vallisoletano nacido al otro lado de los Pirineos.

Cuando se enteró de que El Salvador había obtenido el doblete, con la consecución de la Liga y la Copa del Rey, envió una carta de felicitación al club. La distancia no es el olvido. Hace unas fechas, con motivo de su 95 cumpleaños, tuvo una visita muy especial. Paco Arenal, jugador en el primero equipo de rugby que tuvo El Salvador y primer entrenador en categorías inferiores tras el padre Bernés, acudió a Montesquiou con Jesús Arranz, otra persona ligada también al antiguo colegio de El Salvador y, sobre todo, al padre Bernès. Arranz comunicó su viaje a sus amigos del Chami. Desde la entidad albinegra se pidió que le llevaran una carta del presidente del club y una camiseta firmada por sus miembros

Pero el eterno rival, el VRACQuesos Entrepinares, que también es producto de la iniciativa rugbística del cura francés, también se sumó al viaje. Un integrante del club azulón tuvo conocimiento del viaje de Arenal y Arranz a tierras francesas. Y entregaron una bufanda con los colores del VRAC y una carta para el padre Bernès.

Georges Bernés se emocionó cuando recibió los regalos. Comenzó a leer la carta de Hansen y tuvo que dejar de hacerlo porque la emoción le embargó. Tampoco pudo leerla Jesús Arranz por el mismo motivo. Y algo parecido le sucedió a Arenal.

Mostró su sorpresa por el regalo y la carta enviados por el VRAC. «¿Por qué los adversarios también me reconocen?», preguntó a sus dos visitantes. Más emoción para un día inolvidable. El rugby vallisoletano pagaba así una pequeña parte de la deuda contraída con el padre Bernès.

El introductor del rugby en el colegio de El Salvador sigue teniendo, según explica Jesús Arranz, una cabeza privilegiada para su edad. La salud, en cambio, ya muestra importantes goteras. Ha sufrido dos ictus de los que se ha recuperado, pero cuyas secuelas se notan cuando habla. Pero a sus 95 años vive solo. Prefiere la independencia a estar alojado en una residencia. Ha montado un pequeño altar en su casa y todos los días oficia misa.

Gran amistad

Jesús Arranz siempre ha mantenido una relación epistolar con el sacerdote galo. Eso sí, llevaban 35 años sin verse en persona. Recuerda cómo conoció al padre. Arranz era ciclista y sufrió un accidente con la bicicleta. Fractura en la base del cráneo. Georges Bernés fue testigo, le atendió y fue a verlo al hospital. Así nació una gran amistad. Incluso el sacerdote francés le consiguió a Arranz un contrato como ciclista en un equipo galo, aunque otro nuevo accidente cortó su incipiente carrera profesional. También trabajó, por mediación de Bernès, en el colegio El Salvador.

En definitiva, unos obsequios y cartas que suponen un somero agradecimiento a un hombre clave en el nacimiento del rugby en Valladolid. Su legado hoy es enorme, con dos equipos en lo más alto del escalafón. Su primer paso dio un fruto del que ahora se alimentan todos los aficionados locales. Los títulos y oropeles actuales de este deporte surgieron de un sacerdote francés, el demiurgo que conectó una ciudad con el rugby. Gracias.

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