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John Surtees logró siete títulos en el Mundial de motos y uno con Ferrari en el de Fórmula 1.
Big John, en dos mundos
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Big John, en dos mundos

El 10 de marzo fallecía John Surtees, el único campeón del mundo sobre dos y cuatro ruedas

santiago de garnica

Sábado, 1 de abril 2017, 11:17

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Desde la infancia, Surtees fue un apasionado de los motores, de los chasis de motos y coches, de los neumáticos, de la aerodinámica. Sabía valorar, lo que no ocurre siempre con todos los pilotos, la importancia de la homogeneidad en una máquina de carreras para ser competitiva. Estas cualidades las había heredado de su padre, John Norman Surtees, dueño de una tienda y taller de motos al sur de Londres y piloto de side cars. Tras la II Guerra Mundial, cortaría sus actividades y se dedicó más a la carrera de su hijo John, que se iniciaba en las carreras de motos en las islas británicas con éxito en diferentes categorías y con diferentes marcas. Una victoria con una MV en 1955 le abre las puertas de la prestigiosa fábrica italiana del conde Agusta, con un contrato para la temporada de 1956. Era piloto de fábrica y frente a los grandes pilotos de la época, como Geoff Duke o Tarquinio Provini, rápidamente John Surtees supo no solo estar a su altura, sino también superarlos. Su sangre fría, habilidad y rigor en la preparación y reglajes de las motos le llevarían entre 1956 y 1960 a ganar siete títulos mundiales (tres en 350 cm3, y cuatro en 500 cm3) con las MV-Agusta. El propio Surtees contaba que fue Mike Hawthorn, campeón del mundo con Ferrari en 1958, el que ese año le anima a probar un coche de carreras.

En 1960, aun disputando su última temporada en el mundial de dos ruedas, Colin Chapman le invitó a pilotar uno de sus Fórmula 1, un Lotus 18. Tras su segundo puesto en el GP de Gran Bretaña, Stirling Moss expresará en voz alta lo que muchos pensaban: «Espero que John vuelva pronto a las motos, si no, poco va a tardar en ganarnos a todos».

Pero John dice adiós a las dos ruedas e inicia una nueva etapa como piloto sobre cuatro. Riguroso, prefiere aprender en un equipo menos importante que Lotus. Así, inicia la temporada de 1961 en el Campeonato del Mundo con los Cooper de la escudería Yeoman Credit.

En 1962, da un paso importante en su carrera al pilotar los Lola-Climax, con los que logra dos segundos puestos, en Gran Bretaña y en Alemania, en el auténtico Nürburgring. Por cierto, y esto es signo evidente de su carácter, el Nordschleife de 22,8 km y Spa-Francorchamps serán los trazados preferidos de Big John. La explicación era clara: ambos trazados exigían una rara combinación entre audacia, habilidad, precisión y resistencia para el piloto, un rigor extremo en la preparación de los coches. Su estilo.

En 1963 Surtees, autoexigente, se siente ya preparado, acepta el contrato con Enzo Ferrari y se convierte en el jefe de filas de la Scudería, con la que logra en 1964 el Mundial.

Surtees asombraba ganando bajo la lluvia en el GP de Bélgica, en 1966, o sobre seco en Monza, en 1967. Pero esta última victoria no fue con un Ferrari, sino con un Honda. Y es que si al principio todo marchaba bien con Enzo Ferrari y su ingeniero jefe, Mauro Forghieri, después las relaciones se deterioraron, quizá por su enfrentamiento con el director deportivo de la Scudería, Eugenio Dragoni, al que el británico acusaba de favorecer a los pilotos italianos, Scarfiotti y, sobre todo, Bandini. Pero hay que reconocer que Big John no era precisamente un hombre dialogante. A pesar de ciertos ataques de timidez, el convencimiento de la validez de sus argumentos le llevaba a imponer su punto de vista sobre temas técnicos y estratégicos en las carreras de forma obstinada, sin importarle enfrentarse o enemistarse con directores de equipo o ingenieros. Incluso no dudó en decirle a Enzo Ferrari, al poco de llegar al equipo, que si quería victorias tenía que dejar los sport prototipos y centrarse en la F 1.

Así que en plena temporada de 1966, justo antes de las 24 Horas de Le Mans, Surtees da un portazo en Maranello y corre el resto de la temporada con un Cooper, con el que ganará en México.

Con el 'Hondola'

Y en 1967 se fue a Honda. Allí se encuentra un motor muy potente, pero un mal coche, con exceso de kilos, poca rigidez y discutible estabilidad. Y Surtees puso en marcha su cabeza para solucionar el problema, convenciendo a los nipones de sustituir el ineficaz chasis por uno británico, fabricado por Eric Broadley, el creador de los Lola y con el que Big John mantuvo una excelente relación a lo largo de toda su vida. Con este nuevo coche, al que algunos llamaban el Hondola y sobre el que algunas malas lenguas decían que incorporaba ideas sacadas de Ferrari, Surtees se impuso en Monza el 10 de septiembre de 1967.

Los japoneses, apasionados de las motos, veneran a Surtees y él se siente a gusto. Pero en 1968 deciden abandonar la Fórmula 1 y Big John se plantea convertirse en piloto de sus propios monoplazas, al estilo de Brabham. El coche es, desde un punto de vista técnico, un diseño muy logrado. Pero falta dinero y el carácter tímido de Surtees no es lo mejor para moverse en el mundo de los potenciales patrocinadores. Tampoco le gusta delegar. En 1972 deja de pilotar para centrarse en dirigir el equipo. Le cuesta entenderse con los ingenieros y pilotos (salvo con Mike Hailwood, antiguo campeón del mundo en moto como él) y en 1978 los Surtees corren su última temporada y el patrón se marcha a cuidar de sus cisnes.

Cortés, culto y antidivo, Big John era una leyenda viva que el pasado 10 de marzo nos dejó tras haber dado al deporte del motor el cien por cien de su pasión y sabiduría.

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